Multiculturalismo, indigenismo y derechos indígenas

Intereses universales e intereses particulares

Esto nos coloca frente a una aparente paradoja. Por un lado, hemos dicho que la justicia política se funda sobre razones morales que establecen una obligación con respecto a los intereses básicos de otras personas, intereses que, siendo básicos, son universales en tanto están más allá de las particularidades individuales y colectivas. Por otro lado, hemos reconocido que todo ser humano tiene derecho a crecer y vivir dentro un horizonte cultural determinado. Una cultura es, necesariamente, un producto orgánico de la historia y, por lo mismo, está empapada de particularidades.

Por lo mismo, parecería necesario abandonar el requerimiento de la universalidad a favor de un reconocimiento de las particularidades propias de cada cultura, lo cual apoyaría la posición de Kymlicka a favor de derechos especiales. En los siguientes párrafos intentaré argumentar a favor de una posición que reconcilia el requerimiento de universalidad con las particularidades inherentes a cada cultura mediante el ejemplo de la educación bilingüe.

Las políticas educativas en Bolivia, Perú y Ecuador apuestan, desde hace algunas décadas, por la educación bilingüe (Steckbauer 1995). Así, por ejemplo, una escuela en el departamento de Puno, en Perú, enseña el quechua y el castellano como lenguas primordiales. El concepto de la educación bilingüe suele estar asociado con el concepto de la „interculturalidad“. Lo que se busca es fomentar las habilidades individuales para desenvolverse tanto en el medio nativo (el mundo quechuahablante) como en el medio dominante (el mundo hispanohablante):

El aprendizaje de y en las dos lenguas, al mismo tiempo que contribuye a lograr un bilingüismo aditivo y estable, desarrolla las potencialidades cognitivas, afectivas y psicomotoras de los educandos. La educación bilingüe en el Perú ha dejado de ser una modalidad experimental y aislada. Ahora es una modalidad reconocida oficialmente dentro del sistema, si bien por el momento su alcance se focaliza en la educación inicial y primaria de una parte de las poblaciones vernáculo-hablantes, tanto de la sierra andina como de la Amazonia. Debemos considerar la educación bilingüe como un instrumento clave para el “empoderamiento” de un gran número de personas pertenecientes a las poblaciones quechua, aimara o de la Amazonia (Godenzzi 1998).

El caso de la educación bilingüe ilustra cómo es posible apoyar a una cultura sin establecer derechos especiales. Un derecho especial, tal como Kymlicka lo concibe, tendría como objetivo fomentar elementos de la cultura quechua y protegerla de la cultura costeña e hispanohablante. La educación bilingüe, en cambio, no ve a la cultura como un objeto necesitado de protección en sí, sino más bien como un vehículo que merece protección en tanto contribuya a la satisfacción de intereses básico como el aprendizaje de una lengua y, en términos generales, la facilitación de una vida en sociedad. Por ello, los llamaré derechos sociales. Mientras un derecho especial busca la perpetuación de elementos culturales considerados centrales, los derechos sociales no podrían contrarrestar la desaparición de una cultura.

La desaparición gradual de una lengua nativa puede deberse a una política de discriminación. En ese caso, estaríamos frente a una clara injusticia, pues se negaría la posibilidad de una comunidad de expresarse en el idioma que deseen. Pero una lengua también puede desaparecer porque la comunidad que la habla, influenciada por otras culturas, decide tomar otro camino. El caso paradigmático son los inmigrantes cuyas lenguas maternas y costumbres culturales suelen desaparecer o al menos ser relegadas a partir de la tercera generación porque los hijos de los inmigrantes priorizan la cultura dominante. No es injusto que elementos culturales desparezcan cuando las personas se sienten atraídas hacia la cultura dominante, siempre y cuando tales desarrollos obedezcan a la libre elección en el marco de la dinámica inherente a toda cultura.

Mientras los derechos especiales postulan que la diversidad cultural necesita ser mantenida para proteger intereses básicos de las personas, los derechos sociales postulan la necesidad humana de pertenecer a una cultura capaz de integrar a todos sus miembros. La desaparición de una lengua o una tradición es, sin duda, una tragedia para las personas que ya crecieron dentro de esas expresiones. Pero ese no es un argumento para justificar la protección de elementos culturales con el fin de perpetuarlos. Autores como Bhikhu Parekh (2000, 167) argumentan que la diversidad cultural es un bien en sí mismo, pero yo he tratado de argumentar que la culturas solamente tienen valor en función a los individuos que la conforman.

