Ya juró el ex comandante Ollanta Humala como Su Excelencia, el Presidente de la República. Por la orientación centrista de su gabinete ministerial y el signo socialdemócrata de su mensaje inaugural, sí se ha moderado y quiere asemejar el Perú a Brasil.

No es el primer político que se modera. En 1931 el embajador estadounidense en Lima, Fred Morris Dearing (él y su colega peruano en Washington DC, Manuel de Freyre y Santander, son señalados como cómplices de la Masacre de Malpaso el año anterior), se reunió en plena campaña electoral con el candidato presidencial del APRA, Víctor Raúl Haya de la Torre. En documento que envió a su país afirmaba que éste le impresionó, porque no era el incendiario anti-yanqui de los mítines sino alguien sincero que estimaba a la nación anglosajona.

Dearing contó que Haya de la Torre intenta demostrarle su sinceridad ordenando a los dirigentes de los sindicatos mineros apristas no bloquear intentos de acuerdos con las empresas estadounidenses. Además, prometió a él y Harold Kingsmill, administrador general de la Cerro de Pasco Cooper Corporation, bajar el tono agresivo hacia la inversión estadounidense.

Entonces, ¿por qué el Presidente de la República gustaba antes del populismo-estatismo de Venezuela y ahora prefiere a Brasil?, ¿cómo se volvió socialdemócrata?. La respuesta la dio la abogada Rosa María Palacios, cuando decía que tras varias entrevistas en TV desde 2006 a Su Excelencia comprobó que él no tiene formación doctrinaria o convicciones ideológicas. Es un pragmático que entiende las cosas cuando se las explican bien, pero terco en la posición que adopta y ahora quiere imitar la política socialdemócrata brasileña, al margen del resultado.

Lo digo, porque en 2009 El Salvador inició la ruta brasileña con el presidente Mauricio Funes (periodista socialdemócrata) y el marxista-leninista FMLN y el resultado ha sido:
• Fuerte asistencialismo (útiles y uniformes escolares gratis a alumnos de escuelas estatales, pensión mínima para ancianos, micro-créditos de la banca de fomento, subsidios a la agricultura, bono educativo, aumento escalonado del salario mínimo).
• Crisis institucional (el FMLN tomó la Sala Constitucional, el Tribunal Supremo Electoral, el Registro de Personas Naturales, la Corte de Cuentas y la Policía Nacional Civil), corrupción (compra de votos a diputados opositores), presencia cubana y polarización.
• Baja inversión privada (la minería ha sido paralizada y se canceló el proyecto hidroeléctrico El Cimarrón) y alto desempleo.
• Libre comercio, pero bajas exportaciones.
• Economía abierta (el Consejo Económico-Social que creo Funes la avaló), pero estancada (la altísima deuda pública se ha incrementado y las tasas de crecimiento son bajísimas).
• Fuertes bolsones de pobreza.

Por ahora el sociólogo Carlos Basombrío acierta al expresar serenidad, porque el nuevo Gobierno mantendrá el modelo económico heredado de la década de 1990 y que en democracia ha bajado la pobreza a 31%, pero cautela por el rumbo brasileño y los cambios ofrecidos.

Gian Carlo Orbezo Salas