El mito de la Constitución

En 1920, una gran muchedumbre se congregó en la Plaza de Armas de Lima. Hacía poco tiempo, los constituyentes partidarios de la dictadura de Augusto Bernardino Leguía acababan de aprobar una nueva Constitución.

La gente reunida ese día escuchó atentamente al Ministro de Gobierno proclamar en voz alta desde el balcón del antiguo Palacio Municipal cada uno de los artículos del nuevo texto constitucional. A medida que avanzaba en el relato del articulado, los presentes aplaudían con euforia inusitada.

No era para menos. Muchos peruanos depositaron sus últimas esperanzas de alcanzar los “ideales republicanos” (libertades civiles, soberanía popular, igualdad ante la ley, ciudadanía) que se habían hundido por la hegemonía civilista en la República Aristocrática con la nueva Constitución. Trece años después, la dictadura del comandante Luis Miguel Sánchez Cerro la sustituye por otra de corte fascista ante la más absoluta indiferencia del pueblo.

Si bien los ideales republicanos fueron reemplazados por los “ideales revolucionarios” (gobierno popular, justicia social, redistribución de la riqueza, independencia económica), el poco respeto que los peruanos tenían hacia las constituciones desapareció para siempre.

Desde entonces, a la gente le importa un pepino los textos constitucionales. Pocas personas lamentaron que en 1979 la Asamblea Constituyente no proclamara un “Día de la Constitución” (somos uno de los pocos países del mundo que no tiene esa celebración) para conmemorar el texto constitucional “pactado” entre el APRA y el Partido Popular Cristiano.

De igual modo, a pocos les interesó que Alberto Fujimori no cumpliera su promesa de convocar un plebiscito para su propuesta de reforma constitucional (tampoco convoca a otros plebiscitos que prometió en sus dos primeros años en el poder), derogara la Constitución de 1979 y que después el Congreso Constituyente Democrático (CCD) la restableciera para crear una nueva.

Pese a esa evidencia, hay necios en la “alianza” entre el Partido Comunista, Patria Roja y el Partido Nacionalista (¿?), muy influidos por el pensamiento rousseauniano del siglo XVIII, convencidos que los peruanos anhelan un nuevo “pacto social” (constitucional) de trescientos o cuatrocientos artículos. No entienden que tras Haití, Ecuador, Venezuela y Bolivia, el Perú es el país latinoamericano con más constituciones en su historia. Vergüenza.

No entienden que las constituciones demoran, como mínimo, quince años en entrar en vigencia todos sus artículos y a pesar que la Constitución de 1993 es “quinceañera” desde diciembre pasado aún no se aplica todo su articulado. Tampoco entienden que si ese texto ya adquirió “legitimidad de ejercicio”, aunque no tenga “legitimidad de origen” (queda todavía la duda por el resultado del referéndum constitucional en 1993), es compatible con los “ideales democráticos” (participación popular, igualdad social, honradez, eficacia) de estos tiempos.

Si las constituciones continúan siendo delirio de soñadores o instrumento de déspotas, pronto nacerá otra que a pocos importará.

Por Gian Carlo Orbezo Salas, columnista invitado

Imagen tomada de: http://www.el-nacional.com/

3 thoughts on “El mito de la Constitución

  1. Y acaso es culpa solo de los politicos la desinformacion sobre las constituciones? acaso nosotros como pueblo queremos saber que dice nuestra constitucion? hacemos algo por saber nuestros derechos y obligaciones? en los colegios nos ensenan sobre este tema? los medios hablan sobre la constitucion? y si lo hacen solo la nombran nunca la tienen a la mano y la leen cuando hacen referencia a ella. Divulgar la constitucion debe ser un problema de estado, todos los peruanos debemos leer la constitucion de nuestro pais desde el colegio , quiza ese dia sabremos pedir , exigir y reclamar mas .

  2. no hay duda! k el articulista goza de plena felicidad, en una sociedad plena, desarrollada, con justicia social y todos los adornos democráticos, k son parte de la adorada constitución de 1993. xD , pero k bien estamos, creok encontramos el camino hacia el paraiso

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