El reto de la gran coalición

Diez días atrás el líder aprista, Alan García, hizo un llamado a todos los partidos democráticos a formar un frente con miras a gobernar entre el 2006 y el 2011. Sin embargo, unos días después, en un mitin en Villa El Salvador lamentó que los principales políticos del país no hubiesen tomado su propuesta con seriedad. Al parecer, siguiendo el dicho dime con quien te juntas y te diré quien eres, a los demás líderes partidarios la idea de una alianza con García no les entusiasmó demasiado.

Acuerdos previos

¿Qué es lo que puede llevar a los partidos políticos a querer gobernar en una coalición? La posibilidad de tener acceso seguro al poder, pese a que éste se tiene que compartir.

Para que una coalición de gobierno multipartidaria sea viable, debe cumplir ciertos requisitos. Para empezar, la coalición debe ser formada antes de la elección en base a un programa de gobierno común. En ese sentido, el anuncio de Transparencia de fiscalizar las promesas electorales de los candidatos es una medida positiva. De llegar al poder una coalición de este tipo, podría llevar a cabo más fácilmente su programa puesto que eventualmente contaría con una mayoría parlamentaria.

Otro punto en el que debería haber un acuerdo es en torno a la distribución de los cargos de gobierno. Si bien los resultados electorales definirán el peso de cada partido en la coalición, es importante que el número de cargos (ministerios, por ejemplo) que reciba cada partido se mantenga estable a lo largo del período gubernamental. A su vez, el hecho de contar con un programa común, no debe impedir que los miembros de la coalición tengan un nivel mínimo de independencia en los sectores que comandan.

Los riesgos y las posibilidades de la concertación

Alan García ha citado el ejemplo de la Concertación chilena como uno de los modelos a seguir. En Chile el gobierno es compartido por tres partidos, la Democracia Cristiana, el Partido Socialista y el Partido por la Democracia. El candidato presidencial se establece en elecciones internas. Desde el final de la dictadura de Pinochet, la Concertación ha gobernado de manera exclusiva. Mientras que en su función gubernativa ha sido eficaz, algunos críticos empiezan a ver un copamiento coalicional que está llevando a la calcificación del sistema. La coalición deja de convertirse en un espacio de negociación para convertirse prácticamente en un partido político. Lo que se produce entonces es una excesiva burocratización, ligada al éxito electoral, de modo que se pierde el contacto con las bases sociales a las que se representa.

Sin embargo, lo que en Chile ha llegado a convertirse en un problema, en el Perú puede ser una posibilidad. Como señalan Marcelo Cavarozzi y Esperanza Casullo en El asedio de la política: los partidos latinoamericanos en la era neoliberal, el problema latinoamericano ha sido la oscilación entre sistemas de partidos rudimentarios en constante refundación como el peruano, y sistemas calcificados como el referido en el caso chileno. En nuestro caso, el bajo nivel de institucionalización partidaria hace difícil pensar en una calcificación. En cambio, se trata de la posibilidad de construir coaliciones de gobierno viables.

Otro de los riesgos que se asocian con coaliciones de gobierno amplias, es el excesivo poder que se les da a las minorías, que pasan a tener capacidades de veto muy amplias. De nuevo, esto puede representar una posibilidad para que las decisiones que se tomen sean más incluyentes y de consenso. Es de esperar, sin embargo, que los actores estén dispuestos al diálogo. Finalmente esa es la idea de una coalición.

Suele decirse que un indicio de solidez en un sistema de partidos es la alternación en el poder de las principales organizaciones políticas. En ese sentido, el modelo ideal es el británico en el que laboristas y conservadores alternan el poder en un sistema bipartidista. Lo que se tiene es un partido de centroizquierda y un partido de centroderecha, que representan intereses distintos y, al alternar el poder, permiten que todos ellos tengan cabida.

Si bien en una sociedad relativamente homogénea, el bipartidismo puede ser positivo, en sociedades heterogéneas como la peruana, un sistema de ese tipo no sería eficaz. La solución pasa más por acuerdos de largo plazo y coaliciones entre diferentes partidos y diferentes grupos sociales que representen a más de un interés en particular. No se trata de formar una alianza entre partidos cuya base social sea la misma. La idea es construir un proyecto político de largo alcance. Si esa es la idea de García, es lo más sensato que se le ha escuchado en muchos años.

Ignazio De Ferrari

2 thoughts on “El reto de la gran coalición

  1. Hola mis estiamdos amigos les escribe un libre pensador que a los 61 años piensa entrar en politica con el MOVIMIENTO FUERZA SOCIAL CAJAMARCA para cambiar la mentalidad de todos los cajamarquinos y de los peruanos, que volvamos a tener credebilidad en lo que se dice con lo que se hace creo que ese a sido y sigue siendo el peor engaño para la pobre gente que jugaron con sus ideales y sentimientos.
    Ojala los padres de la patria que nos gobiernan cambien primero su corazon despues su mente, y su trabajo sea al servicio de su PAIS y se puede concertar, acordar, estipular, decidir, ajustar, pactar, cotejar, convenir, tratar, deliberar, proyectar etc etc PERO SIN MENTIR SUERTE

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