El jueves pasado el presidente George W. Bush firmó la ley que autoriza la construcción de una doble valla de seguridad de 1000 kilómetros de extensión a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos. Según el gobierno estadounidense, se trata de un tema de seguridad, pero la indignación frente a una acción unilateral respecto a un tema que debe ser tratado bilateralmente se extiende junto con el escepticismo sobre su efectividad.

Fronteras seguras es la consigna detrás del muro de 1,125 kilómetros que se construirá –si se mantienen los planes- con el fin de bloquear el ingreso de cientos de miles de mexicanos y centroamericanos que atraviesan el límite entre México y Estados Unidos. Las razones para la inmigración ilegal no son un misterio para nadie: las crisis económicas y la inestabilidad en los países latinoamericanos determinan la falta de oportunidades de movilidad social que empujan a miles a arriesgarse. El “sueño americano” los impulsa a enfrentarse a las patrullas desplegadas en la frontera, así como a los miembros del llamado “proyecto Minuteman”. Este grupo está conformado por voluntarios que vigilan la frontera, pero que pueden resultar bastante peligrosos en su afán de complementar la supuesta laxitud del gobierno estadounidense respecto a la puesta en práctica de las leyes sobre migración.

Se ha aprobado una partida presupuestal de 1,200 millones de dólares para la construcción del muro, de un total de 34,800 millones de dólares destinados a los programas de seguridad nacional para el año 2007. Sin embargo, la ley no cuenta con un presupuesto específico para la construcción del muro, lo que puede significar un aumento considerable del gasto en una economía que ya estaría desacelerando. El muro, en conjunto con sus cámaras de seguridad, satélites y vehículos de reconocimiento aéreo ha sido descrito por George W. Bush como una “frontera del siglo XXI”. No obstante, sus críticos lo consideran que será tan útil como tapar el sol con un dedo, mientras que para los republicanos más conservadores consiste en un primer paso para atacar un problema mayor.

De acuerdo con el comunicado emitido por la Secretaría de Relaciones Exteriores de México,

“en el debate sobre el fenómeno migratorio en Estados Unidos se (ha) impuesto, hasta ahora, un enfoque parcial como una supuesta solución a este tema. Es altamente preocupante que el enfoque integral, por el que ambas administraciones han pugnado, se pretenda supeditar a una visión que considera exclusivamente medidas de seguridad”.

Es decir, la responsabilidad compartida entre Estados Unidos y los países latinoamericanos que generan la migración ilegal ha sido completamente ignorada con la construcción del muro. Su construcción no detendrá el flujo de inmigrantes. Lo que sucederá es que aumentará el número de muertos y heridos producto del cruce del muro. Mientras las condiciones de vida en las sociedades latinoamericanas no mejoren sosteniblemente, los incentivos para arriesgarse, y arriesgar a sus familias, seguirá siendo mucho mayor que los potenciales perjuicios.

No se trata sólo de un tema de seguridad, aunque esa sea la prioridad para Estados Unidos actualmente, sobre todo después del ataque terrorista del 11/09/2001. Mientras se sigan manteniendo situaciones de desigualdad en el intercambio económico –por ejemplo, los subsidios agrícolas en Estados Unidos- y los países latinoamericanos en la periferia política y económica, con poca voz y aún menos voto, la inmigración ilegal continuará.

Los críticos del muro argumentan que Estados Unidos es un país construido sobre los hombros de los inmigrantes. Tal vez para amortiguar el golpe que significa la construcción del muro frente a la comunidad latinoamericana e internacional, el presidente Bush ha asegurado que la acción se complementará con una reforma más amplia. Esta incluiría un programa de trabajo temporal y la legalización de los indocumentados que ya se encuentran en Estados Unidos, pero sin amnistía. Para los demócratas, Bush esperó hasta el período inmediatamente antes de las elecciones parlamentarias para movilizar la base conservadora de su partido. De cualquier forma, la construcción del muro, o al menos los intentos de construirlo, serán recordados como uno de los legados más intolerantes y cortoplacistas del gobierno de George W. Bush.

Ver página web de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México

Ver página web del Proyecto Minuteman

Mariana Olcese

Imagen tomada de: http://incluso.es/