Elecciones 2006: un continente dividido

El 2006 ha sido un año excitante para la política latinoamericana. Diez elecciones se han llevado a cabo, cada una más intensa y politizada que la anterior. Luchas entre izquierda y derecha, entre nacionalismo y neoliberalismo, entre Hugo Chávez y George W. Bush. El mapa político de la región ha quedado teñido de colores nuevos, derecha, izquierdas renovadas y responsables, y siempre algunos extremismos. La consecuencia de esta interesante realidad política es clara: la heterogeneidad política dificulta aún más la integración comercial. Hugo Chávez retirándose de la CAN debido a la “traición” de diversos países al negociar tratados de libre comercio con Estados Unidos es un primer signo de esto.

Por otro lado la política en nuestra región se caracteriza por ser impredecible y no dudemos en ser sorprendidos cuando menos lo esperemos. Hace unos meses todo parecía indicar que Venezuela, Bolivia y Cuba formarían un grupo, mientras que países como el Perú, Colombia y México escogerían el camino contrario. Hoy Alan García y Chávez se dan la mano y nadie puede predecir lo que pasará. La Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA) es la contraposición al ALCA, sin embargo hasta el día de hoy ambos caminos están por hacer y su consolidación como grupos sólidos aún parece lejana.

¿Será alguna vez este sueño de integración posible? Claramente, en nuestros casi 200 años de independencia como continente, aún no hemos podido descubrir la pólvora que una nuestras metas. Dejar de lado las asperezas personales entre gobernantes y promover un sistema menos presidencialista en los diversos países es parte de la solución. Buscar un camino mixto entre lo propio y lo foráneo, lo autónomo y lo dependiente; es otra alternativa que ya se viene dando y podría traer el fin de muchos enfrentamientos.

El futuro

No quedan dudas de que el proceso de integración regional tiene un pasado complejo y un futuro incierto. Los obstáculos son muchos y si los gobernantes actuales quieren tener éxito hay más de un reto que deben encarar. Por el momento, la dicotomía entre integración bilateral o regional requiere un replanteamiento. La proliferación de acuerdos bilaterales entre los países de América Latina y países en otras regiones deja en claro que es más difícil que antes concretar alianzas estratégicas entre las naciones latinoamericanas a favor de la integración. Por lo tanto es importante repensar de qué manera se pueden reconciliar ambos intereses y hacerlos compatibles para el mismo objetivo.

Por otro lado, si los países de América Latina anhelan un futuro mejor otro objetivo central debería ser la transformación de las estructuras de producción para terminar de insertar a los países en el camino del desarrollo. Este proceso requiere una asociación innovadora entre el sector público y el privado, políticas estatales idóneas y estratégicas e instituciones eficientes. Su éxito es central ya que sin países bien consolidados internamente una alianza regional inevitablemente fallará en ser exitosa. Sumando a este aspecto va la necesidad de tener políticas sociales responsables y eficientes que ayuden a combatir la pobreza y la desigualdad, así como integrar preocupaciones ambientales como parte de un plan de desarrollo sostenible.

Noam Chomsky, conocido lingüista y analista político, resalta la importancia de encarar los problemas internos de países latinoamericanos para poder tener éxito en el proceso de integración. El analista explica un aspecto fundamental del problema que muchas veces es ignorado por la gran mayoría: muchas de las taras que arrastran los países latinoamericanos son exclusivamente nuestras. No todo es culpa del Fondo Monetario Internacional; Estados Unidos no es responsable por la desigualdad con la que convivimos. “En América Latina, los ricos nunca han tenido responsabilidades. Hacen lo que quieren”. Así, tal vez antes de pensar en integración regional sería bueno pensar en integrar nuestro propio país. Desigualdad, pobreza, elites poderosas que deciden por el resto, aislamiento, racismo; entre otras, son todas características reprochables de sociedades en América Latina. Así que antes de cambiar a los demás hay que poder cambiarnos a nosotros mismos.

En conclusión queda claro que la integración comercial y política de América Latina es un sueño de muchos años y su alcance depende de la voluntad política de los líderes que hoy gobiernan. Nuestra historia es compleja y llena de contradicciones y aún no decidimos si queremos reforzar lo propio, rechazar lo ajeno o anhelar lo que no tenemos. Sin embargo, en un mundo globalizado y tan competitivo como el que enfrentamos hoy, la unión de América Latina es una clave central para su progreso. Las alianzas subregionales necesarias ya tienen vida propia, solo falta darles la importancia que se merecen en este proceso y entrelazarlas entre sí para obtener los mayores beneficios posibles. Además los gobiernos en América Latina deben concentrarse en reducir la pobreza y seguir creciendo económicamente como entes independientes, ya que sólo así se podrá construir una alianza sólida y duradera. Deben buscar los puntos de convergencia entre sus políticas de Estado para fortalecer aquello que nos une y poder sumar esfuerzos por un mismo objetivo: ser finalmente un continente de países hermanos, apoyándonos en el desarrollo.

Mariana Costa

Bibliografía:

Seers, D. Dependency Theory: a critical reassessment. 1981

Skirius, John. El ensayo hispanoamericano del siglo XX. 2004.

Dieterich, H. Noam Chomsky Habla de America Latina. 1998.

Comisión Económica para América Latina y el Caribe
http://www.eclac.org/

Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL)
http://www.iadb.org/intal/index.asp