Faltan apenas dos semanas para que Alan García asuma la presidencia del Perú. En el entretiempo, García ha continuado su periplo por el exterior. Sus dos últimos viajes lo llevaron a Bogotá y Quito. El tema principal fue el futuro de la Comunidad Andina de Naciones (CAN). Alejandro Toledo, por su parte, viajó por enésima vez a los Estados Unidos para presionar a favor de la aprobación del Tratado de Libre Comercio (TLC). Y en el Congreso fracasó la nueva ley del empleo público por el rechazo poco sensato del APRA.

García en Bogotá y Quito

Al llegar a Bogotá, el cinco de julio, García se reunió con el presidente Álvaro Uribe y trató, sobre todo, el tema de la integración regional.

Luego de que Venezuela anunciara su salida de la CAN los países restantes (Ecuador, Bolivia, Colombia y Perú) han estado buscando caminos para avanzar en el camino de la integración. Ya Chile ha manifestado su disposición por unirse a la CAN en calidad de miembro asociado.

En entrevista con el diario La República (presione acá para leerla), el analista chileno José Rodríguez Elizondo considera que el regreso de Chile a la CAN sería positivo, sobre todo en el aspecto político:

Nunca compartí la salida de Chile del entonces Grupo Andino (GRAN). Y no por ser Pinochet quien lo dispuso, sino porque asumió un criterio estrictamente economicista. Según el silogismo de la época, el GRAN era estatista y proteccionista; Chile iniciaba su andadura como una de las economías más libres del mundo, ergo, había que decir adiós al GRAN. […] Pinochet no apreció que la variable política aconsejaba no abandonar el diálogo con los países vecinos. Como esa razón político-estratégica no desaparece, simpatizo con un retorno a la ahora CAN. Ya nuestra orientación económica está consolidada, el escenario es distinto y los énfasis de la CAN no son los del GRAN.

Ya en Quito, García habló de la importancia de la paz y de la integración regional (fuente: diario Correo de Ecuador):

Hemos llegado a acuerdos de paz que garantizan […] la amistad y fraternidad de Perú y Ecuador frente a un mundo que crece y que necesita consolidar regiones donde no sean los vendedores de armas los ganadores y donde los pueblos se beneficien del gasto social.

¿Cuánta integración necesitamos, cuánta hace falta?

En la Unión Europea, todos los países aportan parte de su presupuesto a un fondo conjunto que luego se distribuye a las regiones más pobres de toda Europa. Países como España o Irlanda, que en los años 80 eran pobres, han conseguido un desarrollo notable de sus economías.

Es sólo un ejemplo de integración económica y política que demuestra lo lejos que aún estamos de la integración latinoamericana.

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Toledo en Washington

No es fácil entender la razón del viaje de Toledo a la capital estadounidense. Toledo se reunió con el presidente Bush para conseguir su apoyo para la ratificación del TLC. Pero lo cierto es que Bush ya le ha manifestado, más de una vez, ese apoyo. Tanto así que esta vez Bush le dijo a Toledo que apoyaba la ratificación del TLC en “120 por ciento” (fuente: La República).

Pero el TLC no estaría asegurado ni con el 1000 por ciento de apoyo de Bush. Bush ya firmó el TLC. Ahí no radica el problema. El asunto es que ahora le toca al Congreso estadounidense, es decir, a la cámara alta y a la cámara baja, ratificar el TLC tal como ya lo hiciera el Congreso peruano.

Por supuesto, Bush puede ejercer cierta influencia sobre los congresistas de su partido, el partido republicano, pero también es cierto que en noviembre hay elecciones congresales en los EE.UU. y es posible que algunos congresistas no estén dispuestos a firmar el TLC con Perú “sí o sí” pues deben justificar su decisión frente a los electores de sus respectivas circunscripciones.

Son sobre todo los congresistas del partido demócrata los que temen pérdidas económicas en algunos de sus sectores domésticos en caso se firme el tratado.

¿Podemos esperar la ratificación del TLC antes del 28 de julio? Los legisladores demócratas han criticado las leyes laborales peruanas que, según ellos, no cumplen con todas las normas establecidas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de la cual Perú es miembro. Aún así, Toledo se mostró absolutamente confiado al sostener que el Congreso de los EE.UU. aprobará “de todas maneras” (fuente: El Comercio) el TLC.

La ley del empleo público en la congeladora

A diferencia de otros proyectos de ley, éste no fue producto de una improvisación. Ya en marzo la ley había sido sometida a votación en el Pleno del Congreso luego de haber sido discutida por más de tres años y aprobada en las comisiones de Descentralización y la de Trabajo en consenso con el Ejecutivo. En aquella votación (la de marzo), se plantearon varias modificaciones que fueron incorporadas para esta nueva votación.

¿Por qué es necesaria una nueva ley del empleo público? En declaraciones al diario Correo (presione acá para leer el artículo), el laboralista Jorge Toyama explica que actualmente hay cuatro regímenes laborales distintos. Están aquellos trabajadores públicos que son remunerados de acuerdo a “honorarios profesionales” (1), otros que están amparados en el régimen privado del decreto 728 (2), aquellos amparados en el régimen público del decreto 276 (3) y, por último, aquellos que cobran por trabajar en organismos multilaterales (4).

¿Suena complicado? Lo es. La nueva ley buscaba crear criterios unificados y transparentes para remunerar a los empleados públicos.

Toyama criticó la negativa del APRA a aprobar la ley, pues según Toyama el proyecto estaba bien trabajado y, en lo técnico, no había razón para oponerse. Jorge del Castillo, secretario general del APRA, trató de justificar la decisión de su partido. Según del Castillo, la ley habría provocado un incremento significativo en el número de trabajadores formales públicos.

¿Por qué se protesta recién ahora? ¿Qué hizo el APRA durante los tres años en que se discutió el proyecto de ley? ¿Acaso tenemos legisladores tan inútiles? Jaime de Althaus lo interpreta de la siguiente manera (fuente: El Comercio):

Hay un objetivo psicosocial en todo esto: ensuciar como sea la imagen que deja el gobierno saliente para tener un cuadro menos exigente con el cual comparar los logros que alcance el gobierno entrante; degradar el punto de partida para que el punto de llegada parezca más exitoso.

Por Evaristo Pentierra