¿Es el fujimorismo una fuerza autoritaria?

¿Es el fujimorismo una fuerza autoritaria? Este es uno de los grandes debates de la política peruana de las últimas dos décadas. Como todos los grandes debates políticos, la pregunta sobre la naturaleza del fujimorismo genera grandes pasiones y polariza a nuestra sociedad. El problema con este debate es que no es tan sencillo determinar qué significa ser una fuerza autoritaria en un contexto de libertades políticas como el actual. Si bien nadie pone en duda que Alberto Fujimori quebró el régimen democrático con el cierre del Congreso en abril de 1992, queda la duda de si esto es suficiente para seguir calificando al fujimorismo de autoritario. Desde la renuncia por fax de noviembre de 2000, los herederos del “chino” han participado en siete procesos electorales democráticos. Una forma distinta de encarar este debate es preguntarse quiénes son los votantes fujimoristas, es decir, cuáles son sus preferencias con respecto a la democracia. Ahí la cuestión es más clara.

La preferencia por la democracia y el voto fujimorista durante el fujimorismo

Para responder esta pregunta es necesario utilizar data de encuestas. En América Latina, la corporación Latinobarómetro y otras encuestadoras nacionales hacen estudios periódicos para investigar aspectos claves de la opinión pública. Entre otras cosas, estas encuestas preguntan qué forma de gobierno prefieren los ciudadanos. Se les da la opción de responder a) la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno, b) en algunas circunstancias un gobierno autoritario puede ser preferible, o c) da igual un gobierno democrático que autoritario. Además, las encuestas preguntan por la intención de voto, de modo que se puede establecer correlaciones entre la preferencia por la democracia y el voto por determinados candidatos o partidos.

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El Latinobarómetro hace encuestas anuales en toda América Latina desde 1995. El gráfico de la izquierda muestra el porcentaje de encuestados en el Perú que desde 1995 dice que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno. Como puede verse, las preferencias por la democracia oscilan entre 40.2 en 2005 y un pico de 64.1 en 2000. El gráfico también muestra el promedio de América Latina. En la mayoría de años, la preferencia por la democracia es menor en el Perú que en el resto de la región.

Utilizando esta data como punto de partida, corro regresiones logísticas para entender en qué medida el voto por el fujimorismo está vinculado a las preferencias por la democracia (1). Luego, transformo los resultados de las regresiones en probabilidades de voto por el fujimorismo, dependiendo de si los encuestados creen que la democracia es la forma de gobierno preferible, o les da igual o pueden llegar a preferir un gobierno autoritario (estas últimas dos opciones son colapsadas en una sola categoría).

Democrat Peru 1995Democrat Peru 1996Democrat Peru 1997Democrat Peru 1998Democrat Peru 2000

Los gráficos que presento a la izquierda resumen la relación entre el voto por el fujimorismo y la preferencia por la democracia entre 1995 y 2000. En tres de los cinco años – 1995, 1998 y 2000 – existe una relación estadísticamente significativa entre el voto por el fujimorismo y la preferencia por la democracia (2). En los tres casos, los encuestados que piensan que la democracia es la forma preferible de gobierno son menos propicios a votar por el fujimorismo. Esta relación es particularmente importante en 1995 y 2000, ya que son años electorales y los trabajos de campo se llevaron a cabo durante la campaña electoral – en ambos casos Alberto Fujimori acudía a la reelección. En 1995 la probabilidad de votar por el fujimorismo baja de 60.6 a 51.2 por ciento entre los demócratas, y en el año 2000 de 56.9 a 42.6.

La travesía por el desierto y la llegada de Keiko

Democrat Peru 2004Democrat Peru 2005Democrat Peru 2008Democrat Peru 2009

En la narrativa fujimorista, la década que pasó entre la caída del régimen a fines de 2000 y la elección de 2011 constituyen los años de persecución y de travesía por el desierto. Fueron también los años de espera para la mayoría de edad electoral de Keiko. El hecho es que pese a pasar a la oposición, el fujimorismo siguió atrayendo en mayor proporción el voto de los que no pensaban que la democracia era preferible a cualquier otra forma de gobierno. Como muestran estos gráficos, en tres de los cuatro años para los cuáles hay data – 2004, 2005 y 2008 – la intención de voto fujimorista es mucho menor entre los demócratas (3).

Democrat Peru 2011Humala 2011

En 2011 los protagonistas de la elección presidencial fueron Keiko Fujimori – la hija del ex autócrata – y Ollanta Humala – coronel en retiro que en el año 2005 apoyó la asonada etnocacerista liderada por su hermano contra el régimen de Alejandro Toledo. Cinco años antes, en la elección presidencial de 2006, Humala había capturado el voto de quienes no pensaban que la democracia era la mejor forma de gobierno. Sin embargo, en 2011 fue Keiko y no Humala la que se llevó en la primera vuelta el voto de quienes no apoyaban de manera inequívoca la democracia. Como muestra el panel de la izquierda líneas arriba, el voto fujimorista fue ocho puntos porcentuales menor entre los demócratas que entre quienes no apoyaban de manera enfática la democracia – 19.4 versus 27.8 por ciento. En cambio, como muestra el panel de la derecha, no hay una relación estadísticamente significativa entre el voto humalista y la preferencia por la democracia.

Los datos son claros: en el gobierno o en la oposición, con el padre o con la hija, el fujimorismo tiene considerablemente más apoyo entre los ciudadanos que no defienden la democracia a capa y espada. En la segunda vuelta de 2011, a Keiko le costó caro no poder distanciarse del perfil autoritario del padre ya que, hecha las sumas y las restas, el votante medio prefiere la democracia sobre el autoritarismo. ¿Es esa la razón por la cual Keiko decidió depurar la lista legislativa de la vieja guardia de los noventa? Seguramente.

Keiko tiene una necesidad obvia. Cerrar la brecha entre sus votantes “autoritarios” y “demócratas.” A los autoritarios los tiene en el bolsillo ya que en ese frente no ha surgido ninguna fuerza capaz de quitarle votos. En la segunda vuelta se verá si el retiro de los colaboradores del padre fue suficiente.

Ignazio De Ferrari

Notas

(1) Las pendientes que se muestran en los gráficos están basadas en los resultados de regresiones logísticas en las cuales la variable dependiente es el voto por el fujimorismo, y la principal variable independiente es la preferencia por la democracia de los encuestados. Los modelos incluyen los siguientes controles estadísticos: posición ideológica, sexo, edad, estado civil y educación. La data utilizada proviene de encuestas del Latinobarómetro, con excepción de la data de Perú del año 2011 que se basa en una encuesta del Instituto de Opinión Pública de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).

(2) Los “palitos” de las pendientes en los gráficos muestran intervalos de confianza de 90 por ciento.

(3) En los estudios de Latinobarometro de 2001, 2002, 2003, 2006, 2007 y 2010 la intención de voto por el fujimorismo es casi insignificante, de modo que no se puede establecer un modelo de regresión válido.