La semana pasada la Cámara de Diputados de Bolivia fue escenario de las manifestaciones de la aguda crisis política que vive el país. El oficialismo y la oposición dejaron la diplomacia de lado para recurrir a los puños, demostrando que, lamentablemente, los problemas que aquejan al país vecino, a pesar de la continua búsqueda de soluciones a estos, continúan presentes en la realidad social y política de Bolivia.
Siendo el Perú un país que ha enfrentado problemas muy similares a los de Bolivia en el pasado y, aunque ojalá así no lo sea, tal vez los vuelva a vivir en un futuro; un análisis de la realidad Boliviana ofrece una comparación interesante de cuyos errores deberíamos aprender. A continuación, un análisis que intenta resumir la compleja realidad que hoy se vive en la nación andina.
El proceso de modernización y el “vacío político”
Para comprender la compleja situación social y política que atraviesa Bolivia hoy en día, es necesario remontarnos a su pasado histórico y revisar ciertos conceptos de teoría política que ilustran la formación de los problemas – muchas veces presentes en el Perú también – del país vecino.
El concepto de modernización explicado por Lerner es central en este análisis. Una de las formas más drásticas de cambio social es el proceso de modernización, que es un “proceso multifacético involucrando cambios en todas las áreas de pensamiento humano y actividad” (traducción propia). Es un todo consistente, cuyas manifestaciones son la urbanización, industrialización, secularización, democratización, participación de los medios de comunicación, ente otros. Este proceso produce una serie de tensiones sociales y políticas, una de ellas siendo lo que Huntington describe como el “vacío político”: un espacio de conflicto que se genera en distintas áreas que pasan por el proceso de modernización, en dónde “la participación política crece más rápido que el arte de asociar” (traducción propia).
Los cambios sociales y económicos expanden la conciencia política colectiva, multiplican las demandas políticas y amplían la participación política. Estos cambios retan a las instituciones políticas tradicionales y a las fuentes de autoridad, complicando la creación de nuevas bases de asociación política y nuevas instituciones que combinen legitimidad y efectividad. Huntington concluye que el resultado de este vacío político es un desorden socio-político y violencia, ya que los medios para canalizar el conflicto y convertir las demandas en acciones colectivas no son lo suficientemente coherentes y flexibles para manejar la presión de los nuevos grupos y fuerzas sociales que buscan participar en el proceso de modernización.
(Huntington, Samuel. Political Order in Changing Societies. 2006)
Bolivia: ochentas, noventas y hoy
Como la mayoría de países en América Latina, Bolivia también vivió la “década perdida” de los ochentas, sumiéndose en una profunda crisis macroeconómica que las reformas de corte neoliberal prometieron resolver a principios de la década del 90. Según lo explica el abogado Gustavo Bonifaz Moreno, magíster del London School of Economics en Política Comparada en América Latina, las reformas neoliberales tuvieron dos impactos centrales en el campo socio-económico de Bolivia: por un lado, el crecimiento acelerado de un desorganizado sector informal, y por el otro, un nuevo proceso de modernización en dónde ciudades como El Alto crecieron exponencialmente, y Santa Cruz de la Sierra se volvió el centro económico del país en menos de veinte años.
Para Bonifaz Moreno, esta combinación de factores creó un “vacío político” en Bolivia. Mientras los partidos políticos se fueron retrayendo más de la sociedad, esta se rearticuló a través de nuevos movimientos sociales y organizaciones cívicas.
“Nuevos actores con prácticas antiguas – política en las calles e incluso discursos anteriores sobre descentralización, nacionalización y derechos indígenas – reaparecieron en la escena y empezaron a cuestionar la estructura del Estado, el sistema democrático y el neoliberalismo como modelo económico”.
(Traducción personal). Gustavo Bonifaz Moreno. Unfinished Modernization and Overlapped Gaps: Legality, Legitimacy and Deliberative Democracy in the Bolivian Institutional Transition (2000-20007).