El reto no está, pues, en formular derechos especiales diseñados para preservar lo supuestamente auténtico y defenderlo de lo supuestamente foráneo. Esa distinción está siendo contradecida, a través de mil y una expresiones, por la realidad cultural cotidiana en Latinoamérica. El reto está, más bien, en convertir aquella cotidianeidad en una gramática común que sirva para articular proyectos nacionales.

Necesitamos, yendo de arriba hacia abajo, instituciones políticas que representen los intereses de sus ciudadanos y, de abajo hacia arriba, una sociedad civil que sepa articular aquellos intereses de forma coherente y políticamente viable. Necesitamos, en palabras de Nicolás Lynch, espacios sociales generadores de identidades colectivas y un concepto de ciudadanía común que vaya más allá de las necesarias diferencias y contradicciones (Lynch 1997, 128).

Los problemas básicos son harto conocidos: Un nivel aún alarmante de discriminación socio-cultural y desprecio hacia el otro, altas tasas de violencia contra la mujer, calidad educativa deficiente, y una clamorosa falta de oportunidades para la mayoría de jóvenes son quizá las injusticias más notables en los países andinos y México. Es necesario empezar por ahí para poder realizarnos como distintos y al mismo tiempo iguales.

Por Bernd Krehoff

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Bibliografía:

Calderón Pacheco, Luis 2000: Imágenes de otredad y de frontera: Antropología y pueblos amazónicos, en: Degregori, Carlos Iván (editor): No hay país más diverso. Compendio de antropología peruana. Lima: Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú. 235-277.

Danley, John 1991: Liberalism, Aboriginal Rights, and Cultural Minorities. En: Philosophy and Public Affairs, Vol. 20, Nr. 2, 168-185.

Dworkin, Ronald 1981: What is Equality? Part 2: Equality of Resources. En: Philosophy and Public Affairs, Vol. 10, Nr. 4, 283-345.

Glave, Manuel y Juana Kuramoto 2001: Proyecto Minerales, Minería y Desarrollo Sustentable. Informe Final. Lima: Grupo de Análisis para el Desarrollo. Publicado en línea bajo:
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Godenzzi, Juan Carlos 1998: Cultura de paz, bilingüismo e interculturalidad. En: Coiné. Año 1, no. 2. Lima: Universidad del Pacífico. Publicado en línea bajo: http://www.up.edu.pe/coine/Boletin2/TRASFONDO.html

Höffe, Otfried 2002: Politische Gerechtigkeit. Grundlegung einer kritischen Philosophie von Recht und Staat. Erweiterte Neuausgabe. Frankfurt am Main.

Kenrick, Justin y Jerome Lewis 2004: Indigenous Peoples’ Rights and the Politics of the Term ‘Indigenous’. En: Anthropology Today, vol. 20, no. 2. 4-9.

Kuper, Adam 2003: The Return of the Native. En: Current Anthropology, vol. 44, no. 3. 389-402.

Lauer, Mirko 1997: Andes imaginarios: Discursos del indigenismo-2. Cusco: Centro de estudios regionales andinos Bartolomé de las Casas.

Lynch, Nicolás 1997: New Citizens and Old Politics in Peru. En: Constellations, vol. 4, no. 1. 124-140.

Montoya Rodrigo 2006: La cultura quechua hoy: Una conversación con Rodrigo Montoya. En: Hueso Húmero, número 49 [http://huesohumero.perucultural.org.pe/].

Parekh, Bhikhu 2000: Rethinking Multiculturalism. Cultural Diversity and Political Theory. Hampshire y Nueva York: Palgrave Macmillan.

Steckbauer, Sonja Maria 1995: Bilingüismo quechua-español y educación en el Perú. En: Ramón Arzápalo y Yolanda Lastra (eds.): Vitalidad e influencia de las lenguas indígenas en Latinoamérica. México: Universidad Nacional Autónoma de México. 512-522. Disponible en línea bajo:
http://www.kueichstaett.de/Fakultaeten/SLF/romanistik/romanlitwi2/Mitarbeiter/vitasteckbauer/peru/Quechua

Tubino, Fidel 2006: “Nos falta generar espacios de deliberación local”: Entrevista a Fidel Tubino. En: Perú Político [http://www.perupolitico.com/?p=295].

