José Carlos Mariátegui y el “pensamiento Gonzalo”
Falta mencionar dos factores adicionales en la ideología de Sendero Luminoso: La figura de José Carlos Mariátegui y el “pensamiento Gonzalo”.
José Carlos Mariátegui funda, en 1928, el Partido Socialista Peruano que, a partir de 1930, se llamaría Partido Comunista del Perú (PCP). Sendero Luminoso, cuyo nombre oficial era “Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso”, no es sino una facción producto de las múltiples divisiones dentro del PCP. Patria Roja es uno de varios movimientos comunistas que existieron al lado de Sendero Luminoso, pero ninguno emprendió el camino de SL. El otro grupo armado de los 80 y 90, el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), no tenía filiación con el PCP. A diferencia de SL, Patria Roja sigue teniendo protagonismo político y participa en las elecciones.
En vista de las múltiples escisiones dentro del PCP es natural que cada facción reclamara el espíritu original de su fundador, José Carlos Mariátegui. Referirse a Mariátegui era, pues, un manera de legitimizar las aspiraciones. En una extensa entrevista concedida al diario senderista “El Diario”, Abimael Guzmán llega al extremo de afirmar que “no se puede ser seguidor de Mariátegui sin ser marxista-leninista-maoísta”. Queda claro, pues, que Guzmán no estaba interesado en una interpretación auténtica. Más bien, era cuestión de subordinar a Mariátegui y otros autores a los fines propios aún cuando esto implicara serias distorsiones.
Dentro de la tríade marxismo-leninismo-maoísmo Guzmán asignaba especial importancia al maoísmo como “la tercera, nueva y superior etapa” (entrevista). El maoísmo servía para justificar la violencia y el “pensamiento Gonzalo” modificaba el maoísmo supuestamente para aplicarlo mejor a la realidad peruana. “Camarada Gonzalo” era el alias de Abimael Guzmán dentro de Sendero Luminoso. A diferencia del maoísmo, el “pensamiento Gonzalo” o “pensamiento guía” no buscaba una lucha que se iniciara en el campo y luego pasara a la ciudad. Guzmán pensaba que la ciudad era parte de la lucha “siendo el campo lo principal y la ciudad complemento” (entrevista).
El sectarismo de Sendero Luminoso
Pero más allá de todas las especificaciones doctrinarias hay un hecho fundamental sin el cual no es posible entender a Sendero: Guzmán reclamaba para sí nada menos que la verdad universal. Él se creía poseedor de la verdad que, como tal, no permitía críticas ni alternativas. Asi, entre 1979 y 1980, el discurso senderista adquiere matices religiosos concibiendo la militancia como “purificación y renacimiento” (Informe Final, II, 23). SL se convierte en una secta en tanto la militancia trasciende todos los ámbitos de la vida.
Ser senderista implicaba renunciar a todo lo demás, renunciar incluso a la propia individualidad y aceptar la sumisión absoluta a la doctrina y jerarquía del partido. Uno de los rituales senderistas era la autocrítica: Los senderistas estaban obligados a realizar autocríticas frente a los demás “camaradas” a modo de depuración personal de todo los “rezagos burgueses”. Es decir, de todo lo que quedaba de la vida anterior a la conversión. Incluso la propia muerte debía ser aceptada como una “cuota” para la revolución (Portocarrero 1998, 27).
En un excelente estudio titulado Razones de sangre, Gonzalo Portocarrero examina cómo la individualidad es postulada como algo sucio, marcado por angustia, culpa y encierro. Para escapar del individualismo, el sectarismo exige la disolución total del individuo en la comunidad:
El paso a la militancia es el hecho decisivo. Es la afirmación de un compromiso al que ya nunca se podrá renunciar. […] Durkheim afirmaba que la conversión logra en días lo que el proceso educativo puede demorar años en conseguir. Actitudes, opiniones, sentimientos: todo queda afectado. […] Como cualquier convertido, el militante senderista se pretende un hombre iluminado, sin fisuras; alguien salvado de las iniquidades de la vida al haber encontrado la verdad definitiva (Portocarrero 1998, 59).
El discurso de Sendero es, pues, un “discurso salvacionista” (62). Es sintomático, escribe Portocarrero, que los senderistas no tuvieran humor. Estaban tan convencidos de su superioridad moral e intelectual que ni siquiera concebían la posibilidad de poner en duda lo que creían. El humor como posibilidad de cuestionar y ridiculizar lo comúnmente aceptado no estaba a su alcance. Esta ceguera hace que Portocarrero califique a SL como un movimiento arcaico y “profundamente fundamentalista”. La modernidad, en cambio, implica filosofía, implica dudar de lo que se presume cierto (128).
Sendero estuvo marcado por el “miedo a lo impuro”. Construyó un lenguaje de oposiciones en el que no había lugar para términos medios. Una expresión muy común en el lenguaje senderista es la “lucha de dos líneas”. El universo semántico desplegado en el discurso senderista para marcar esta polarización extrema ha sido recogido por Portocarrero (52):
Negro – Rojo
Noche – Luz
Impureza – Pureza
Estiércol – Limpieza
Aguas negras – Sangre
Soberbia – Humildad
Muerte – Vida
Hielo – Fuego
Atrás – Adelante
Abajo – Arriba
Silencio – Tormenta
Espumas envejecidas – Chispa, hoguera
Parásitos – Utilidad
Pesimismo – Optimismo
Endurecido – Arder con pasión
Contrarrevolución – Revolución
Feudal – Proletario
Burgués – Socialista
Imperalista – Internacionalista
Revisionista – Revolucionario