De la patada a la convergencia: la oposición fallida de Alan García

El anuncio de Alan García de apoyar una candidatura única de todos los partidos democráticos intenta poner fin a una serie de hechos fallidos por parte del APRA y, en especial de su líder. Sin embargo, podría tratarse de una simple estrategia para salirse del ruido político y recuperar fuerzas de cara a la campaña electoral que se avecina. La posibilidad de un frente de todos los partidos es aún muy lejana. Y el final de la carrera de García también.

Día de la Fraternidad en Alfonso Ugarte. Reunión multitudinaria de compañeros en las afueras del local partidario. En el estrado, el líder Alan García se refiere a la importancia de formar una alianza en la que estén integradas todos los partidos democráticos y que esté en condiciones de hacer frente a las demandas de la población a partir del 2006. Habla incluso de dar un paso al costado si es que de esa manera va a contribuir a la formación de la tan ansiada coalición. Las banderas en las que se lee Alan presidente se van escondiendo.

Al día siguiente, sábado 18 de febrero García señala desde Trujillo, cuna del aprismo y de su fundador, Victor Raúl Haya de la Torre, que el partido debe ir desprendiéndose de su liderazgo. El APRA dice, cuenta con una de las mejores planas dirigentes del país. Muchos de ellos, sin embargo, han estado en el gobierno entre el 85 y el 90.

El fracaso del candidato permanente

En las elecciones del 2001 los votantes le encomendaron a Alan García las riendas de la oposición, en su condición de presidente del segundo partido más votado. Lourdes Flores lo supo entender y de inmediato pareció cederle el protagonismo. Posteriormente, la bancada de Unidad Nacional, al igual que la del partido de gobierno, fue sufriendo algunas deserciones, con lo que la capacidad de negociación de la coalición de derechas y, por lo tanto, el liderazgo de Flores se vio afectado. El otro referente importante, el ex presidente Valentín Paniagua, al no haber sido candidato no estaba llamado a liderar la oposición.

Político de verbo fácil y de un populismo avasallador, a García el liderazgo de la oposición parecía caerle como anillo al dedo. Sin embargo, tras más de tres años y medio de gobierno, todo indica que la imagen del ex presidente ha sufrido un considerable desgaste.

En los pasillos de Alfonso Ugarte nadie se atreve a cuestionar a su presidente. Las bases, los dirigentes de rango medio y la cúpula del partido saben que las posibilidades de volver a Palacio dependen exclusivamente de García. Si en 1985 alcanzaron por primera y única vez el poder fue gracias a él. Además, en caso existieran, la férrea disciplina aprista suele impedir la filtración de cualquier desentendimiento en los medios de prensa.

De esa manera, el 28 de julio de 2001 García asumió el liderazgo de la oposición e inmediatamente se convirtió en candidato a presidente debido, en parte, al caos en que rápidamente cayó el gobierno. La consecuencia de eso ha sido una sobre exposición en los medios de comunicación y la obligación de ofrecer constantemente soluciones a los numerosos deslices del gobierno, lo que hace que las expectativas de la gente sean muy altas.

A Alan García su primer gran desliz le costó carísimo. En julio del año pasado su partido decidió plegarse a una movilización convocada por la CGTP. Si bien los sindicalistas pedían la renuncia de Toledo, el APRA acudía para exigir al gobierno atender las demandas populares. El paro fue un rotundo fracaso. Además, ese día quedó en el recuerdo debido a la patada que García le propinara al ciudadano discapacitado Jesús Lora.

Las críticas no se hicieron esperar. Si el APRA contaba con la segunda bancada en el Congreso y aspiraba a controlar la mesa directiva, ¿cómo podía plegarse a una huelga convocada por una organización cuyos estatutos hacen referencias al marxismo y a la lucha de clases? La huelga reveló lo limitada de la capacidad del APRA para establecer alianzas al interior del Congreso. Y la patada, reabrió los cuestionamientos sobre las cualidades éticas del caudillo aprista.

Desde entonces, la agenda del partido de la estrella parece haber estado centrada en conseguir la vacancia presidencial. Y en su intento han vuelto a fracasar. Su promocionada cruzada por la inversión foránea tampoco ha despertado mayor interés entre los empresarios y la clase política. Apelando a la historia, entienden que se trata una vez más de la célebre escopeta de dos cañones.

¿Una nueva estrategia?

El posible paso al costado de Alan García está lejos de ser una renuncia definitiva a la carrera presidencial. Probablemente se trata de una simple estrategia para, en los próximos meses, salir del radar de la prensa y volver con fuerzas para la campaña. O quizá lo que busca García es ser el primero en proponer una gran coalición para que en el momento en que las negociaciones fracasen, cosa que es muy probable debido a las diferencias que dividen a las principales organizaciones políticas, el APRA pueda argumentar que hizo todo lo posible por alcanzar el consenso.
En los últimos días se ha escuchado hablar del epílogo de Alan García. Se ha puesto en cuestión su capacidad de ganar una nueva elección y se ha dicho que eso lo estaría llevando a dar un paso al costado. Resulta un tanto apresurado puesto que García está lejos de acabado. El discípulo de Haya de la Torre, desde muy joven llamado a reemplazar al gran líder cuando éste pasara a sus cuarteles de invierno, conoce probablemente mejor que nadie cómo manejar un partido político. Además, las campañas políticas son su ambiente natural, es ahí donde se siente como pez en el agua. Y a la hora de la hora, podría dar el golpe.

Ignazio De Ferrari