Pornografía e igualdad de género

El tema del mes de agosto se ocupa del consumo de pornografía y sus repercusiones sociales. Nuestro lector Raúl, en un comentario para nuestro artículo sobre la pena de muerte, considera que hay una relación directa entre pornografía y violencia sexual (presione acá para leer el comentario).

Otros, en cambio, consideran que la pornografía es parte de la libertad de expresión. En este artículo trataremos de esclarecer los diversos argumentos, moviéndonos en tres esferas: La esfera de las costumbres, la esfera de la libertades individuales y la esfera de la colisión de libertades.

Las “buenas costumbres”

Para empezar, es necesario separar el ámbito de las costumbres sociales del ámbito legal. Considerar la pornografía como algo obsceno, de mal gusto o ajeno a las buenas costumbres no tiene valor determinante en la formación de leyes.

En países liberales como el Perú, donde se respeta la libertad del individuo en la formación de sus propias convicciones y preferencias, no se pueden prohibir estilos de vida. Un alcohólico adulto no puede ser internado en contra de su voluntad y nadie le puede impedir que siga tomando, incluso hasta matarse.

Del mismo modo, aquellos que consideran a la pornografía un sano entretenimiento no pueden obligar a aquellos que no deseen consumirla. Esas son elecciones privadas, perfectamente discutibles, pero que no pueden ser prohibidas por la vía pública y legal.

Las libertades individuales y sus límites

El Perú es un país liberal en tanto su Constitución pone al individuo como fin supremo. Esto quiere decir que Estado y sociedad deben funcionar para el beneficio de todos y cada uno de sus ciudadanos por igual, independientemente de sus preferencias.

Para dar un ejemplo, la sociedad peruana es mayoritariamente católica, pero los ciudadanos ateos, agnósticos o de otras creencias gozan de los mismo derechos y tienen las mismas obligaciones legales. Es decir, el concepto de ciudadanía está por encima de las identidades individuales o colectivas. Es un concepto amplio, formal, que logra aglutinar a todos bajo un mismo techo.

Ahora bien, según esta concepción liberal que busca otorgar el máximo de libertad individual, esa libertad termina allí donde empieza la libertad del otro. Cuando se trata de proteger la libertad de los demás, el Estado como representante de los ciudadanos puede formular prohibiciones. Es allí donde entran a tallar los argumentos en contra de la pornografía.

Libertad de expresión versus igualdad

Según varios pensadores liberales, el consumo de pornografía causa un daño significativo a la libertad de otros, en particular de las mujeres. El argumento es el siguiente: Al contener escenas que muestran una relación asimétrica entre el hombre y la mujer, la pornografía establece un patrón que favorece la desigualdad entre hombre y mujer, a favor del primero.

Estos pensadores no critican el que se expongan contenidos sexuales de forma explícita. Eso, como ya hemos visto, es parte de las preferencias privadas de cada persona. Más bien, critican el cómo. Critican a aquellas cintan pornográficas que muestran a mujeres siendo forzadas, abusadas, dominadas, humilladas o degradadas por el hombre.

Según estas críticas, tales exposiciones contribuyen a mantener la desigualdad entre hombres y mujeres y las actitudes discriminatorias de muchos hombres hacia las mujeres. Otros consideran que pornografía de este tipo difama a la mujer al igual que una cinta con prejuicios raciales difamaría a ciudadanos con cierto color de piel.

En 1983, las abogadas Andrea Dworkin y Catharine MacKinnon elaboraron una ordenanza anti-pornográfica por encargo del consejo de la ciudad de Minneapolis, en Estados Unidos. La ordenanza no prohibía la pornografía, pues Dworkin y MacKinnon pensaban que ello sería contraproductivo, haciendo de la pornografía un negocio ilegal, excento de las regulaciones oficiales, y así causaría aún más daño.

