Ruido blanco

Si habría que nombrar un factor por el cual Latinoamérica es de interés para los Estados Unidos, ese factor sería el narcotráfico.

Sin embargo, la semana pasada los EE.UU. anunciaron el recorte de ayuda antidrogas para el Perú de actualmente 60 millones a 42 millones de dólares para el año 2006.

Dificíl entenderlo, toda vez que el Plan Colombia tiene un costo varias veces superior. Además, existe una estrecha interrelación: La desarticulación de laboratorios en Colombia ha hecho que la producción de cocaína se incremente en el Perú.

A diferencia de Colombia, el Perú no emplea la erradicación química de cultivos de coca. Más bien, se limita a la erradicación manual, así como a propuestas de cultivos alternativos. Para seguir permitiendo el uso tradicional de la hoja de coca, Devida – organismo estatal encargado de las políticas antidrogas – ha planteado que se mantenga una franja de cultivos de 10 mil hectáreas. Ésta es la meta para el 2006. Según Devida, el cultivo actual alcanza las 48 mil 600 hectáreas.

Las cosas, sin embargo, están harto complicadas. A pesar del riesgo que implica el cultivo de coca, éste sigue siendo, de lejos, el negocio más lucrativo. Según The Economist, el cultivo de una hectárea de coca trae ingresos de hasta 7 500 dólares anuales, mientras el cultivo de café o cacao no arroja más de 1000 dólares.

Difícil imaginar el fin del narcotráfico mientras siga existiendo una fuerte demanda por parte de los grandes carteles de drogas y, al final del eslabón, por parte de los consumidores finales en regiones ricas como Norteamérica y Europa. La Dinandro, destacamento policial encargado de la lucha antidrogas, calcula que, por cada tonelada de droga decomisada, tres salen del país.

Valdría la pena, entonces, pensar en alternativas a la política actual como, por ejemplo, la liberalización de las drogas. Pero eso ya será materia para otra discusión.

Por Evaristo Pentierra