Valores y buenas costumbres

En 1983, el gobierno de Acción Popular pretendió repartir en todas las escuelas estatales para cada alumno y alumna un ejemplar del Manual de Urbanidad y Buenas Maneras o Manual de Carreño. El Ministerio de Educación buscaba evitar la pérdida de los “valores” y las “buenas costumbres”.

Para quienes no saben, el Manual… es un compendio de textos escritos en 1853 por el diplomático y pedagogo venezolano Manuel Antonio Carreño, que pretendía difundir nociones básicas de etiqueta social, moralidad y civismo, importantes para todo caballero y toda dama. Los textos, varias veces actualizados, tienen su equivalente moderno y nacional en el libro Ese dedo meñique, primera edición escrita en 2003 por la ex Miss Perú 1965 Frida Holler.

Ayer como hoy existe gente convencida que la sociedad peruana ha perdido valores (honestidad, puntualidad, responsabilidad, etc.) y buenas costumbres (asearse frecuentemente, saludar, pedir permiso, etc.) de antaño. Digo que no hemos perdido nada, porque nunca tuvimos algo. Mejor dicho, esos valores y esas buenas costumbres jamás fueron de la mayoría.

Esos valores y esas buenas costumbres se plasmaron en Europa a consecuencia de la Revolución Industrial en el siglo XIX. El filósofo alemán Kart Marx acertó cuando llamó a esos valores y esas costumbres de “burgueses”, porque es la burguesía o clase media quien los difunde, transforma y preserva. Valores y buenas costumbres que tardan muchos años en consolidarse e inspiran la movilidad social de sectores menos instruidos y sofisticados. O sea, son las primeras cosas que aspiran tener los pobres que pretenden dejar de serlo.

¿Qué pasó en el Perú? Fácil: debido a la escasa industrialización y la existencia de mercados cerrados, la economía se desarrollo poco y la sociedad provinciana se mantuvo. La burguesía era pequeña y nunca asimiló completamente esos valores y esas buenas costumbres. Ni hablar de la antigua oligarquía, toda apariencia y nada de sustancia.

Por mucho tiempo el Perú fue un país violento, bárbaro y primitivo. Sólo así podemos entender que en 1935 el Ministerio de Gobierno y Policía queme en los hornos del sótano de su sede cuatro mil ejemplares del libro Apuntes para una interpretación marxista de la Historia Social del Perú, escrito ese año por el historiador socialista Ricardo Martínez de la Torre y pocos peruanos se indignaran por aquel acto hitleriano.

Hasta la década de 1970 esos valores y esas costumbres aún eran referencia para varios sectores de la sociedad, pero la destrucción de fuentes creadoras de riqueza y el trastorno de las estructuras sociales cambiaron todo. Desde entonces y hasta este decenio, el Perú vivió un lento proceso de incivilización y encanallamiento. Aquella expresión “jodes o te joden” cobró plena vigencia. Este proceso lo vivieron Cuba y Nicaragua, lo vive ahora Venezuela.

A diferencia de la propaganda, esos valores y esas buenas costumbres no pasan por los sistemas educativos: acabarían como palabras vacías. Pasan por una economía dinámica, una gran movilidad social y mucho contacto con el exterior.

Por Gian Carlo Orbezo Salas, columnista invitado

Imagen tomada de: http://www.elheraldo.com.co/

4 thoughts on “Valores y buenas costumbres

  1. La cultura debe ser demostrada desde nuestro propio interior, lo que nos dice nuestra propia ética al actuar. En éste país la gente no se valora a si misma ni mucho menos respeta, no son único y menos originales, sino que para enocntrarse a si mismo deben de igualarse a los demás, que también estan escasos de principios y valores, una sociedad muerta que copia a los demás, prejuzga y no quiere cambiar.

  2. Eectivamente, los valores y las buenas costumbres son algo que se debe cultivar para que con el tiempo se coseche frutos valiosos. Considero que este tipo de ensenanza debiera ser promovido desde el seno del hogar, sin embargo, debiera ser difundido y puesto en practica por las escuelas ya que ello contribuiria grandemente al bienestar de una sociedad. Esto es un arma a la que se debiera recurrir en su moment, para combatir anticipadamente la delincuencia.

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