Sin embargo, abría la posibilidad de que cualquier mujer que, al consumir material pornográfico, se sintiera afectada en sus derechos demandara a los responsables (presione acá para leer la ordenanza, en inglés).

Pero esta ordenanza, que suscitó un gran debate en los EE.UU., fue declarada inconstitucional por la Corte Suprema de ese país. Según la Corte, la ordenanza infringía el derecho constitucional a la libre expresión.

Comentando la problemática, el filósofo Ronald Dworkin (no confundir con Andrea Dworkin) invoca el espíritu original del derecho a la libre expresión: Darle a la sociedad un instrumento para expresar desacuerdo y ejercer presión sobre poderes tales como el Estado y la iglesia.

Según Dworkin, demandar a los productores de pornografía por mostrar una imagen nociva de la mujer sentaría un peligroso precedente. Con estos argumentos también se podría prohibir, por ser nociva a los derechos del niño, una película en la que una mujer abandona a su hija y se entrega de lleno a su trabajo. O se podrían prohibir caricaturas que exageran, a propósito, las cualidades negativas de una persona pública o los estereotipos que tenemos sobre grupos sociales u otras culturas.

La conclusión de Dworkin es la siguiente:

Si tenemos que elegir, tal como MacKinnon lo plantea, entre libertad e igualdad – suponiendo que ambos valores constitucionales realmente están en peligro de colisionar – deberíamos escoger la libertad, pues la alternativa sería el despotismo de una policía del pensamiento (en original: “the despotism of thought-police”).

Otro punto importante: Para sustentar las críticas contra la pornografía habría que mostrar, mediante datos empíricos, que el consumo de pornografía violenta o degradante influye en la estructura social. Podría hacerse una analogía con el debate sobre la prohibición de videojuegos y películas con contenidos violentos. No todos opinan que el consumo de estas películas o juegos inducen a la violencia. Al contrario, se podría decir que el consumidor adulto sabe distinguir muy bien entre fantasía y realidad.

En 1986, un informe del Ministerio de Justicia estadounidense concluyó que investigaciones científicas demonstraban de forma “virtualmente unánime” que estar expuesto a contenidos de violencia sexual aumenta las probabilidades de agresiones contra mujeres. Asimismo, sostuvo que contenidos no violentos pero degradantes tenían un efecto similiar, aunque en menor proporción. En cambio, no se pudo probar que la pornografía sin violencia ni degradación tuviera algún efecto de este tipo (puntos 5.2.1, 5.2.2 y 5.2.3 del informe, presione acá para leerlo).

Personalmente, pienso que la pornografía, en muchos casos, muestra una clara y a veces extrema situación de desigualdad en la cual la mujer asume un rol no solamente subordinado, sino de degradación y humillación. Además, llama la atención que no se trata de un fenómeno aislado, de grupos marginales, sino de un mercado amplísimo. El diario inglés The Guardian sostiene que tan sólo en el mercado estadounidense la pornografía genera alrededor de diez mil millones de dólares anuales, un nivel cercano a las películas de Hollywood (fuente: presione acá).

A manera de conclusión

Aun si nos decidiéramos por imponer restricciones al tipo de pornografía que muestra a la mujer como ser inferior cabría preguntarse qué medidas se tendrían que tomar. Como ya hemos visto, una simple prohibición provocaría que se produzcan películas de forma ilegal, pues la demanda es enorme.

Una alternativa podría consistir en imponer un impuesto adicional a productos pornográficos y usar los fondos ahí recaudados para programas destinados a mejorar las condiciones sociales específicas para mujeres. Francia e Italia son dos países que cobran impuestos adicionales para productos pornográficos invocando razones éticas, pero paradójicamente ese dinero no va a un fondo específico.

En todo caso, la solución parece estar en lo social y no tanto en lo legal. Hace falta cambiar la actitud, los estereotipos que muchos tienen hacia las mujeres para que la pornografía se adapte a estos cambios y produzca para un mercado que desee ver al hombre y a la mujer en igualdad de condiciones en todos los ámbitos, incluyendo la cama.

