La negociación del TLC entre Perú y EE.UU. ha terminado. La discusión de fondo recién comienza. Mientras que para algunos el TLC es garantía de crecimiento y estabilidad, otros vaticinan una catástrofe social.

Como era de esperarse, el rechazo más fuerte vino desde el sector agrícola, particularmente de los productores de azúcar y arroz. Sin embargo, se ha decidido esperar con las protestas hasta que se difunda el texto del TLC. Por el momento, el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo solo ha publicado resúmenes sobre las diversas áreas. Según Caretas, el documento oficial consta de 450 páginas y actualmente está siendo traducido del inglés al castellano.

Las posiciones a favor y en contra del TLC no son, en realidad, contradictorias. Más bien, reflejan los dos lados del acuerdo. No hay que ser mago para adivinar que aquellos productos “estrella” que en la actualidad tienen buena demanda en los EE.UU. se beneficiarán con la eliminación de barreras. Tampoco resulta difícil vaticinar las dificultades que van a enfrentar aquellos sectores del agro que deberán competir con los productos subvencionados por parte de los EE.UU. tales como el algodón. Pero, ¿cuál es la proporción entre uno y otro, entre costo y beneficio?

Según el Ministerio de Agricultura, en Perú el 26 % de la población económicamente activa (PEA) labora en la agricultura. En el área rural llegan a ser 65,5 %. En EE.UU., según la página web de la CIA, la agricultura produce apenas 0,9 % del Producto Bruto Interno (PBI). Emplea a menos del 2 % de la PEA. En pocas palabras: ellos tienen poco que perder, nosotros mucho. Al respecto, el semanario Caretas escribe en su edición 1904:

Para nadie es un secreto que el TLC con EE.UU. generará “ajustes estructurales”. El gobierno anunció medidas compensatorias por S/. 200 millones para sólo tres productos: el trigo, el algodón y el maíz. Otros productos como el arroz, el azúcar, las carnes de cerdo y pollo o los lácteos no han sido considerados. Los mecanismos de compensación dominan el debate en la actualidad.

Pero las compensaciones solo sirven para paliar los problemas de forma temporal. Lo mismo sucede con las cuotas de importación que el Perú logró arrancar a los EE.UU. para los primeros años de vigencia del TLC.

Hace unos meses, el investigador Carlos Zegarra planteó los puntos cardinales por donde debería discutir la discusión sobre el TLC. Sostiene Zegarra que más allá del TLC lo que importará finalmente será el escenario nacional. Según Zegarra, el peligro del TLC radica en hacerlo sin tener un “proyecto nacional” que sepa reconocer y promover aquellos productos que puedan competir en el extranjero. El ejemplo emblemático para el caso de Chile es el vino. Para el Perú es el espárrago.

El Estado no tendría que intervenir directamente en la producción – para eso está el ingenio de los ciudadanos. En cambio, sí le corresponde crear la condiciones necesarias para que estos productos puedan emerger (infraestructura vial, canales de irrigación, capacitación y asistencia técnica, etc.). El algodón de tipo tangüis o el aceite de palma son, según Zegarra, productos que podrían dar el salto a los mercados internacionales. Solo si logramos exportar con “banda ancha”, diversificando productos, ensanchando empleo, el acceso al mercado del gigante estadounidense será beneficioso, inclinando la balanza a nuestro favor.

Por Evaristo Pentierra