Lo que la corrupción nos deja

nullHace una semana, Gian Carlo Orbezo escribía en este espacio un post dedicado al décimo aniversario del retorno a la democracia con Valentín Paniagua como Presidente del Perú. Hace 10 años yo seguía en el colegio, pero hablaba de política como una chiquivieja en las sobremesas familiares y compartí la esperanza que todos los de mi entorno sentían con este nuevo Presidente. La transición a la democracia, como la llaman, se perfiló como una oportunidad para recuperar nuestros derechos fundamentales pero, sobre todo, para limpiar la mugre que el gobierno de Alberto Fujimori con Vladimiro Montesinos nos dejaron explícita. Con Paniagua, pensamos, se iniciaba el final (valga la contradicción) de este modus operandi corrupto. Diez años después, ¿en qué ha quedado la corrupción?

Escribí hace unas semanas un post sobre corrupción, las deudas pendientes de quienes ahora quieren ser presidentes y nuestra responsabilidad ciudadana. Esta semana estuve en el desayuno de trabajo organizado por el Instituto de Estudios Peruanos en que se nos presentó el texto Cultura política de la democracia en Perú, 2010, iniciativa del Barómetro de las Américas, financiado por USAID y escrito por Julio F. Carrión y Patricia Zárate. Agárrense porque en este texto que compara diversos temas en los países de la región latinoamericana y el Caribe, el Perú está en el tercer puesto en percepción de corrupción en las Américas. ¿Qué quiere decir esto? Que, excluyendo a Trinidad y Tobago y Jamaica, los peruanos percibimos que nuestro país es el más corrupto. ¿Nos falta razón?

Esta semana, Perú21 reveló que el ex Ministro del Interior, Fernando Barrios, se había beneficiado con una indemnización a todas luces ilegítima, antes de asumir la cartera ministerial. El escándalo terminó con la devolución del monto recibido y su renuncia casi inmediata. Sin embargo, más allá de la indignación correspondiente por la actitud criolla, por decir lo menos, de este ex ministro, lo que indigna más es que este sea uno de los pocos casos de corrupción que, durante este gobierno, terminó con la bajada de dedo a un ministro e incluso con el rechazo del partido de gobierno hacia este militante.

Pero, ¿el caso de Barrios no es acaso la excepción? No puedo evitar notar que cuando otros miembros del partido de gobierno se vieron involucrados en sospechosas actividades no hicieron más que escaparse del ojo público por un tiempo para luego regresar como si nada hubiera pasado. ¿Cuántos de estos casos hemos visto durante los últimos años? Tómense un segundo para hacer memoria y notarán que estos personajes son una lamentable mayoría.

Cuando vemos portadas con escándalos de corrupción como la que Perú21 nos ofreció esta semana ya no nos sorprendemos por el hecho en sí, sino por el nuevo personaje involucrado. Es más, un taxista sincero me comentó a raíz del caso Barrios que “sabía que algo así había hecho el ex ministro, porque seguro todos los ministros tienen rabo de paja. Señorita, solo cambie la cara y el nombre, la noticia es la misma”.

Pero el hecho que la percepción de corrupción sea tan alta en el Perú implica otros temas. Por ejemplo, que la confianza en las instituciones sea menos que cero. En el libro he podido ver que, en el Perú, la confianza en el Gobierno Nacional es de 36.8%, en el Congreso es de 31.9% y en los partidos políticos un 30%. La institución que goza de mayor confianza es la Iglesia Católica con un 62.3%. Lamentable, pero cierto, ¿cómo es posible que la gente confíe en sus organismos democráticos si ve a la corrupción abrirse paso cotidianamente? No es gratuito que solo un 18.5% en el Perú apoyen a la democracia estable. En este rubro, ocupamos el penúltimo lugar respecto a los otros países encuestados y llama la atención ese 45.3% de peruanos que justificarían un golpe militar (policial).

Si bien, como se afirma en el boletín El costo político de la corrupción, los ciudadanos son menos tolerantes a la corrupción cuando perciben que las condiciones económicas son adversas, resulta paradójico, pero también sintomático, que en un momento de crecimiento macroeconómico sostenido en nuestro país, nuestra percepción sobre la corrupción nacional sigan tan alta. ¡Qué más evidencia de que este crecimiento económico no es suficiente! Este es un tema que los candidatos deberán considerar en sus discursos.

Laura Arroyo Gárate

5 thoughts on “Lo que la corrupción nos deja

  1. Hola Laura,

    Leyendo tu artículo me he quedado desesperanzado pues no veo dónde podría estar la salida. Si la sensación imperante es la del taxista, es decir, que todos son corruptos, eso significa que la percepción de corrupción no es individualizable, sino sistemática – creemos que todo el sistema político (y social) está infestado por la corrupción. De ahí creo que salen las persistentes demandas por caras nuevas e impolutas, como si una renovación total pudiera solucionar el problema. Nuestro Congreso (que está abarrotado de caras nuevas) demuestra que esta perspectiva es fatal.

  2. es como que el virus este en esos edificios, es un virus letal que ataca a todo aquel que entra en alguno de esos edificios, es verdad lo que escribe Bernd, al ver todo esto uno se desmoraliza y uno no sabe que hacer, tengo la dicha de estudiar fuera del pais, mi sueño es siempre llegar al pais con nuevos conocimientos y ser de ayuda a los mios, pero al leer todo esto (esta muy bien que se siga escribiendo) uno dice, bueno mejor me quedo por aca, la situacion por aca es mejor, que se pudra ese nicho infecctado de ese virus corrupto, pero despues de 5 min de reflexionar la lacra es la clase politica (bueno hay unos muy pocos que se puede excluir de ahi), no el pueblo, justamente es nuestro pueblo el que nesecita ayuda, pese a que tiene todo encontra el peruano comun y silvestre sigue adelante sacando adelante a nuestro pais, pero que nos diga Dios que podemos hacer?

