La agonía de José María Arguedas

El centenario del nacimiento de José Marías Arguedas no ha pasado desapercibido. A los homenajes por parte de autoridades políticas y académicas se suma ahora la polémica por no haber declarado el 2011 como Año de Arguedas. El gobierno optó por otro centenario, el del descubrimiento de Machu Picchu. Tal desaire podría parecer insignificante si no fuera porque trasluce un simbolismo revelador.

Estamos acostumbrados a mensajes de optimismo y orgullo, de progreso y unidad. Machu Picchu calza perfectamente con este sentimiento. José María Arguedas, en cambio, es un tema mucho más espinoso. En las últimas semanas se ha preferido recordarlo como figura integradora en un Perú de “todas las sangres”. Pero una mirada más detenida nos revela un Arguedas diferente, alguien cuya vida estuvo marcada por la agonía en el sentido usado por Alberto Flores Galindo: Agonía como conflicto interior, como “corrientes encontradas que generan una tensión íntima” (Flores Galindo 1980, 13).

Hace pocos días, Mario Vargas Llosa recordó la importancia de José María Arguedas. Lo calificó como “uno de los grandes escritores peruanos” y dijo que su obra no era solamente literaria, sino también la de un “etnólogo, antropólogo y folclorista” (fuente: El Comercio). A cien años de su nacimiento, Arguedas se ha convertido en un autor clásico. Es el prinicipal referente de la literatura indigenista en el Perú y el reconocimiento a su obra es prácticamente universal. Pero ello no fue siempre así.

Hace quince años, el mismo Vargas Llosa publicó La utopía arcaica: José María Arguedas y las ficciones del indigenismo. En aquel libro, Vargas Llosa describe la obra de Arguedas como un “proyecto utópico” y antimodernista, el cual consisitiría en la añoranza de un mundo andino irremediablemente perdido. Un mundo compuesto por una cultura colectivista, rural y mágico-religiosa supuestamente superior a la occidental.

Vargas Llosa no fue el único en criticar la obra de Arguedas. En la famosa Mesa Redonda sobre Todas Las Sangres, realizada en junio de 1965, Sebastián Salazar Bondy le reprocha a Arguedas cierta esquizofrenia al supuestamente presentar, en su novela, dos mundos separados y contradictorios entre sí: la concepción mágica heredada del indigenismo y la concepción racional y científica del occidente (Rochabrún 1985, 26). En su réplica a Salazar Bondy, Arguedas rechaza enfáticamente la imputación:

No hay una contradicción entre una concepción mágica y una concepción racionalista, sino que cada personaje ve al mundo de acuerdo a su formación humana. Cuando […] los personajes indígenas hablan del mundo, lo hablan tal como ellos ven el mundo; eso no quiere decir que yo vea el mundo enteramente como ellos. Es probable que yo esté en parte transido de esa visión del mundo […] porque yo estoy dentro de ellos, yo he sentido también el mundo como ellos. Pero también veo […] el mundo […] desde un punto de vista completamente racional. […] [L]as contradicciones son las que naturalmente existen entre las diferentes gentes que hay en nuestro país, entre diferentes modos de ver el mundo (ibid. 29-30).

Otro participante en aquella Mesa Redonda, Henri Favre, calificó a Todas las Sangres como una novela “netamente social” que, encima, habría fracasado en su intento de representar a la sociedad peruana (ibid. 39).

Llama la atención que todos estos autores buscaban entender la obra de Arguedas asignándole una función ulterior a la literaria: Vargas Llosa vio en las novelas de Arguedas la defensa cerrada de una utopía arcaica. Henri Favre leyó la novela como retrato social (equivocado) y Sebastián Salazar Bondy interpretó la pluralidad de los personajes como reflejo de un autor indeciso entre un mundo y el otro.

Pero existe otra lectura de Arguedas. Según esta lectura, las dificultades en la obra de Arguedas son inevitables en tanto emanan de la problemática inherente a la temática indigenista (cf. Lauer 1997). Escribir sobre lo indígena en el Perú es escribir sobre una cultura (la prehispánica) que no conoció de historia escrita. Lo que sabemos de ella nos ha sido legado por cronistas de habla hispana cuya perspectiva está, inevitablemente, impregnada por la cosmovisión occidental. El mismo Inca Garcilaso de la Vega tuvo tanto el castellano como el quechua como idiomas maternos.

