El precio justo

¿Cuál es el precio justo de un libro, un vaso de cerveza, o un envío postal? Sabemos que el mercado sirve para encontrar un equilibrio entre la oferta y la demanda, pero ¿en qué sentido este equilibrio es una cuestión de justicia? Algunos nos dicen que las desigualdades económicas son muestra clara de las insuficiencias del libre mercado. Otros sostienen que el libre mercado no es el problema sino la solución para remediarlas. En el tema del mes de junio, nos zambullimos en el asunto en busca de consideraciones básicas a tomar en cuenta.

¿Qué es un mercado libre?

Empecemos recolectando algunas características fundamentales de un mercado libre. La función de todo mercado es el intercambio de bienes y servicios. Todo intercambio es un asunto multilateral, en el cual dos o más actores transfieren algo a cambio de otra cosa. Hacer una donación o cometer un robo son acciones distintas en tanto constituyen no un intercambio, sino transferencias unilaterales (Steiner 1984, 225-228).

Para hacer una operación de mercado, es decir, para cambiar algo por otra cosa no es necesario tener dinero. Los niños que intercambian figuras de futbolistas son un ejemplo. Otro caso es la Alemania de la posguerra. Durante los primeros años después de la Segunda Guerra Mundial, y ante la devaluación extrema de la moneda oficial, los mercados alemanes empezaron a aceptar cigarrillos y café para la compra de productos. Y en algunos mercados rurales del Perú, el trueque es aún la forma más común de intercambio.

Otra característica de un mercado libre es la fijación de un precio. Éste puede ser determinado de forma unilateral por el vendedor. Pero lo cierto es que un cliente racional sólo accederá a pagar el precio si es que lo considera adecuado. Si un saco de papas cuesta 20% menos en la bodega de Pepe que en la bodega de María, lo normal es que los clientes compren papas en la bodega de Pepe.

La pluralidad de la oferta es, entonces, parte de lo que distingue a un mercado libre. Don Pepe tiene derecho a ofrecer el mismo producto que doña María y al precio que él considere conveniente. Un mercado libre es plural también en cuanto a demanda se refiere. Una persona que muere por comer papas y que está dispuesta a comprar todo el almacén de don Pepe tiene derecho a ofrecer un precio mayor al que los demás compradores están dispuestos a pagar. Don Pepe, por su lado, tiene derecho a entregar todas sus papas al mejor postor.

Esta tensión entre oferta y demanda es beneficiosa tanto para el comprador como para el vendedor. El precio más bajo es determinado por el vendedor más eficiente y el comprador más interesado. El comprador se beneficia de la competencia entre los vendedores del mismo producto. El hecho de que nadie ofrezca papas a un precio menor que don Pepe significa que nadie es tan eficiente como él en el negocio de la venta de papas. El día en que alguien –un supermercado, digamos– tenga la capacidad de ofrecer el mismo producto a un precio aún menor, los clientes sabrán recompensar la eficiencia del supermercado y dejarán de comprar donde don Pepe.

El vendedor, por otro lado, se beneficia de la competencia entre los compradores. Un mercado abierto asegura que un producto sea vendido a aquel cliente que esté dispuesto a pagar la mayor suma. Ambos aspectos, el de la eficiencia y el de las preferencias, hacen que el precio más bajo sea, en un mercado perfectamente abierto y en el cual los actores se ciñen a las reglas de juego, el precio adecuado. A la hora de establecer el precio más bajo, un mercado libre toma en cuenta el interés de los compradores en pagar lo menos posible y, además, el interés de los vendedores en obtener la mayor ganancia posible. Escribe Adam Smith:

No es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés (Smith 1998, I,ii,2).

Esta cita ha sido entendida, muchas veces, como una defensa del egoísmo a la hora de hacer negocios. Aquellos que sostienen esta interpretación ignoran que todo empresario vive de la dedicación a sus clientes y sus preferencias. Su panadería correrá peligro el día en que el panadero empiece a llegar tarde al trabajo, que su oferta pase de moda, o que sus clientes empiecen a pensar que cobra demasiado. Por supuesto, nada de lo dicho excluye que el panadero tenga gran interés en las ganancias que consigue con su negocio. Pero esta motivación es perfectamente compatible con una actitud de entrega hacia la clientela.