  3. Para empezar el Titulo LO QUE LA CORRUPCION NOS DEJOA;deberia ser Los que vivien de la Corrupcion y encontraremos a una infinidad de reciclados muchos Politicos y otros Funcionarios que con esconderse piensan que nos Olvidamos de sus actos pero son afortunados por que cuentan con sus adeptos suficientes como para volver a trepar una Curul ,no importa que hayan involucrado en el Faenon con Don Bieto o el Papi de Lucianita,ni que le llamaran tiernamente el Tio George o que este se haya comprado un Depa en Miami o que su esposa quien no labura tenga un poder adquisitivo y sume mas propiedades hasta con el sistema del trueque,total disque una raya mas al tigre no lo va a volver mas obeso ni menos boluminoso aunque le haya mentido (perjurio) a la Comision del Congreso negando que su Mansion en Los Pulpos sea de su peculio,pero la que adquirio un ex ministro de Educacion por la varatura de $130,000 verdes no era de aquel que tambien tiene en Paris Rue de la Faisanderi,comprada por boca propia con aporte de los “amigos”,si seguimos mirando el entorno de estos personajes siempre llegaremos done esta el Principal,aquel que nos espeto Yo no me corro,Yo puedo hacer que un candidato no sea Presidente,y lo e demostrado,la verdad no se que es lo que pasa con Los Peruanos,estan adormecidos,los sueldos son los mejores,su poder adquisitivo sobre pasa la barrera de incredulidad,no tienen algo de dignidad cuando van a las urnas a escoger El Mal menor y terminamos colocando al Gato Despencero en Palacio de Gobierno,de que nos quejamos,vivmos en un Sistema Corrupto propietarios de nada,sentados en un suelo rico en Gas pero negociado por la gavilla de ladrones,donde Los Monopolio esprimen el insipido salario -Hay que cambiar El Sistema y desterrar La Impunidad,no a la Prescripcion de los Delitos,no al Secreto Bancario e Inmobiliario.-Ponganle ojo a los nuevos Funcionarios con el cambio de Alcaldes…ok

  4. Hola Bernd:
    sí pues, no puedo negar que pese a que la intención no era desesperanzar a nadie, flaco favor le he hecho al optimismo con mi post. De hecho, sobre la percepción de corrupción no individual tienes toda la razón. Voy a seguir desmembrando el texto que cito porque hay datos bien interesantes sobre, confianza por ejemplo no solo hacia instituciones sino también confianza interpersonal.
    Ahora, respecto a nuevas caras impolutas, sí pues, creo que por ahí va la cosa. Esta percepción de corrupción es tan fuerte que en cada elección parece que eligiéramos a un santo y no a un ser humano a un cargo político. Pero es un tema general. Vale decir, de todos los días y de todas las áreas.

    Hola Sandro:
    como le decía a Bernd, es un tema de todos. Si bien siento que los políticos tienen gran responsabilidad al hacer mal uso no solo de su cargo, sino de la influencia que ejercen, nosotros deberíamos ser menos amnésicos con estos personajes también. Del mismo modo, ser más exigentes con nosotros mismos respecto a la lucha contra la corrupción. Es un tema de valores que, desde luego, encuentra su raíz en la educación.

    Hola Jose:
    es cierto que debemos ponerle ojo a los nuevos funcionarios. De hecho, un asunto necesario es justamente ese: fiscalización. Esperemos que esta continúe. En los últimos años, luego de Fujimori, la prensa se ha dedicado más a esta fiscalización, sin embargo no toda es muy responsable. Ahí entramos nosotros. Los ciudadanos que dentro o fuera del país podemos hablar sobre el país, sobre los representantes y sobre aquello que debemos exigir. Honestidad y transparencia, como mínimo.

    Gracias a todos por los comentarios.

  5. En las últimas décadas el desarrollo del pensamiento en el sistema educativo peruano ha sufrido un duro revés. Me atrevo a afirmar que las nuevas generaciones sólo tienen como principal fundamento de su pensar los planteamientos mediáticos. El punto del pensamiento, para comentar este artículo, se debe al hecho de reconocerle a este quehacer humano tres categorías determinantes al momento de actuar: la inquietud por obtener la sabiduría (SABER), la capacidad de cuestionar porque no hay soluciones adecuadas a los problemas que se dan en la sociedad (PREGUNTAR) y el uso de la racionalidad para enjuiciar adecuadamente el quehacer humano y obrar en forma correcta (LA VERDAD). Es increíblemente vergonzoso -para toda la sociedad peruana y la comunidad internacional- que en la tierra de pensadores tan ilustres y reconocidos, se haya llegado a imponer en los colegios las clases de religión como una norma que llevará a la sociedad al conocimiento del “plan de salvación divino” como el proyecto más valioso para la construcción de la nación peruana. Esto explica porque las instituciones de más credibilidad sean las religiosas. Es explicable que exista un desapego del quehacer político y de la responsabilidad social-colectiva en los peruanos. Nos tienen dominando desde el pensamiento: es interesante recordar que la conquista de Europa no se puede explicar sin la catequesis de los religiosos católicos (un puñado de soldados jamás podo dominar a millones de pobladores, se necesito conquistar la mente con el confesionario y los sacramentos católicos, estas fueron las armas más letales). Considero que se debe asumir una reconstrucción del sistema educativo peruano, que favorezca el desarrollo del libre pensamiento y de la transformación política nacional. Es importante revisar los proyectos educativos -si es que existen- en las propuestas políticas.

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