La ciudad fragmentada

Luego de varios años, he vuelto a visitar Lima. La mitad de la ciudad parece haberse replegado a las playas. La otra mitad trata de sobrellevar el calor urbano a como dé lugar.

Las calles están algo más tranquilas, menos bocinazos, menos combis asesinas y carreras locas. Y, sin embargo, me queda la impresión de una ciudad hostil, en constante lucha con sus habitantes.

Aun distritos ricos como Miraflores o San Isidro no han logrado crear espacios genuinamente públicos. Los parques fungen como refugios urbanos. Son islas cuadradas para los que han logrado huir, por aceras angostas, de las 4×4 con mataperros.

El enrejado amarillo de la Costa Verde fue construido para rescatar espacio para peatones y bicicletas. Lo que hace, sin embargo, es añadir un vericueto más al laberinto urbano. La ciudad termina siendo el reflejo de nuestra sociedad: Dividida en parcelas aisladas una de otra.

La tranquilidad, el respiro es artificial.

Pensemos la ciudad sin el crepitar incesante de los serenos, sin las rejas, púas eléctricas y monitoreos electrónicos.

Pensemos la ciudad como una espacio donde ciudadanos grandes y pequeños convienen para conversar, celebrar, jugar.

Espacios donde aprendemos a convivir en público. Espacios que, citando a Wiley Ludeña, “teatralizan la vida urbana y el pasante urbano se convierte en el personaje fundamental de la gran metrópolis” (fuente: PuntoEdu).

El arquitecto Luis Rodríguez critica que, en el Perú, la arquitectura actual está más preocupada con el diseño de casas de playa que con la utilidad del espacio público (fuente: diario Gestión).

Enrique Peñalosa, ex alcalde de Bogotá, nos muestra las alternativas. En el documental Urbanized (fuente: presione aquí), Peñalosa sostiene que la construcción de más puentes, desniveles y corredores sólo terminan generando más y más tráfico. El camino elegido por Peñalosa es quitarle espacio a los automóviles y devolverle espacio al transporte público y a las bicicletas.

Ello requiere más que la construcción de un caminito enrejado. En Bogotá, una calle central de 24 kilómetros, reservada para peatones y bicicletas, conecta los conos de la ciudad. Los automóviles fueron replegados a las calles laterales. Otro ejemplo es la creación del Transmilenio, un sistema de buses que transitan en vías exclusivas, idea que fue implementada en Lima con el Metropolitano.

Las ideas no terminan ahí. Movimientos ciudadanos como Ocupa Tu Calle (http://ocupatucalle.org) animan a reclamar el espacio del barrio convirtiendo espacios abandonados en pequeños parques. Vale la pena mencionar también al Observatorio Ciudadano Lima Cómo Vamos (http://www.limacomovamos.org) que produce una encuesta anual de percepción ciudadana.

Hace falta, pues, una nueva generación de líderes urbanos capaces de plasmar una visión de Lima en la que salir de casa a pasear por las calles sea un placer. Está en nuestras manos que nuestros hijos puedan vivir así.

Bernd Krehoff

Imagen tomada de publimetro.pe