Entre los escritores indigenistas del siglo pasado y antepasado -Luis E. Valcárcel, Ciro Alegría, Clorinda Matto de Turner- Arguedas es aquel cuya biografía está intimamente compenetrada con el mundo andino. Su obra puede ser leída como un enorme esfuerzo por retratar al Perú y sus personajes tal como él los conoció. Una de las mayores preocupaciones de Arguedas fue mantener la fidelidad entre lo escrito y su experiencia personal.

Las novelas de Arguedas no son ni pretenden ser virtuosas: Su prosa es (como lo señala Vargas Llosa) más primitiva que moderna. Pero esta supuesta deficiencia adquiere un significado distinto si la entendemos como resultado de un proyecto indigenista innovador.

El mismo Arguedas da cuenta de los enormes esfuerzos por plasmar el mundo quechua en el idioma castellano al escribir su primer libro, Agua (publicado en 1935):

Yo lo había escrito en el mejor castellano que podía emplear, que era bastante corto, porque yo aprendí a hablar el castellano con cierta eficiencia después de los ocho años, hasta entonces sólo hablaba el quechua […] . Cuando yo leí ese relato, en ese castellano tradicional, me pareció horrible, me pareció que había disfrazado el mundo tanto casi como las personas contra quienes intentaba escribir y a quienes pretendía rectificar. Ante la consternación de estos mis amigos, rompí todas esas páginas. Unos seis o siete meses después, las escribí en una forma completamente distinta, mezclando un poco la sintaxis quechua dentro del castellano, en una pelea verdaderamente infernal con la lengua (Arguedas 2009).

William Rowe ha sugerido leer a Arguedas (y a la literatura indigenista) no como utopía o ideología, sino alrededor de la aporía antes mencionada, es decir, desde la imposibilidad de conceptualizar lo autóctono desde una perspectiva autóctona. De este modo, la obra de Arguedas se nos presenta como una lucha personal y artística a la luz de aquella imposibilidad. Una lucha cuyo propósito no es (ni puede ser) la superación de la aporía, sino la creación literaria con plena consciencia de ella. Arguedas supo convertir su condición bilingüe en una “empresa descomunal de aprovechamiento literario” (González Vigil 1998, 15).

La lectura de Arguedas no sirve, entonces, para la proclamación de mensajes triunfalistas y de unidad nacional (para ello, Machu Picchu es mil veces más idóneo). La obra de Arguedas es, más bien, testimonio íntimo de alguien que llegó a conocer, como pocos, la diversidad cultural de nuestro país y que la vivió intensamente, con una honestidad y preocupación casi aterradoras.

Por Bernd Krehoff

Enlaces recomendados:

Sucedió en el Perú: José María Arguedas (video en YouTube)

William Rowe: De los indigenismos en el Perú. Examen de argumentos (Ciberayllu).

Jan-David Gelles: “La utopía arcaica” de Mario Vargas Llosa.

Literatura:

Arguedas, José María (2009): Qepa Wiñaq… Siempre: Literatura y Antropología. Edición crítica de Dora Salas. Madrid: Iberoamericana.

Flores Galindo, Alberto (1980): La agonía de Mariátegui: La polémica con la Komintern. Lima: DESCO.

González Vigil, Ricardo (1998): Introducción a Los Ríos Profundos (Madrid: Ediciones Cátedra).

Lauer, Mirko (1997): Andes imaginarios: Discursos del indigenismo-2. Cusco: Centro de estudios regionales andinos Bartolomé de las Casas.

Rochabrún, Guillermo (1985): La Mesa Redonda sobre “Todas las Sangres” del 23 de junio de 1965. Lima: IEP.

Vargas Llosa, Mario (1996): La utopía arcaica: José María Arguedas y las ficciones del indigenismo. Fondo de Cultura Económica.

Fuente de la imagen: http://summahistoriae.blogspot.com/

One thought on “La agonía de José María Arguedas

  1. Está bien que el año 2011 sea considerado únicamente como el del descubrimiento de Machu Picchu. Quizás el gobierno debería ver la manera de que la obra de Arguedas sea leída por la mayoría de los peruanos para poder comprender su visión cultural de nuestro país.

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