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Imagen tomada de: http://www.bcrp.gob.pe/ (cuadro del pintor José Sabogal)

6 thoughts on “Multiculturalismo, indigenismo y derechos indígenas

  1. El articulo esta chevere, solo que parece bien limeno, en otras palabras el seguir viendo al “indigena” de la manera que ves animales cuadno vas al zoologico, osea protegidos con sus 3 comidas diarias detras de las rejas y que te sonrian cuando les digas ver una fotito pa llevarme a mi casa y decir que yo tambien me mesclo con los indigenas, soy un liberal, que tipaso soy.
    El indigena no es un disminuido mental, yo me considero indigena y eso es el Peru, si tienes 3 generaciones viviendo en un Pais, DE HECHO ERES INDIGENA, cual fuera tu color piel, ya es tu cultura, asi te laves con lejia o te compres cremas Maikol jackson , eres indigena, lo indigena es cultural, no racial.
    Ahora depsues de vivir varios anos en el extranjero note algo, lo unico que me hace diferente con los del norte, no llega ni al 1% de mi concepcion moral e intelectual del mundo en otras palabras solo el 1%(y eso exagerando) de mi me hace indigena, EL OTRO 99% ES IGUALITO a un chino un gringo un europeo un indu, etc.
    Aqui hay un tufo segregacional de un grupo de personas que nunca aceptaran que no son europeos olvidades en el ande y que un dia llegara la UE a rescatarlos y con que felicidad se iran de regreso asi les den estatus de segunda clase. no mi gente linda, si ya estas un par de genraciones en un lugar ya eres INDIGENA, asi de simple es, ya si eres huachafo y quieres basar tu vida en ese 1% que te hace diferente (por que te locopias de otra sociedad) que ni si quiera es tu 1% local, ya es cosa tuya.
    El Peru es CHOLASO, cholo blanco, cholo marron, cholo negro, cholo amarillo, cholo violeta, cholo verde, el colro que quieras , pero todititos son cholitos, ES CULTURAL Y ESO NOS HACE INDIGENAS, si, A TODOS.
    El dia que te mires al espejo y digas hoy la haces cholito, ese dia tu sociedad progresa, todo basado en ti, en la unidad, el cambio empieza en la unidad y luego se trasmite al conjunto.

  2. Yo creo que el problema del “indígena andino” y de sus derechos tiene un origen económico e histórico: la destrucción del poder económico y social de las élites quechuas y aymaras luego de las reformas borbónicas de mediados del siglo XVIII y particularmente por las fallidas rebeliones de Condorcanqui y los Angulo, hizo que los indígenas no gozaran de la representación que sí tuvieron los comerciantes criollos luego de la independencia. En otras palabras: ser indígena se convirtió en lo mismo que ser pobre. Ambos factores -pobreza y falta de representación- hicieron que su producción económica y cultural no tuviera el prestigio social que sí acompañó al producto “occidental”: Usar ponchos y bailar huaynos no es lo mismo que comprar jeans y consumir rock’n’roll. Por otra parte, la fragmentación del territorio de la homogénea población andina en 5 estados distintos (Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina) sólo hizo empeorar el panorama: cualquier proyecto andino tiene que facturar la inopia de estos estados: basta recordar lo que sucedió con el proyecto de La Mar y sobre todo con el de Santa Cruz y la Confederación.
    Yo considero que la solución al problema del indio empieza con devolverle su poder económico fortaleciendo la tradicional actividad agrícola. Con la producción se obtiene poder económico, con éste la representación y el prestigio social perdido. Quizá sea esta la vía por la que nuestros logren la tan ansiada como esquiva integración.

  3. El tema de la pluriculturalidad y el reconocimiento de la población índigena, que es la gran mayoría de la población en el Perú, pasa en primer lugar por la valoración social que el Estado debe inferirles en la práctica, pues en la teoría si está estipulado dentro de nuestra Constitución política, y de tratarlos como lo que son: ciudadanos peruanos con todos los derechos cívicos como los tiene una familia de clase media o alta limeña.

    Pues la gran mayoría de los grupos indígenas se sienten excluidos por parte del Estado y la sociedad en su conjunto, lo que genera resentimiento y un afán reinvindicador de la raza índigena peruana.

