En unas elecciones que fueron reñidas hasta el final, en la que dos candidatas de fuste compitieron en los comicios metropolitanos más interesantes de las últimas dos décadas, el inesperado desenlace – o falta de éste – ha dejado un sinsabor en la ciudadanía. Tras dos semanas y media la espera continúa. La lentitud de la revisión de las actas observadas más que generar expectativa y suspenso, empieza a desesperar a los actores involucrados. Y con razón.