Por Evaristo Pentierra

Bibliografía:

Ronald Dworkin (1993): Women and Pornography, en: The New York Review of Books, Vol. 40, No. 17.

Caroline West (2004): Pornography and Censorship, en: Stanford Encyclopedia of Philosophy. Dirección del artículo en Internet:
http://plato.stanford.edu/entries/pornography-censorship/

Imagen: Universidad de Texas en Arlington, Estados Unidos (http://www.uta.edu/).

12 thoughts on “Pornografía e igualdad de género

  1. Saludos

    Es un tema realmente polémico, que toca muchas fibras sencibles y más prejuicios de los que podríamos enumerar en una recuento mental rápido. Y me parece que está muy bien abordado en el presente artículo.

    Sobre la defensa de la pornografía, no nos deberíamos quedar en el derecho de la libre expresión, también, de forma transversal, está la libertad sexual de las partes participantes (con lo que encontramos un punto de coincidencia con la prostitución) y hasta qué punto y por qué aceptan el “guión”.

    Me quedo con la última conclusión, es la única respuesta real y acorde con las libertades ante la mala imagen de la mujer en muchas producciones pornográficas (tampoco se puede meter a toda la pornografía en ese saco).

    Hasta Luego ;)

  2. Jomra, muchas gracias por tu comentario.

    Sí, es cierto, el tema de las mujeres involucradas directamente en la pornografía también necesita ser discutido, junto al tema de la prostitución. Es sólo por razones de espacio y de tiempo que me he limitado al tema del consumo de pornografía.

    Muchos saludos
    Evaristo

  3. Dada la cantidad de mercado que hay para la pornografia, el hecho de que existan peliculas denigrantes para las mujeres es solo una parte de este negocio. Tambien hay peliculas denigrantes para los hombres (sobre todo las de Dominacion), para los de raza negra, para los animales, etc. Un gran conglomerado de grupos sociales que se ven afectadas por como los retrata la pornografia.¿No hay nadie que se sienta afectados por como se les ve en estos tipos de peliculas?.

    Pienso que la desigualdad parte de las mismas que hacen estos reclamos, ya que consideran que por el hecho de aparecer en este tipo de peliculas, se menoscabara su integridad como mujeres, cuando justamente es ese tipo de creencias propias las que las hace sentirse inferiores a los hombres. Aunque suene machista decirlo.

  4. Pingback: www.floreame.net
  5. Un problema adicional, que no se suele considerar, está en la relación entre pornografía y arte, pornografía y erotismo, etc: los vetos y prohibiciones contra la pornografía tradicionalmente han afectado a creaciones artísticas que hoy nadie considera insultantes ni vulgares ni ofensivas: desde Sade hasta Masoch, desde Cleland hasta Henry Miller, etc..

    http://puenteareo1.blogspot.com/

  6. Este es un tema muy amplio en debate, pero mi punto está en insistir, que la pornografía no puede ser contrarestada con la igualdad de genero, son elecciones privadas las que toman aquellas personas que deciden actuar en estos films, y si se habla de someter, inferioridad de la mujer por participar, no puede ser si no desde el punto de vista de algunos sectores, porque evidentemente no existe una unanimidad de opiniones, por lo tanto, para cualquier sociedad democrática, debe existir primero la libertad, si pretendemos que exista la igualdad, y me refiero a la igualdad respecto a los derechos de quienes publican, consumen y los que deciden ver o no ver estos contenidos.
    Saludos. Natalia (mi opinion surge de algunos autores que he leido, no debe estar muy fundada, porque empesé a leer sobre este tema a raiz de un trabajo que tuve que hacer, pero quiza como opinion no esta de mas)

  7. Natalia, muchas gracias por tu comentario. Pienso que sí es posible distinguir entre situaciones donde la mujer es representada en igualdad de condiciones y otras donde es representada de forma degradante.

