Gobernando para cualquiera, menos para el Perú

Los peruanos estamos atravesando la peor crisis de gabinete que ha tenido hasta ahora el gobierno de Alejandro Toledo. Al designar a Fernando Olivera como ministro de Relaciones Exteriores, se desató la crisis ministerial total cuando Carlos Ferrero renunció a su cargo de premier. Así obligó a todo el gabinete, incluyendo al flamante canciller, a poner sus cargos a disposición del presidente de la República. Sin intentar hacer apología de nadie, esta es la crónica de una crisis anunciada.

No es necesario realizar un exhaustivo recuento de lo ocurrido a partir del miércoles 9, con la decisión del presidente Toledo de colocar a Olivera en el cargo de ministro de RREE. El jueves 10, día de la juramentación del líder del FIM sólo acudieron 9 ministros de 16 en total. Era sólo cuestión de minutos para que el gabinete entero se vea obligado a presentar su renuncia, dado que Carlos Ferrero había renunciado irrevocablemente a su cargo de presidente del Consejo de Ministros. Posteriormente, también llegó el anuncio de la renuncia irrevocable de Carlos Bruce al cargo de ministro de Vivienda y Construcción.

Después ocurrió una serie de eventos ya conocidos, entre los que se encuentran una ida desenfrenada a la Presidencia del Consejo de Ministros para encontrar a Ferrero, así como reuniones con el gabinete sin permitir la presencia de Olivera. También un anuncio, último recurso de Toledo, de haber pedido al gabinete poner sus cargos a disposición debido a la cercanía de la fecha límite para renunciar en caso deseen postular a algún cargo público en el 2006.

En un intento por solucionar por las buenas la crisis ministerial, Toledo se reunió con Olivera el viernes en la noche. Toledo le habría ofrecido dos o tres ministerios y OPDs (organismos públicos descentralizados) para que éste de un paso al costado. Finalmente, una vez Olivera salió del Palacio de Gobierno sin haber aceptado el ofrecimiento de Toledo, se anunció la recomposición total del gabinete, incluyendo al ministerio de RREE.

Sábado en la tarde, Olivera, rodeado de sus colaboradores más cercanos, declaró que ni él ni ningún miembro de FIM volvería a integrar ningún gabinete del presidente Toledo ni ocuparía cargos públicos. Claramente afectado por la situación, responsabilizó a Carlos Ferrero de haber planeado su asesinato político y moral. Además, sin mencionar el fin de la alianza PP-FIM, declaró que al parecer, el FIM ya no es necesario para el partido oficialista. Lo contrastó con la situación de hace unos meses, cuando resultó indispensable para temas como la vacancia presidencial y la última votación para la presidencia del Congreso.

Se intenta decidir quién ha sido el culpable de esta crisis. ¿Puede haber sido Ferrero? El ex premier firmó la resolución en la que se designaba a Olivera como canciller, sólo para renunciar al día siguiente y obligar al nuevo ministro de RREE a poner su cargo a disposición del presidente. Su historia de amagues políticos, esgrimida por Olivera como explicación de su desestabilizadora actuación la semana pasada, tal vez hizo que su amenaza de renuncia no sea tomada en serio por Toledo en un principio.

¿Puede haber sido Olivera? A pesar del rechazo que generaba en el gabinete, especialmente en Carlos Ferrero, aceptó el cargo de canciller sin considerar, o tal vez desestimando, las consecuencias previsibles de su designación. A nadie resulta sorprendente que Olivera lo hiciera, ya que desde el incidente entre él y Bruce, la posibilidad del premierato o la cancillería estaba ya en el aire. Y desde ese momento, se alzaron voces de protesta y de rechazo, inclusive desde PP.

Más allá de discutir sobre la culpabilidad de los protagonistas, es necesario analizar la actuación del presidente Toledo. Hizo oídos sordos a las manifestaciones opositoras a la posibilidad que Olivera integre al gabinete, no sólo de los miembros de su propio partido, sino además de la opinión pública y de los restantes ministros. Se debió tomar en cuenta los últimos eventos, y enfrentamientos entre Olivera y el gabinete, por la ordenanza Cuaresma. Ya desde el espaldarazo a Olivera sobre Bruce, podía verse como esta crisis comenzaba a alzar vuelo. Esto es, sin considerar lo que hubiera sido la gestión de Olivera como canciller tomando en cuenta su posición respecto a la legalización del cultivo de coca en el Cuzco.

Con la caída libre de la popularidad del presidente Toledo (de 16% a 8% según la encuesta flash hecha por Apoyo en Lima), se deduce quien debió prever las consecuencias, más allá de las responsabilidades personales de Ferrero y Olivera. Se ha hablado de la importancia que la alianza puede haber tenido para el presidente, así como del poder y la influencia de Olivera sobre Toledo – Te necesito, Fernando-. Desgraciadamente, la semana pasada, Toledo no gobernó para el país, prefirió gobernar para sí mismo y para su alianza.

Ahora, el presidente ha quedado sin alianza y sin gabinete, por lo menos hasta el día de hoy.

Mariana Olcese