Las carreras ministeriales de Luis Carranza y Remigio Hernani no podrían transcurrir por cursos más distintos. Mientras Carranza fue convocado esta semana para que retome el cargo al que renunció por propia voluntad hace seis meses, es probable que Hernani no llegue ni siquiera a los tres meses como ministro. Esta semana, su cabeza pendió de un hilo, y sólo la intervención providencial del presidente Alan García lo salvó de convertirse en el tercer ex ministro del Interior del actual régimen.

El regreso de Carranza el lunes 19, tras un interregno de sólo seis meses, fue anunciado junto con la renuncia de Luis Valdivieso, lo que hace suponer que García sólo esperaba la confirmación de Carranza para anunciar el cambio. Si bien se informó que el saliente Valdivieso dejaba el cargo por motivos personales, las razones de su partida son otras. Todas las versiones indican que los motivos personales fueron, más bien, del presidente García que extrañaba la “buena química” que tenía con Carranza (El Comercio, 20/01/09). Sin embargo, también habrían habido razones de fondo en el relevo. Al presidente le habría molestado la demora de Valdivieso en presentar el plan anticirsis. Éste habría sido elaborado sin mucho detenimiento, tras las presiones del sector empresarial (al que García II parece siempre dispuesto a escuchar). En su primer contacto con la prensa, Carranza no pudo evitar hacer leña del árbol caído cuando reconoció que, en efecto, la presentación del programa de paliativos frente a la crisis se había demorado, y que así se lo había hecho saber al presidente en diciembre.

Como no podría ser de otra manera, el llamado autor del “milagro económico peruano” fue recibido cual hijo pródigo por los empresarios, para quienes se trata de un ministro que transmite “tranquilidad y confianza” (La República, 20/01/09). Como tampoco podría ser de otra manera, para la CGTP se trata de un cambio irrelevante pues se mantiene en pie el modelo económico “injusto, excluyente y explotador”, en palabras del vicepresidente de ese gremio, Olmedo Auris. Para los mercados, la trayectoria de Carranza transmite confianza en los actuales tiempos de crisis.

Mientras Carranza era convocado esta semana para lidiar con la crisis económica en ciernes, Hernani demostró que su manejo de crisis es bastante pobre. El martes 20, dos suboficiales de la policía perdieron la vida durante el violento intento de desalojo del Santuario Histórico Bosque de Pomac, en Lambayeque. El santuario llevaba siete años ocupado ilegalmente por más de 200 familias, pero una orden judicial había dado luz verde a la policía para llevar a cabo el desalojo. Sin embargo, los policías destacados acudieron sin armas de fuego al operativo. Al frente tenían a un grupo de francotiradores escondido entre los árboles (El Comercio, 21/01/09).

Al ser increpado por la prensa, Hernani ensayó una justificación poco afortunada. “El presidente Kennedy, de Estados Unidos, con toda la inteligencia, con todos los superagentes, fue asesinado”, fue el lamentable argumento esgrimido por Hernani (El Comercio, 22/01/09). Sin embargo, las fallas logísticas del operativo y la muerte de los dos suboficiales no fueron argumentos suficientes para que García obligara a su ministro a cargar con los costos políticos. “La renuncia del ministro no se justifica de ninguna manera porque la meta se cumplió”, dijo García el jueves 22. El presidente se refería al hecho de que en el segundo día de operativo, 350 policías habían logrado desalojar las 1700 hectáreas invadidas.

Pese al auxilio presidencial, el futuro de Hernani es incierto. Su renuncia ha sido exigida por legisladores de diferentes bancadas, incluso la oficialista. “Censura”, se empieza a escuchar en los Pasos Perdidos.

Ignazio De Ferrari