Los partidos, la tarea pendiente

Tres semanas después de la victoria de Ollanta Humala en la segunda vuelta del 5 de junio, los principales actores políticos y agentes económicos han empezado a asimilar el resultado final. Del shock del lunes 6 se ha pasado a un período de tensa calma en el que se trata de descifrar cuáles serán las próximas movidas del presidente electo.

En el terreno social, las últimas semanas nos han recordado que la relativa tranquilidad que se vivió durante la campaña electoral había sido sólo una tregua y que el Perú no es un país menos complejo tras la elección de Humala. El gobierno ha intentado – sin éxito – apagar un incendio que se le ha escapado de las manos hace rato. La naturaleza del conflicto indica que el interlocutor que la protesta espera es más el presidente electo que el saliente.

En sólo unas semanas, el proyecto nacionalista se pondrá en marcha y Humala tendrá que lidiar con problemas de todo tipo. Pero mal haría el nuevo presidente y el resto de la clase dirigente si no toman nota de la gran tarea que aún está pendiente en la arena política: la necesidad de tener partidos políticos orgánicos que puedan mediar entre la sociedad y el Estado. Es que los tres principales sucesos que, a mi entender, definieron el proceso electoral – el hecho de que el APRA no presentara candidato, el subibaja de las encuestas y la incapacidad de coordinar una sóla candidatura entre las tres fuerzas de centro-derecha – tuvieron en común la ausencia de organizaciones políticas que pudieran estructurar el voto.

Tras la caída de Merecedes Aráoz a comienzos de enero, quedó claro que la defensa de los pasivos y los activos del gobierno quedarían huérfanos en la campaña electoral. Pero más importante aún, que el APRA no presentara candidato presidencial por primera vez en su historia legal, nos recordaba lo que las ciencias políticas venían alertando desde hace mucho tiempo: que el acta de defunsión del APRA como partido orgánico había sido firmada. ¿Cómo entender sino que tras la calamidad del 85-90 el partido con Alva Castro a la cabeza hubiera alcanzado el 22%, y esta vez, tras un gobierno infinitamente superior, no hubiera logrado presentar candidato propio? Los tiempos cambian y a veces cambian para mal.

El colapso político de Aráoz no sería el único en esta elección. Como hace cinco años, quien lideró la mayor parte de la carrera se cayó en el último mes. Esta vez el gran derrotado fue Alejandro Toledo quien vió como sus votos en el sur – donde iba primero por lejos hasta enero – se iban corriendo donde Humala y los de Lima donde su otrora aliado, Pedro Pablo Kuczynski. El gran favorecido del subibaja fue Humala quien empezó la campaña en torno al 10%. La única que se benefició de un núcleo duro de votantes fue el fujimorismo, lo más cercano a un partido polItico en el Perú, según el politólogo de Harvard Steven Levitsky. En un sistema de partidos fuerte, la identificación partidaria habría predecido el grueso del voto, y las tendencias electorales habrían sido más estables.

El subibaja en las encuestas dejó mal parados a Toledo y Castañeda y no le alcanzó a PPK para pasar a la segunda vuelta. Sin embargo, ese desenlace podría haber sido evitado unificando las tres candidaturas. Nuevamente, la ausencia de partidos conspiró contra los candidatos, en el sentido de no poder darle un sentido de predictibilidad a la coalición futura. Cuando los partidos son fuertes, como en Chile, son estos últimos los que disciplinan al presidente y no al revés. Además participan activamente en la conformación de la agenda de gobierno. En el Perú, en vez, quien gana la elección se lo lleva todo, ya que puede formar alianzas ad hoc en el Congreso, y conseguir apoyo de los tránsfugas del momento, para pasar su agenda legislativa. En otras palabras, no necesita de una coalición formal que limite sus márgenes de acción. El gobierno de García en el último lustro es un ejemplo de ello.

¿Tomarán nota los políticos en general, y Humala en particular? ¿Han madurado como maduraron los políticos de centro-izquierda en Chile cuando decidieron fundar la Concertación? Hacer política partidaria no es fácil. Requiere tiempo, trabajo y dinero. Pero el beneficio de contar con organizaciones medianamente estructuradas, a más tardar en cinco años cuando se convoquen las próximas elecciones generales, bien merece la pena el esfuerzo. Porque, si como ha prometido, Humala no se embarca en una carrera reeleccionista, ¿quien lo sucederá en 2016? ¿Será el suyo un proyecto de largo alcance, o sólo un episodio fugaz en la vida política nacional?

Ignazio De Ferrari

4 thoughts on “Los partidos, la tarea pendiente

  1. Los partidos políticos son vehículos para obtener el ejercicio del ‘poder del Estado’ (gobierno), para la cual los interesados deben invertir.

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