Políticos son siempre los otros

Para algunos, el fracaso de la bicameralidad es culpa de los políticos. Su incapacidad para ponerse de acuerdo sería la razón por la cual no se consiguió la mayoría necesaria. Pero un vistazo a las encuestas y los foros de discusión deja traslucir otra verdad, más contundente: La mayoría de peruanos rechaza la bicameralidad. Para ellos, la ecuación es muy simple: A más políticos, más ingobernabilidad. Una mirada al fenómeno de la antipolítica.

No hace falta ser especialista para percatarse del desprestigio generalizado del sistema político. No se trata solamente de desaprobar a Toledo, a Ferrero o a los magistrados. Los desaprobados son, también, el Poder Ejecutivo, el Congreso de la República, el Poder Judicial. Pareciera que, más allá de las personas que ocupan los cargos, el mismo Estado es el gran desprestigiado.

Los políticos han comprendido la situación. El primero fue probablemente Fujimori quien buscó proyectar su imagen de técnico y outsider, a la vez que renegaba de los partidos tradicionales. Su autoritarismo, su negativa a escuchar críticas y trabajar con el Congreso fueron percibidos por muchos como virtudes. El diálogo y el consenso, en cambio, eran cosa de las viejas élites, débiles y descolocadas.

Salvando distancias, Luis Castañeda Lossio también va por ese carril. Se ha mantenido sabiamente al margen del runrún político y, a pesar de estar formalmente ligado a Unidad Nacional, proyecta la imagen de administrador diligente y solitario, haciendo apariciones públicas solo para inaugurar obras. Lo cual hace inevitable recordar a otro alcalde limeño, Ricardo Belmont, y su celebérrima frase: Obras sí, palabras no. La última intervención pública de Castañeda Lossio fue para prometer que no postulará a las elecciones del 2006. Cosa que, naturalmente, ha hecho subir sus índices de popularidad.

¿Cómo rehabilitar la política en el Perú? Por supuesto, mucho dependerá de la calidad de los políticos y el aparato burocrático en general. Pero tampoco haría mal poner, por una vez, la mirada sobre nosotros mismos y preguntarnos cuál es nuestro aporte y cuál nuestra responsabilidad. Un fugaz paseo etimológico: La palábra “política” deriva del griego. Ta politika es equivalente a: Lo que concierne a la ciudad. Y a los ciudadanos, podríamos agregar.

El desprestigio de la política es, también, el desprestigio de nosotros mismos en tanto ciudadanos. Refleja la incapacidad de vernos como comunidad, de definirnos a través de intereses y derechos comunes. El Ejecutivo, el Congreso y el Poder Judicial son también nuestros espejos, no solamente los de Toledo & cía.

Por Evaristo Pentierra

Ver también: Políticos sin política

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