Crónica semanal (14 al 20 de mayo)

Hace algunos años, en un lapsus de lucidez, el presidente Hugo Chávez pronunció la siguiente frase: “los latinoamericanos vamos de cumbre en cumbre y de abismo en abismo”. El juego de palabras del mandatario bolivariano reflejaba una verdad que sigue aún hoy vigente: de casi todas las cumbres a las que acudimos los países de América Latina salimos con las manos vacías, es decir con simples promesas de buena voluntad, de portarnos bien que, naturalmente, luego incumplimos.

En los últimos tiempos, las cumbres más inútiles han sido las que hemos compartido exclusivamente los países de la región. Y en el contexto andino, el foro principal, la Comunidad Andina de Naciones (CAN), ha sido el ejemplo perfecto de ineficacia. En vez de contribuir a solucionar las grandes incógnitas de realidades similares, las reuniones de los representantes de los Estados andinos más han servido para potenciar los problemas que frenan nuestro desarrollo. De modo que la Comunidad Andina, que históricamente debería ser el verdadero bloque bolivariano, se ha convertido en un foro vacío.

La historia nos muestra que la desunión ha prevalecido y que los factores han sido de distinta índole. A menudo las agendas bilaterales se han estancado debido a antiguos resentimientos, ligados, por lo general, a viejos conflictos limítrofes. A esas desavenencias, se ha sumado una división de carácter cultural no menos profunda entre la América andina y la América más europea del Río de la Plata.

En ese contexto de un subcontinente dividido, ha entrado en juego la globalización. Esta le ha dado un nuevo giro a la dinámica de las relaciones entre los países de la región. Por un lado, en materia comercial, el discurso de la globalización pone énfasis en la apertura de las fronteras, en la formación de grandes bloques comerciales, en la unión. Sin embargo, en la práctica los pequeños países andinos nos vemos enfrascados en una carrera contrareloj para ingresar a los mercados más grandes del mundo como Estados Unidos y la Unión Europea.

¿Por qué ha fracasado el diálogo en materia de apertura comercial dentro de la región? En la Comunidad Andina, parte del problema radica en la falta de complementariedad en lo que los países del bloque producen. Nuestros productos son muy similares, de modo que no se perciben grandes ventajas en el comercio entre los países del bloque. En el Mercosur, el miedo de los países más pequeños, incluso de Argentina, a ser acaparados por Brasil, ha hecho que la reducción de aranceles no haya avanzado con la velocidad que se esperaba en un comienzo.

El problema de la escasa complementariedad está ligado a una cuestión de mucho más peso: los incentivos de tener una agenda comercial con los países o los bloques económicos más grandes del mundo son mucho mayores. Para el agroexportador peruano, por ejemplo, tener acceso a un mercado de 300 millones de habitantes con poder adquisitivo como lo es los Estados Unidos, representa un atractivo insuperable. Pero justamente porque producimos casi lo mismo, es que, más que socios, los países andinos somos rivales en la carrera comercial. Chile fue el primer país en entender esa realidad y ha sido el más audaz de todos los vecinos en avanzar en una agenda comercial. Desde el 2003, Chile tiene tratados de libre comercio con Estados Unidos y la Unión Europa.

Sin embargo no todos los vecinos han interpretado la globalización de la misma manera. En el bloque andino, los presidentes del Ecuador y de Bolivia, Rafael Correa y Evo Morales, rechazan las políticas de apertura comercial y favorecen el desarrollo de un modelo económico en el que el Estado sea el actor central. Esto no revestiría mayor problema si no fuera porque con su posición reticente ponen en riesgo la agenda comercial de países como el Perú y Colombia. En el lenguaje del presidente Alan García, se trata de verdaderos perros del hortelano que no comercian ni dejan comerciar.

Desde la perspectiva peruana, la cuestión comercial ha sido el gran tema de la cumbre entre América Latina, el Caribe y la Unión Europa que se desarrolló en Lima esta semana. Los temas oficiales que se habían pactado discutir eran la lucha contra la pobreza y el cambio climático. Con respecto al medio ambiente, García se dió el lujo de presentar el flamante ministerio de ese sector durante la semana de la cumbre. La cuestión de la pobreza no pareció estar entre sus prioridades o, mejor dicho, estuvo atada a la agenda comercial.

En la mira del gobierno estaba la minicumbre entre la Comunidad Andina y la Unión Europea. Allí se zanjaría si es que cada país de la CAN podría negociar un TLC con Europa de manera independiente. El acuerdo entre Europa y la CAN sería más que un TLC, también incluiría una asociación política. De ahí que Europa se mostrara favorable a negociar en bloque. Bolivia sostenía igualmente esta tesis con Morales pidiéndole a Europa “que no divida [a] los andinos” (fuente: Perú 21, 18.05.08).

En el último día de la cumbre, ambos bloques encontraron una salida al entrampamiento, aceptando firmar un convenio marco, pero con flexibilidad en algunos capítulos. Así, Colombia y Perú podrán avanzar más rápidamente en temas como la apertura comercial. Según el presidente Correa, esta decisión significa que los países podrán adherirse a una de las partes del acuerdo y a otras no. García precisó que habrá flexibilidad “en los temas comerciales, para que los países los vayan suscribiendo a diferentes velocidades”. Incluso el propio presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, aceptó que la negociación del pilar comercial se acomode a las asimetrías en la CAN (fuente: Perú 21, 18.05.08).

Aún no está del todo claro “hasta dónde llegar en la desagregación”, como dijo Correa. Ese trabajo recaerá en los técnicos y negociadores que se reunirán el próximo 12 de junio en Bruselas. Aún así, la decisión política de adoptar un acuerdo marco de estas características es una gran noticia para los que creen que el libre comercio es un importante instrumento de desarrollo. Y es un paso más hacia un verdadero sinceramiento en nuestras políticas comerciales. La tesis de la negociación en bloque ha probado ser una quimera en América Latina.

Ignazio De Ferrari

One thought on “Crónica semanal (14 al 20 de mayo)

  1. soy un segidor de proteger el medio ambiente soy piurano pero en la zona sisndo una zona desbastada netamente eriaza existe muchas empresas de procesamiento de productos hidrobiologicos de las cuales vengo incetivando para que los desechos de estos productos sean reciclados para obtener ABONO ICTOCOMPUS estanto haci que para proteger areas tenemos que tomar areas del estado para quer nos vendan y hacer bosques pero no se entinde al gobiero solo existe mucha burocracia nesecito el apoyo de dicho ministerio para obtener una conformidad de mi proyecto o que hacer para ayudar ala ecosisitema

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