Crónica semanal (28 de junio al 4 de julio)

Esta semana, el presidente y algunos miembros del gobierno disputaron una escaramuza mediática con el Partido Aprista, ganador de los últimos comicios presidenciales. En el centro del debate estuvieron las supuestas “bombas de tiempo” que deja la administración Toledo.

El motivo principal de la disputa estuvo estrechamente relacionado con la subida de la popularidad del presidente. Al ver que su aceptación en la ciudadanía ha dado un salto importante, Toledo no ha dudado en alabar su gestión y ha llegado a desafiar a sus sucesores a superar su gestión. Esto, a su vez, no le ha gustado nada a los apristas que temen que la vara con los que se los mida sea muy alta.

Los números no mienten. Según una encuesta realizada en Lima y Callao entre el 23 y 24 de junio por el Grupo de Opinión Pública de la Universidad Católica, la aprobación de la gestión del presidente llega al 51%. Al mismo tiempo, un 50% cree que el próximo lustro será algo mejor. Eso indica que las expectativas con miras al quinquenio que se viene no son bajas.

Detrás de los enfrentamientos de esta semana podrían haber temores ocultos departe de los apristas. En los últimos 26 años, ningún presidente se ha retirado de palacio con un índice de aprobación más alto del que goza Toledo actualmente. En ese sentido, en la estrategia de largo alcance de los partidarios de la estrella, podría estar ya la elección del 2011 en la que Toledo podría volver a postular. El APRA tendría que acudir a esos comicios con un candidato nuevo y Toledo, que en las campañas no se desempeña mal, tendría buenas oportunidades de volver a salir elegido.

De ahí se desprende la teoría de las “bombas de tiempo” que supuestamente deja el gobierno saliente. Cuando se escucha esas palabras en boca de dirigentes apristas, pero no para realizar una autocrítica, sino para fustigar a un gobierno que deja al país bastante mejor de lo que lo recibió, a uno lo embarga la seguridad de que entre los compañeros, todo funciona en clave de cálculo político. Para los menos memoriosos: bombas eran las de las épocas del gobierno aprista. Bombas que el tiempo parece haber borrado de las mentes de millones de peruanos.

Ahora bien, eso no significa que la gestión de Toledo haya sido ejemplar y que deje un paísmodelo, como parece querer hacernos creer. La administaración de los últimos cinco años ha sido ordenada y ha dejado un país con las cuentas en azúl y con un crecimiento notable de las exportaciones. Sin duda destacable. Pero Toledo no puede olvidar que la situación social, en especial en el sur del país, es sumamente precaria. Y si juzgamos por la última elección, son esos pobres de la sierra sur los que votaron por una opción de, cuanto menos, dudosas credenciales democráticas.

Ignazio De Ferrari