Alan García y el APRA decidieron apoyar la ratificación del TLC en esta legislatura, previo a asumir las riendas del gobierno. El apoyo al TLC con Estados Unidos es un mensaje político claro de parte del próximo presidente. En la agenda del líder aprista figura también un tratado similar con Chile.
Si bien la asunción del mando del nuevo Presidente de la República está programada recién para el 28 de julio, el mandatario electo, Alan García, tomó esta semana la primera decisión de importancia con miras a los próximos cinco años de gobierno. Luego de permanecer en silencio con respecto al TLC durante la campaña presidencial (despertando la ira de Ollanta Humala que lo emplazó en numerosas oportunidades a fijar posición), García decidió prestar los votos de su partido para que el tratado comercial se ratificara antes del final del mandato de Alejandro Toledo.
Por razones de cálculo político, durante la campaña García no se atrevió a respaldar el TLC. Sin embargo, el entonces candidato se mostró en más de una ocasión favorable a que fuera el próximo Congreso el que decidiera si el acuerdo con los Estados Unidos se ratificaba. Pero esa situación cambió luego de que se conociera la composición final del Parlamento electo el nueve de abril. La alianza UPP-PNP obtenía 45 escaños y el fujimorismo 13. Y si bien el APRA alcanzaba una magra mayoría absoluta, necesaria para ratificar el tratado, junto a Unidad Nacional y los partidos menores (Acción Popular, Perú Posible, Restauración Nacional, Somos Perú), García prefirió ir por la vía segura y dar el sí en esta legislatura.
En la decisión del líder del APRA de no postergar la decisión hasta el inicio de su mandato tuvo seguramente que ver el hecho de no querer asumir el costo político directo de la aprobación del tratado. El cálculo de García parece haber sido el siguiente: en algunos años, si la percepción de amplios sectores es que el TLC ha resultado perjudicial, la gente renegará del gobierno que se encargó de su aprobación.
Desde el cuatro de junio, García ha querido dar muestras de responsabilidad y de modernidad y, en ese sentido, ha buscado acercamientos con las izquierdas moderadas de Sudamérica y ha tendido puentes con Chile y Brasil. Ha alabado las reformas emprendidas por la socialdemocracia en España y Chile y ha indicado que ese es el camino que seguirá su gobierno. Incluso, ha aceptado el reto de firmar un TLC con Santiago. En una entrevista con La República habló de superar nuestros complejos con Chile. Sin duda un discurso audaz y saludable que de llegar a concretarse en algún tipo de pacto, llevaría las relaciones bilaterales con Chile a una nueva dimensión. García parece entender que la integración es la mejor forma de superar traumas históricos.
El presidente electo parece tener sus ojos puestos en Sudamérica. La integración continental ha estado, desde su fundación, entre las prioridades ideológicas del APRA. En el contexto actual, luego del alejamiento de la Venezuela chavista de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), García ve la posibilidad de ejercer un liderazgo activo dentro de ese foro. Por lo pronto, ya ha hablado de convencer a Bachelete para que Chile retorne a la CAN.
Durante su mandato, Toledo cosechó éxitos en la arena internacional, pero éstos fueron el fruto de su alianza con Washington y de su acercamiento a Europa. En el contexto sudamericano, las relaciones con Chile se enfriaron y con el eje Venezuela-Bolivia se volvieron gélidas. Si bien Toledo se acercó al Mercosur y en especial a Brasil, la agenda con los Estados Unidos pareció ocupar la mayor parte de su tiempo. Es de esperar que García intente, sobre todo a nivel mediático, distanciarse un tanto de la política toledista. En ese sentido, es también de esperar que reinicie los acercamientos con Bolivia. Con Venezuela en cambio, el panorama es, al menos a corto plazo, menos alentador.
A su vez, García no podrá mantener nuevamente una relación tirante con Norteamérica. Durante su primer gobierno, García perdió el favor de Washington y de los organismos multilaterales al negarse a pagar más del 10% de la deuda externa. Sin embargo, los tiempos han cambiado y hoy en día son pocos los países que se atreven a enfrentarse abiertamente a la superpotencia mundial. En su mayoría se trata de Estados ricos en petróleo que, con los precios de ese recurso por las nubes, pueden osarse a acometer empresas de ese tipo.
En general, García inicia su gobierno con un panorama externo favorable. En lo económico, el TLC con Estados Unidos representa una oportunidad única de acceder al mercado más importante del mundo. El precio de los minerales se mantiene alto y los analistas no esperan que baje en el corto plazo. Y en relación con la política con los vecinos sudamericanos, los viajes a Brasil y Chile parecen haber sido fructiferos.
Ignazio De Ferrari
Saludos
Con el tema del TLC García se ha manifestado demasiado ambiguo (creo que lo he repetido tanto que ya hasta suena tonto), demasiado “político” (no fija posiciones, luego apuesta sobre seguro yendo en contra de lo dicho -que sea el próximo Congreso el que lo ratifique- con demasiado cálculo electoral).
Lo que sí es cierto, es que García se está alineando con el “otro eje· suramericano, dándole la espalda (al menos de boquita) a Venezuela-Bolivia y “olvidándose” de otros gobiernos “no tan amigos”, para tirar por lo seguro, economías apetecibles con gobiernos de partidos “similares” al propio (el PSCh con el APRA son amiguitos de toda la vida). Que Chile vuelva a la CAN sería un buen logro. Aunque no sería mala idea que García dejara de lado su orgullo y boquita para acercar posturas con Venezuela y Bolivia (sobre todo con ellos).
En fin, un buen artículo como los que suelen colgar por estos lares
Hasta Luego ;)
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DESEARIA SABER SI ACTUALMENTE COMO PRESIDENTE ALAN GARCIA SIGUE APOYANDO AL TLC con EEUU, es para un trabajo extenso del tratado de libre comercio
Se ha comentado sobre la aprobacion de l TLC, pero en realidad no se está avanzando, el senado EEUU, parece entrever que no lo aprobaria, que beneficios rendríamos y que enque nos perjudiacaria, sobre este tema se a tomado poco en cuenta, las grandes empresas transnacionales no dan a enterder su punto de vista.