Esta semana comentaremos las controversiales declaraciones del Presidente de la República, Alan García, que han generado gran debate en los medios de comunicación y fuertes opiniones de algunas bancadas políticas.

La semana pasada, durante la reunión de los altos directivos (CEOs) latinoamericanos de entidades bancarias y financieras, el presidente Alan García quiso convencerlos una vez más de que inviertan en el Perú a pesar de la crisis. Para esto acudió a la realidad de estabilidad económica que el país vive hace ya algunos años. Sin embargo, cuando quiso garantizar estabilidad política a los inversionistas, su tradicional labia fue más allá de lo políticamente permitido. Citándolo, García afirmó que “En el Perú el presidente tiene un poder. No puede hacer presidente al que él quisiera, pero sí puede evitar que sea presidente quien él no quiera. Y lo he demostrado”, enfatizó.

Evidentemente, la intención de García fue asegurar a los empresarios que ningún candidato de tendencias opuestas a la inversión extranjera y libre mercado llegará al poder en las elecciones del 2011. Si bien muchos podemos estar de acuerdo en que un Presidente de dicha tendencia podría frenar el desarrollo económico que experimenta el país bajo el actual modelo, las declaraciones de García no han hecho más que renacer antiguos miedos antidemocráticos en el país y darle herramientas a sus opositores para atacar su postura.

Esa misma tarde, García intentó explicar lo que, según él, era el sentido de sus declaraciones ante los directivos bancarios. “Aquí no se digita a nadie”, sostuvo el presidente, y agregó que cuando hay democracia cada candidato tiene sus propios valores, pero si el presidente y el gobierno hacen bien las cosas, “resulta casi imposible que el pueblo vote en contra de ese modelo”. “A eso me referí esta mañana –agregó– al decir que el presidente no puede imponer un presidente, un candidato, pero logrando resultados efectivos y sociales sí se puede evitar que se vote en contra del modelo que defendió”. Para los actores políticos del país, estas aclaraciones no tienen ya ningún peso en comparación a la gravedad de lo que afirmó García anteriormente.

El líder del Partido Nacionalista, Ollanta Humala, advirtió a las fuerzas políticas y a los peruanos que el presidente García ha revelado que “va a haber un fraude electoral” en las elecciones 2011, y que sus palabras representan una amenaza al Estado de derecho y a la democracia. Citándolo, “Los peruanos estamos avisados de que en el futuro se vienen persecuciones políticas, campañas de desprestigio y la utilización del dinero de los contribuyentes y de los poderes del presidente para impedir y burlarse de la voluntad popular en las urnas”, alertó.

Asimismo, Humala aprovechó para aclarar la relación entre las supuestas intenciones de García con lo que ocurrió en los comicios electorales de 1990, dónde se le acusa a García de promover, en la etapa final de su gobierno, la demolición de la candidatura de Mario Vargas Llosa.

Por su parte, Lourdes Flores, otra de las posibles aspirantes a la presidencia en el 2011, calificó las palabras de García como “impertinentes e incompatibles con el sentir democrático”, y dejó establecido que “en democracia solo el pueblo puede definir quién gobierna y quién no gobierna”. Agregó que la afirmación de García podría interpretarse “como si dijera que tiene el poder para impedir un resultado, y utiliza los recursos públicos para perturbar una elección, y eso en buen cristiano se llama fraude”, anotó.

Por su parte, el ex Presidente Alejandro Toledo tampoco demoró en unirse a las críticas. Aseguró que “los peruanos no somos tontos” para dejarnos manipular por alguien que tiene el poder transitoriamente, como ocurre con García, y que cree que está predestinado para influir en los peruanos. Refirió que si el presidente convierte sus palabras en acciones concretas los peruanos, empezando por él, no tardarán en manifestar públicamente su protesta. “Si continúa con este autoritarismo mesiánico, quiero que tenga claro que tendrá a los peruanos otra vez en las calles. Las dictaduras hay que combatirlas, y yo estaré en la primera línea si la democracia y su calidad está amenazada”, manifestó.

Ante la cantidad de respuestas recibidas a sus declaraciones, García insistió nuevamente en que él sólo defiende el crecimiento económico y lo seguirá haciendo aunque algunos lo insulten o se sobresalten por ello. “Voy a luchar con todas mis fuerzas para que nadie detenga al Perú, para que ningún modelo primitivo detenga nuestra patria”, indicó. “Tengo una obsesión –agregó el líder aprista–. Diez años más y nuestro país vuela por los cielos. Diez años más y tenemos diez años creciendo, manteniendo un rumbo, y necesitamos que ese rumbo continúe y se multiplique la cantidad de fábricas, empleos y carreteras”. Luego aseguró que la única forma de continuar el desarrollo es con un Perú fuerte, serio, responsable, respetado, “a no ser que queramos terminar sumidos en la crisis económica como otros países por aplicar experimentos absurdos”.

Sin duda alguna, las declaraciones de García llevan un toque mesiánico dónde intenta hacerse ver como el salvador de nuestro país. Más allá de que no podemos negar que han habido avances positivos en su gobierno, García parece estar olvidando que el Perú nos pertenece a todos los peruanos, y como tal la opinión de cada uno de nosotros debe contar. Sin embargo, lo importante en incidentes como este es que los peruanos sepamos responder a lo que nos parece equivocado sin por eso criticar todo lo que está a su alrededor. Debemos aprender a pensar en el futuro del Perú como Estado, más allá de nuestra aprobación o descalificación de los políticos de turno.

Por Mariana Costa