Hacia el año 2000, la pobreza e inequidad continuaron creciendo. No es casualidad que en los momentos más agudos de la crisis económica a fines de los 90s, las movilizaciones populares se volvieron una característica de la política en el país, jugando un papel central en la crisis política que se inició en el 2000.
Según explica Bonifaz Moreno, al mismo tiempo, el número, la frecuencia y fragmentación de los conflictos sociales se ha incrementado dramáticamente. Además, estos se han ido politizando cada vez más, cuestionando la legitimidad del Estado a través de la demanda de una Asamblea Constituyente como solución a la crisis.
La insatisfacción con los políticos que bien conocemos en el Perú, y que se vio claramente reflejada en las polarizadas elecciones pasadas, llegó a su máxima expresión en el país vecino, dónde la población Boliviana perdió toda confianza en el sistema político en si. El apoyo a la democracia bajó de 64% en 1996 a 50% en el 2003, y para el 2003 el sistema de partidos políticos era apoyado solo por un 6% de la población. (Instituto de Gobernabilidad de Cataluña, 2004).
La Asamblea Constituyente
Las crecientes presiones sociales que se oponían al sistema político lograron alcanzar un consenso respecto a la necesidad de cambiar el marco institucional del sistema político Boliviano a través de la creación de una Asamblea Constituyente. El consenso se volvió legítimo e incluso democrático, ya que lo partidos políticos pasaron las leyes necesaria para darle la forma legal. A pesar de que la Constitución no contemplaba una Asamblea Constituyente como un medio para cambiar la Constitución, este órgano representa la legitimidad que le faltaba al sistema político tradicional. Según Bonifaz Moreno, la Asamblea Constituyente es clave para cerrar la brecha creada entre legalidad y legitimidad, la pregunta es cómo hacerlo. Bonifaz Moreno propone la necesidad de un modelo de democracia deliberativo que, complementando el carácter participativo y representativo de la Asamblea Constituyente, pueda solucionar los “vacíos políticos” mencionados, y remplazarlos por consensos. Se necesita complementar la legitimidad de este órgano con la legitimidad que nace de la deliberación pública, y el consenso que debería surgir entre visiones opuestas sobre cuál es el camino que Bolivia debe seguir.
Oficialismo y Oposición: ¿irreconciliables enemigos?
Si bien en su momento la Asamblea Constituyente parecía ser una solución real a la profunda crisis de Bolivia, los recientes eventos nos demuestran que las divisiones entre diferentes regiones y grupos sociales del país son tan agudas que incluso parecen irreconciliables. El regionalismo le da la espalda a la unidad en el país. La Paz, Santa Cruz, Sucre, entre otras ciudades, tienen una larga historia de conflicto en su lucha por ser la sede de los poderes Ejecutivos y Legislativos del país. Actualmente, la provincia de Chuquisaca, cuya capital es Sucre, reclama ser la sede de los poderes Ejecutivo y Legislativo que funcionan en La Paz.
El consenso brilla por su ausencia en Bolivia, y los políticos parecen no darse cuenta que, una vez más, perjudican el futuro de su país y el de la misma Asamblea Constituyente por la cual tanto se ha trabajado en el último año. Los próximos meses serán cruciales para el futuro de la nueva Constitución en proceso, pero sea cual sea el desenlace, esperemos que sea para el bien del pueblo Boliviano, que como en muchos otros países de la región, termina siendo el más perjudicado en las crisis políticas.
Mariana Costa
Fuentes:
Bonifaz Moreno, Gustavo. Unfinished Modernization and Overlapped Gaps: Legality, Legitimacy and Deliberative Democracy in the Bolivian Institutional Transition (2000-20007).
Huntington, Samuel. Political Order in Changing Societies. Yale University Press. 2006
Instituto de Gobernabilidad de Cataluña, 2004
Imagen: BBC Mundo