¿Qué sucede en México?

La tensión sobre lo que sucedería durante el cambio de mando mantuvo a los mexicanos pendientes de la ceremonia que debía llevarse a cabo el viernes pasado. Se asumía que las protestas de los parlamentarios de la oposición (PRD) y las peleas con los parlamentarios del oficialismo (PAN) harían prácticamente imposible que Calderón asumiera la presidencia. Sin embargo, después de la toma del Congreso por miembros de ambos partidos y las acusaciones de fraude, Felipe Calderón es el nuevo presidente de México después de la salida de Vicente Fox.

Las acusaciones de fraude en las elecciones en México no son extrañas debido a que fue gracias a la manipulación de los resultados electorales que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se mantuvo a la cabeza del gobierno durante 71 años. Fue sólo con la victoria de Vicente Fox, del Partido Acción Nacional (PAN), que el “reinado” del PRI llegó a su fin, y en las elecciones de este año, vemos que se encontró relegado a un alejado tercer lugar en las preferencias.

En este caso, las acusaciones parecen multiplicarse alrededor del hecho de que Calderón ganó la presidencia con sólo 0,56% de ventaja respecto a Andrés Manuel López Obrador. Además, no debe obviarse el efecto del anuncio de resultados que no son representativos, como sucedió en nuestro país también. Es decir, una vez finalizada la votación, las actas comienzan a ser enviadas al Instituto Federal Electoral (IFE, entidad análoga al Jurado Nacional de Elecciones peruano), y obviamente, las primeras actas en llegar son aquellas que se encuentran en la capital, más cercanas al local del IFE. La capital mexicana es un bastión de la izquierda, donde AMLO ha tenido el apoyo mayoritario, lo que ha determinado que los primeros resultados dieran la victoria al candidato del PRD. No obstante, no hay evidencia que se haya llevado a cabo un fraude a favor del candidato del PAN.

El martes 28 de noviembre, días antes del cambio de mando, un espectáculo deplorable protagonizaron los nuevos parlamentarios tanto del PAN como del PRD, al armarse una pelea a golpes. Los miembros del PAN intentaron frenar a miembros del PRD que buscaban tomar el lugar mediante una valla humana. Finalmente se planteó una tregua de no agresión hasta las 8 de la mañana del viernes durante el cual Calderón debía asumir como presidente, la cual terminó a la hora exacta con nuevos golpes e insultos entre parlamentarios, poniendo fin a la “toma” del Congreso por los parlamentarios oficialistas y de oposición durante cuatro días.

A pesar de la amenazas de boicot del evento y de que Calderón no asumiría el mando en el Congreso, el presidente electo sí asistió a la corta ceremonia –duró menos de diez minutos- acompañado del presidente Vicente Fox, quien le entregó la banda presidencial. Mientras Calderón pronunciaba su primer discurso como presidente de México –en el Auditorio Nacional-, AMLO encabezaba una marcha pacífica de sus simpatizantes, la cual, sin embargo, habría contado con una menor asistencia que sus marchas anteriores. Afortunadamente, no se dieron enfrentamientos con los simpatizantes de quien se proclamó “presidente legítimo” de México e instauró un “gobierno alternativo”.

Si los eventos previos a la ceremonia donde Calderón asumió como nuevo presidente dan una idea de lo que será su próximo gobierno, la tarea de distensión y conciliación entre oficialismo y oposición debe ser el máximo objetivo del nuevo gobierno. No obstante, como adelantó el mismo Calderón, no puede esperar a llegar al diálogo entre las fuerzas políticas para actuar, porque de lo contrario enfrentará una parálisis en el gobierno que dará mayor legitimidad a las protestas de AMLO. Sólo mediante acciones concretas y relativamente rápidas es que Calderón podrá socavar el apoyo a AMLO, el cual con su intento de continuar con su “gobierno paralelo” puede estar en camino a perder el apoyo fuera del núcleo duro de votantes de izquierda. Como sostiene Kahhat (El Comercio, 2 de diciembre del 2006), “En la escena oficial, la polarización política entre el PAN y el PRD podría producir como consecuencia inesperada un resurgimiento del PRI… podría convertirse de súbito en el fiel de la balanza (amén de una reserva de moderación), dentro del proceso político mexicano”.

Ver también “La revuelta de Oaxaca y la negativa de AMLO” y “La victoria de Felipe Calderón en México

Mariana Olcese

Imagen tomada de: http://www.igadi.org/