Los dilemas del libre comercio

El libre comercio está hoy más que nunca en boca de todos. Después de décadas de proteccionismo y programas de sustitución de importaciones (ver tema del mes de marzo: Teorías del desarrollo), los países latinoamericanos se unieron en los noventas a la corriente liberalizadora en que ya se encontraban los países del sudeste asiático desde mediados del siglo XX.

Uno a uno, los diferentes gobiernos de Latinoamérica redujeron cuotas de importaciones y aranceles (en el Perú bajaron de un promedio de 57% a mediados de los ochentas a 17% en 1993), desregularon el mercado cambiario, y en vez de ver la inversión extranjera con recelo entraron en competencia para atraer el mayor volumen posible de ésta. ¿Qué había pasado?

El brusco viraje hacia polítícas de libre mercado se debió en gran parte a fallas inherentes al modelo de sustitución de importaciones. La aplicación de aranceles discriminatorios creaba distorsiones e ineficiencias en los mercados, las industrias sobreprotegidas no tenían incentivos para ser eficientes y no llegaban a cubrir la demanda. La escasez de productos de primera necesidad llevó a brotes de inflación, que se vio asimismo agravada por los crónicos déficits en que incurría el Estado para cubrir las subvenciones y las obras de infraestructura en que se involucraba. El deterioro continuo de la balanza de pagos llevó finalmente a la crisis de la deuda de comienzos de los ochenta, y Latinoamérica entró en la llamada “década perdida”, período en el cual prácticamente no se registró crecimiento económico per cápita en la región.

Cambio de paradigma: el fin de la sustitución de importaciones

La crisis del modelo latinoamericano era evidente y planteó la necesidad de un cambio radical. En vista de los éxitos cosechados por las economías asiáticas orientadas al comercio externo, se optó por un cambio radical hacia las llamadas políticas “neoliberales”. Estas se caracterizan por seguir de manera ortodoxa los preceptos de la economía neoclásica: poner la menor cantidad posible de trabas a los mercados, sean de bienes, laborales, externos o de capital; reducir la intervención del Estado en materia de distribución al mínimo; eliminar subvenciones, controles de cambio y monopolios del Estado; perseguir metas de equilibrio fiscal.

En poco tiempo, gran parte de las economías latinoamericanas se embarcaron en ambiciosas reformas de Estado orientadas a conseguir estas metas, consiguiendo algunos de estos países asombrosos resultados en cuanto a estabilidad macroeconómica: la inflación dejó de ser un problema, las monedas se estabilizaron, y América Latina parecía entrar en una era de crecimiento sostenido basado en exportaciones y flujos de capital extranjeros.

Sin embargo, este optimismo no duró mucho. La crisis asiática de 1997 llevó a la recesión a todos los países de la región, resultando algunos más afectados que otros. Si bien en la primera mitad de los 90s las economías latinoamericanas experimentaron altas tasas de crecimiento, este crecimiento no alcanzó a los sectores menos favorecidos de la población y la desigualdad de ingresos aumentó. La teoría pronostica que una mayor apertura económica aumenta los ingresos de aquellas personas empleadas en sectores que gozan de una ventaja relativa. En los países en desarrollo las exportaciones normalmente consisten en productos que hacen un uso intensivo de mano de obra sin calificar; según la teoría los ingresos relativos de los obreros deberían haber experimentado una mejora sustancial.

La experiencia en este aspecto nos da resultados mixtos. En países asiáticos, los ingresos relativos de la mano de obra sin calificar aumentaron en los 60s y 70s, sobre todo en países como Corea del Sur, Taiwán y Singapur. En América Latina la desigualdad en los ingresos entre sectores calificados y sin calificar aumentó, a pesar de que ésta ya era la mayor en el mundo.

El modelo asiático: ¿Un ejemplo a seguir?