4 thoughts on “El precio justo

  1. me gustaria que ustedes definieran lo que entienden bajo egoismo (y si es que hay que calificarlo moralmente y en que medida), para que quede mas claro el parrafo que sigue luego de la cita de Adam Smith, que me parece interesante . por ejemplo, para algunos existe la buena envidia y la mala envidia y la buena envidia te permite ver tus carencias y/o darte cuenta de cosas que uno quisiera tener o llevar a cabo y la mala es cuando uno empieza a hacerle danio a otra persona por las propias carencias. Para otros la envidia es puro mal… De la misma manera algunos diferencian entre el buen egoismo y el egoismo malo, y otros que no hacen diferencia. Porque resulta evidente que si el panadero trata bien a su clientela y se entrega a ella es por su propio interes, y quizas seria tonto para el no hacerlo puesto que asi correria el peligro de perder clientes (al menos que el tuviera la unica panaderia de la ciudad y asi su clientela estaria asegurada). Y si es que el panadero no se entregase a su clientela por propio interes sino por otros motivos, este motivo tendría que ser el tipo de caracter que tiene, que lo llevaria a ser una persona conversadora, amigable, jovial, con “actitud de entrega”, etc.. en este ultimo caso su buena relacion con la clientela se basaria practicamente en la suerte y en la coincidencia de que el posee una panaderia y de que tiene buen caracter, y no en la reflexion ” que es lo mejor para que mi negocio ande bien”. Es decir la actitud de entrega se puede basar en el interes de llevar su negocio de la mejor manera posible puesto que es SU negocio y repercute en su vida O en el tipo de caracter que lo lleva a desarrollar interes y hasta carinio por las personas que ingresan en su panaderia con tanta frecuencia. Es decir no entiendo, por que el hecho de que un empresario viva “de la dedicación a sus clientes y sus preferencias” no pueda ser consecuenia de una decision egoista.
    Pregunto porque me da la impresion de que el parrafo hablase del egoismo desde un punto de vista moral en el que el egoismo es algo puramente malo, lo cual puede ser así, pero entonces será necesario definirlo.

  2. Muy buen artículo, la verdad que define claramente la posición librecambista tan vituperada en nuestros días. Sin embargo creo que se te olvidó mencionar que existen otras perspectivas: El free trade evolucionó como lógica extensión de la mentalidad mercantilista de las sociedades grecorromanas y sus descendientes europeos. Otras civilizaciones existieron y progresaron sin haber descubierto la moneda, adaptándose a las presiones de su entorno: es el caso de las altas culturas americanas, Egipto hasta el reino nuevo, China pre Song, etc. Ciertamente, la moneda facilitó el intercambio de bienes y servicios en un entorno caracterizado por poca población y muchos recursos, condiciones en la que vivían las culturas indoeuropeas antiguas. Sin embargo en las condiciones contrarias como las de la América precolombina (quiero decir muchos habitantes y pocos recursos), la economía se decantó en proto-estados centralistas que debían administrar eficientemente estos recursos o extinguirse, todo esto acompañado con las manifestaciones culturales y éticas correspondientes. Yo creo que el estado actual de las cosas en el mundo poco a poco se empieza a parecer más a la América precolombina que al Imperio Romano, de tal suerte que los pensadores modernos cada vez le ven más peros al modelo librecambista – eso sin contar con los peros de los ciudadanos de a pie -. Considero que si no desarrollamos nuevos modelos económicos nos veremos enfrentados a la encrucijada de cambiar o extinguirnos, como le pasó a tantas culturas en la antigüedad.

  3. El ambito de eleccion del consumidor sea esta acertada o esquivocada no tiene mayor importancia en la dinamica del mercado, ya que responde a un ambito interno de cada comprador o vendedor; por lo que me parece ocioso pero no innecesario hacer referencia de este tema (el de la eleccion). Por lo demas hay que indicar que los mercados libres son en sobremanera beneficiosos desde el punto de vista de consumidor, ya que de existir un monopolio (cual sea su origen) el que se vera beneficiado es el empresario aplicando sus precios monopolicos; definitivamente un libre mercado se da en un ambiente de competencia. Espero profundicen el tema de la competencia y la ficcion economica del monopolio natural.

  4. No olvidemos que cuando el producto o servicio disminuye, ingresamos al campo del Monopolio. Caso Telefónica, Repsol etc.
    Pero cuando el mercado se satura, el desarrollo se detiene porque los precios caen y las reinversiones se paralizan.
    Entonces, los excesos por deficiencia o abundancia son perjudiciales para un desarrollo sostenido. Naturalmente que la competencia beneficia al comprador pero a costa del desarrollo de un País. El monopolio beneficia a los productores y si las ganancias son bien reinvertidas, el País se beneficia a costa de los compradores.
    En todo esto tiene que ver la calidad y la productividad sobre todo cuando producimos hacia afuera. Las maquinarias que representan la tecnología de punta y que ingresan a los países tercermundistas, son manejadas a precios antojadizos. Porque no hay competencia desmedida, requisito indispensable que manejan las transnacionales.
    Manejar estos criterios no es tan fácil por más Macro y microeconomía que usted estudie. Si así fuera, todos los países estarían en el paraíso del equilibrio y el desarrollo económico. No olvidemos tampoco y mucho menos cuando hablamos de economía que: “El más fuerte siempre gana y el más débil, siempre pierde”…

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