Hace apenas una semana y media, la campaña electoral parecía haberse estancado en una soporífera sucesión de acusaciones y grandilocuentes promesas electorales. Las encuestas reflejaban continuidad en las preferencias de los electores.
El panorama parecía claro: Toledo se mantenía firme en la punta mientras que Castañeda disputaría el pase a la segunda vuelta con Keiko Fujimori. Los demás candidatos andaban demasiado rezagados como para suscitar grandes expectativas. Los analistas políticos coincidían en que candidatos como Pedro Pablo Kuczynski u Ollanta Humala tendrían escasas posibilidades de remontar posiciones en la contienda electoral.
Las encuestas de los últimos días, sin embargo, nos obligan a replantear el escenario electoral de forma radical. Según las última encuesta nacional de Ipsos Apoyo (realizada entre el 12 y el 18 de marzo), la diferencia entre el primero y el quinto es de apenas nueve puntos porcentuales en comparación con 22% hace un mes (fuente: El Comercio). Esto se debe, por un lado, a la fuerte caída de Alejandro Toledo (de 28% hace tres semanas a 23%). Pero también tiene mucho que ver con el crecimiento notorio de Ollanta Humala y, sobre todo, de Pedro Pablo Kuczynski (PPK).
El crecimiento de Humala ha sido lento pero continuo: Desde el 10% registrado a mitad de enero ha ido creciendo a ritmo de un punto porcentual por semana hasta llegar a los 17% actuales.
La subida de PPK, en cambio, se asemeja más a la del típico outsider, el cual se caracteriza por mantenerse al margen de la percepción pública hasta muy cerca de las elecciones. Es entonces cuando empieza a crecer de forma exponencial dejando atrás a sus competidores en cuestión de pocas semanas. Lo vimos con Fujimori en 1990: Apenas 15 días antes de la primera vuelta, Fujimori se perdía en las encuestas en el rubro de “otros” (fuente: El Comercio). Últimamente hemos visto algo parecido con Susana Villarán.
Hasta hace tres semanas, PPK oscilaba sin mayores cambios entre 5% y 6%. Desde fines de febrero, sin embargo, su votación se ha duplicado hasta llegar a 14% en menos de un mes. PPK siempre tuvo un fuerte apoyo en el nivel socioeconómico A (el de mayores ingresos) y muchos pensaron que no pasaría de ahí. Pero la última encuesta de Ipsos Apoyo revela que PPK es, ahora, también el candidato con mayor intención de voto en el nivel B (31% frente a 65% en el A). La candidatura de PPK incluso está empezando a cobrar fuerza en la clase media, pues cuenta con 16% en el sector C.
Al mismo tiempo, PPK sigue teniendo una votación baja entre aquellos con menores ingresos: 8% en el nivel socioeconómico D y tan sólo 3% en el E. El éxito de PPK dependerá, entonces, en gran medida de su capacidad de conquistar al electorado rural y provinciano (en Lima ya está liderando las encuestas).
Los dos perdedores de las últimas semanas han sido Alejandro Toledo y Luis Castañeda Lossio (ahora empatado con PPK en 14%). Keiko Fujimori, en cambio, es la única candidata que mantiene una intención de voto relativamente estable que oscila entre el 22% (en enero) y los 19% actuales.
¿A qué se deben los cambios de las últimas semanas? Según el publicista Gustavo Rodríguez, el éxito de PPK se debe, principalmente, a que este ha sabido posicionarse con un perfil técnico más que político (“PPK sabe cómo hacerlo”). Su amplia experiencia laboral y como Ministro de Economía hacen que los 25 “compromisos” ofrecidos por PPK sean percibidos como propuestas serias y no como simples promesas electorales típicas del político tradicional. Si bien estos abundan en su Alianza por el Gran Cambio (sólo basta con mencionar al Partido Popular Cristiano), PPK ha sabido mantener la discusión en torno a su persona, minimizando, en lo posible, el entorno que lo apoya.
Paradójicamente, ha sido Alejandro Toledo, su más encarnizado rival, el que contribuyó a que la discusión pública se centre alrededor de la figura de PPK. Toledo y su representante Carlos Bruce empezaron por ningunear los (innegables) logros de PPK como Ministro de Economía en el gabinete de Toledo, luego lo calificaron de viejo y senil (insinuando incluso que PPK sufría de Alzheimer) y terminaron por cuestionar su doble nacionalidad (peruana y estadounidense).
Pero los ataques parecen haber tenido el efecto inverso al deseado: En vez de desinflar a PPK, ayudaron a ponerlo en el centro de la atención frente a un electorado aún indeciso y en busca de alternativas. Además, los ataques terminaron por costarle puntos a Toledo. Para Gustavo Rodríguez, la racha de ataques deslizada por Toledo y su equipo habría afectado su imagen de líder serio y alturado.
La situación hace recordar, en cierta medida, la última contienda por la Municipalidad de Lima. En aquella ocasión fuimos testigos de una amplia campaña de demolición contra Susana Villarán, una candidata que pocos habían tenido en cuenta hasta la salida de Alex Kouri. Pero estas acusaciones, lejos de mellar su aceptación, hicieron de una candidata virtualmente desconocida una figura pública y popular (fue sólo hacia el final, durante los últimos días de la campaña, que su candidatura sufrió un descenso significativo en las encuestas).
¿Cómo serán los escasos 20 días que quedan hasta el diez de abril? Hace no mucho tiempo, se especulaba si es que Toledo lograría ganar en primera vuelta. Ahora estamos en una situación en la que ni siquiera está claro si es que Toledo pasará a segunda vuelta.
Las últimas encuestas nos permiten concluir que una segunda vuelta es altamente probable. Nos permiten concluir, también, que la candidatura de Luis Castañeda Lossio se ha ido desinflando continuamente haciendo ya muy difícil su pase a segunda vuelta. Todo lo demás, sin embargo, está por verse. Si hay un certeza es esta: al electorado peruano nadie le gana en cuanto a impredictibilidad se refiere.
Por Bernd Krehoff
Imagen tomada de: http://noticias.terra.com.pe/
Enlace de interés: ¿Por qué Toledo cayó? Análisis de José Alejandro Godoy en Desde el Tercer Piso.