    Algunos científicos sociales esgrimen que el gran problema social del Perú es el ser un país pluricultural, creo que en el análisis el tema va mucho más alla; alguna vez oí al periodista Cesar Hildebrant decir que, el gran problema del Perú como nación era el no reconocernos como país mestizo, y puso como ejemplo el caso de México, que siempre ha hecho alabanza de ser un país de raza indígena y que gracias a ese espíritu de estirpe luchadora han avanzado económica y socialmente, a comparación de otros países de America Latina como el Perú.

    En términos generales considero que, mientras la sociedad peruana siga conservando ese racismo social que data de la época colonial, y el Estado no reconozca como ciudadanos y les brinde derechos legítimos a los grupos indígenas y reafirme al Perú como sociedad pluricultural, seguiremos teniendo una sociedad excluyente, ahondando mas el resentimiento contra el Estado y los grupos económicos que vienen trabajando en el crecimiento económico del país .

  4. Estoy en desacuerdo con algunas de las opiniones expresadas en este artículo. No sé, por ejemplo, hasta que punto Kymlicka propone los derechos especiales para las minorías culturales como vehículos para la perpetuación de elementos culturales por su valor propio; más bien, creo que se trata de un modo de garantizar igualdad de condiciones en el contexto de la necesidad humana de la pertenencia cultural. Muchos de los seres humanos estamos interesados en mantener nuestra cultura. Para algunos, como los que pertenecemos a una cultura dominante dentro de un país, esto no demanda de mayor esfuerzo. En los casos de las culturas minoritarías, en cambio, sí requiere de recursos. El esfuerzo de Kymlicka, entonces, se trata de garantizar igualdad de condiciones para permanecer a una cultura.
    El tema de la fluidez de las culturas sí representa un problema complejo. Es cierto que las culturas se influyen mutuamente y que no hay cosa como una cultura estática. Sin embargo, esta noción puede ser abusada para cubrir injusticias, como en el caso de personas que “deciden libremente” abandonar su cultura y prioriar la cultura dominante. En casos de adopción de la cultura dominante por cuestiones económicas (por ejemplo, adoptar el idioma dominante para acceder a empleos), ¿podemos hablar de una “libre elección”, especialmente en un contexto histórico de discriminación? No es tan sencillo como que se “elige libremente” a qué cultura pertenecer; en muchos casos, la elección obedece a motivos económicos o políticos.
    De todos modos, es un buen artículo para introducir el tema y las distintas perspectivas; para tratar el tema a profundidad se requeriría de un blog entero. Sería interesante, no obstante, ver cómo se podrían aplicar las teorías de Kymlicka a un país como el Perú. Hace meses, por ejemplo, se discutió el uso del quechua para las intervenciones de congresistas quechuahablantes en el hemiciclo del congreso; no estoy informado si ahora deben hacer sus intervenciones en español o en quechua. Es, creo, un ejemplo que ilustra bien el problema. ¿Los congresistas quechuahablantes tienen que utilizar el español, o pueden usar su lengua materna como todos los demás?

  5. Diego, gracias por el excelente comentario. Permíteme hacer algunas anotaciones.

    1) Entiendo tu preocupación con respecto a mi interpretación de Kymlicka. Ciertamente, Kymlicka no quiere perpetuar todos los rasgos de una cultura, pero sí lo que él considera sus propiedades “esenciales” (esto lo puedes encontrar a partir de la página 166 de su “Liberalism, Community, and Culture”). Pero ¿cuáles son estos rasgos esenciales, cómo separarlos de los no-esenciales? El carácter dinámico de toda cultura, su proceso constante de redefinición y su pluralismo interno hacen que esta separación sea muy difícil de trazar.

    2) Totalmente de acuerdo en que injusticias pueden distorsionar las preferencias culturales a favor de la cultura dominante. En estos casos, las culturas minoritarias merecen compensaciones – no para volver al status quo, pero sí para afirmar y promover valores bajo condiciones actuales.

    En el artículo he defendido una posición a favor de la diversidad de oportunidades. La educación bilingüe es un buen ejemplo. En vez de confrontar una cultura con la otra, los alumnos que aprenden dos idiomas (castellano, quechua) por igual tienen la oportunidad de moverse en ambos mundos y esto los pone en una excelente situación para decidir qué camino seguir.

    Muchos saludos,
    Bernd

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