La corrupción endémica

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“Que se vayan todos”. En tiempos en que todos los presidentes de nuestra historia reciente se encuentran encarcelados o investigados, aquella frase dirigida contra la clase política parece más relevante que nunca.

Pregunta quizá tonta, pero: ¿quién quedaría si todos se fueran?

La sensación de una corrupción generalizada, endémica, es mucho más que un fenómeno político. Nuestra ira se vuelca contra los que ostentan cargos políticos porque son ellos los que tienen poder de forma visible y pública. Pero si pensamos el sistema político como un sub-sistema de nuestra sociedad (no como una entidad desvinculada), la corrupción emana desde nuestra sociedad.

Recuerdo bien como, de niño, mi hermana y yo acompañamos a mi mamá a sacar nuestros pasaportes. Eran los fines de la década de los ochenta. En aquella época, había que ir al Ministerio de Interior para hacer este tipo de trámites. Las colas eran interminables, a pleno sol en el patio interior. Mucho concreto y poca sombra.

Los pobres solicitantes debían ir de mesa en mesa, un sello aquí, un firma allá, a merced de la burocracia, hasta sacar el bendito documento.

Y, claro, no podían faltar los “tramitadores” que, en complicidad con los trabajadores del Ministerio, aceleraban el proceso a cambio de un pago. Era una forma de corrupción perfectamente normal en aquella época.

Cada uno de nosotros, al menos aquellos con cierta edad, recordarán historias parecidas por montones. Y si bien muchos trámites son hoy más simples y transparentes (¡bien por eso!), el tema de la corrupción está hoy más presente que nunca.

Sospecho que, hace veinte años, la corrupción no era menor que hoy. Sospecho que, en aquellos tiempos, la tolerancia frente a prácticas que consideramos corruptas era mayor (hacerse la vista gorda).

Puede, entonces, que las historias de sobornos, tráfico de influencia, malversación de fondos etc. que colman los diarios de estos días son el resultado no de más corrupción, sino de menor tolerancia frente a la misma.

Lo cual sería una buena señal: Nombrar las cosas por su nombre es el primer paso para lograr el cambio.

Imagen tomada de: http://blogs.lse.ac.uk/latamcaribbean/2017/08/22/he-steals-but-delivers-tolerance-to-corruption-in-lima-peru/