    En el artículo me he ocupado de las repercusiones que la pornografía puede tener en la sociedad, no en la situación de las personas directamente involucradas. Pero, como escribe Jomra, valdría la pena explorar el tema.

    Es cierto que las decisiones de estas personas por involucrarse son, normalmente, voluntarias.

    Pero aun así habría que examinar en qué medida los actores se ven afectados. Nuevamente creo que eso depende del tipo de pornografía.

    Y quizá haya un buen argumento para afirmar que cierto tipo de pornografía es tan degradante para la mujer que merece ser rechazada no solamente por sus repercusiones en la sociedad, sino también por las repercusiones que tiene en las personas directamente involucradas. Contar con el consentimiento de una persona adulta no es un cheque en blanco para hacer cualquier cosa con esa persona.

    Saludos
    Evaristo

  8. Respecto a este tema creo que no se debe dar muchas vueltas al mismo, la pena de muerte para los violadores todos los que seguimos la politica nacional bien sabemos que fue una cortina de humo para tapar uno de los muchos errores que el gobierno de Alan Garcia viene realizando, pero si nos centramos en el tema en si, como dice en otro comentario de este mismo rubro el violador se forma a travez de los medios de comunicacion, estos al presentar lo “prohibido” a bajo precio , hacen que el hombre que es un animal por naturaleza, haga uso de su lado irracional, lo lamentable de todo esto es que a las clases altas que son los que manejan estos medios no se preocupen por mejorar nuestra sociedad difundiendo programas educativos y solo se preocupen por vender su producto.

  9. demasiado complejo tratar de descurbir la deneigración de mujeres, en este caso, en pornografía. dónde empieza y dónde acaba, porque simplmente se puede demostrar que se habla de posiciones, gustos o pequeños placeres de ambos sexos. por otro lado, más bien lo de la denigración más bien viene de lo cultural, pero más que todo de elo mercantil. una femimnista podría deecir que hay denigración en mostrar una mujer desnuda; esta denigración estaría bien vista en vallas publicitarias, en programas de concurso, mientras sea abierta y merccantil no tiene nada de malo porqu es aceptada pr la conveción social. ¿acaso no podríamos condenar a una modelo porque vive del cuerpo? porque por favor los desfile de moda no muestran ropas, muestran cuerpo alquilados para vender diseños. sería eso denigrante.
    creo que mientras sigamos en un sistema capitalista a ultranza todo lo que sea negocio tratará ded justificarse, sea denigrante o n o, sea humillante o no, tal vez dependa de los ojos que miren. no podemos negar, en la sociedad occideentalizazda: neoliberal y cristianizada, medio racionalista y enajenada mercatilmente no hay mejrçor negocio que el sexo y la religión; por ahí debemos empezar

  10. El sexo explícito no es malo, sino que la forma en la cual el discursos sexual ponen a las mujeres como sumisas, en las cuales solo se explota la fisonomía femenina, pero nunca la masculina, solo su falo, es lo que hace que las realciones sexuales sean asimétricas, además de que no se expone totalmente la verdadera sexualidad femenina, un ejemplo de ello es que las mujeres se exitan mas al estimular el clítoris que por el hecho de ser penetradas, o se siente estimuladas al ser tocadas en otras partes del cuerpo que no sean nalgas y tetas, la neta no se si a los hombres les guste ser acariciados en otras partes del cuerpo, y eso casi nunca se ve en la pornografía, pero las mujeres son mas complejas y muchas disfrutan de otras formas que no sean mete y saca o tocar los senos, tal ves `porque a los hombres les gusta solo eso, la pornografía se vuelve con mirada masculina y no femenina, a los hombres no les gusta la ternura ni las caricias pero a las mujeres si, y eso tambien se debe a la educación cultural que recibimos ambos, por eso a las mujeres se les enseá a disfrutar en el dolor y la humillación para satisfacer al hombre y hacerlo sentir fuerte.

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