¿A qué se deben estas diferencias entre Asia y Latinoamérica? Una explicación plausible reside en que la liberalización del comercio de los países latinoamericanos coincidió con la entrada a los mercados mundiales de China y otros países asiáticos que entraron a competir en el mismo sector donde los países latinos tenían una ventaja comparativa: la manufactura intensiva en mano de obra (los textiles son el ejemplo paradigmático en el Perú). Es innegable que la liberalización puso a Latinoamérica bajo considerable tensión social. Klein y Tokman dicen al respecto:

“Afectó la cohesión social e introdujo mayor heterogeneidad. Como en todos los procesos, hay ganadores y perdedores. La diferencia esta vez reside en que los cambios son sustanciales y tendrán un efecto estructural en las personas, sociedades y naciones no solo hoy día sino también en el futuro.” Lo que es más, las medidas de reforma parecen haber “favorecido a los relativamente ricos.”

La decepción de los sectores menos favorecidos ha llevado a la polarización del debate hacia un “libre comercio vs. proteccionismo”, sin alternativas intermedias. Sin embargo, el libre comercio en sí no es necesariamente el problema. La pregunta que habría que plantearse es: ¿Qué clase de libre comercio es deseable? Para países en desarrollo, el comercio libre significa por un lado poder importar capital y tecnología necesarios para un crecimiento a largo plazo, a la vez que una redistribución de ingresos es inevitable. Que el libre comercio trae perdedores así como ganadores es un resultado previsto por la teoría estándar.

Pero la teoría tambien asume que los beneficios son mayores que los costos, y que sería posible establecer sistemas de compensación para aquellos que se vean perjudicados por el cambio. Esto implicaría un cambio de estructuras y cierta intervención del Estado (sobre todo en medidas de redistribución) para hacer menos dolorosos los ajustes.

Precisamente en este punto residiría otro de los motivos que explican el éxito de los paises asiáticos y el (relativo) fracaso de los latinoamericanos: Los países asiáticos no siguieron una agenda estrictamente neoliberal en su fase de crecimiento. Dani Rodrik comenta las políticas económicas de Corea del Sur y Taiwan. Estos países

“hacían un uso extenso de cuotas de importación, requerimientos de contenido local, violacion de patentes y subsidios a la exportacion – prácticas hoy en día prohibidas por la Organizacion Internacional del Comercio.” Asimismo observa: “El desarrollo económico a menudo requiere estrategias poco convencionales que encajan forzadamente con la ideología del libre comercio y de flujos libres de capital.”

Habiendo sido explícitamente prohibidas muchas de estas estrategias por instituciones internacionales como el FMI (Fondo Monetario Internacional) y la OMC (Organización Mundial del Comercio), resulta difícil esperar que los países latinos puedan seguir la senda que los asiáticos emprendieron hace cuatro décadas.

Si a comienzos de los noventa quedó claro para todos que el modelo estatista y agresivamente intervencionista de los setentas fue nefasto para las economías latinoamericanas, hoy en día aumentan las inquietudes sobre si la “magia del mercado” será capaz por sí sola de llevar bienestar a todos los ciudadanos de países en vías de desarrollo. La opinion pública parece irse decantando hacia una “vía intermedia” entre el intervencionismo y el laissez-faire, aprovechando las oportunidades que ofrece un mundo globalizado pero a la vez procurando que el bienestar llegue a todos y no hayan sectores víctimas de la alienación. Forzar a países en desarrollo a seguir políticas puramente ortodoxas posiblemente atenta contra la meta misma de libre comercio al crear resentimientos entre los sectores perjudicados, reduciendo así el apoyo popular a una causa positiva.

Algunas voces opinan que cierto grado de flexibilidad debería ser otorgado a los gobiernos para adoptar estrategias de desarrollo adecuadas a las características de sus sociedades y su estado de desarrollo – del mismo modo que hicieron los países desarrollados durante sus períodos de industrialización. En qué consistirán estas estrategias es algo que aún está por verse, y el debate sobre la globalización recién está empezando.

Por Sebastián Guevara

Bibliografía:

Klein, E. y Tokman, V. (2000), Social Stratification under Tension in a Globalized Era, CEPAL Review, 72 (Diciembre), pp. 8-29.

Rodrik, D. (2002), Is Globalization Good for the World’s Poor?, Monografía sin publicar.

2 thoughts on “Los dilemas del libre comercio

  1. Interesante el artículo, pero me pregunto por qué los ingresos de la mano de obra sin calificar aumentaron en Asia (existiendo ahora un fuerte consumo interno) mientras que en el Perú este sector sigue siendo igual o peor de pobre. Me gustaría escuchar la opinión del autor al respecto.

Comments are closed.