El APRA y el semipresidencialismo

La semana pasada, el Partido Aprista Peruano (PAP) finalmente presentó su plan de gobierno. Una de las principales propuestas de los apristas en materia de reforma política pasa por establecer un Poder Ejecutivo bicéfalo con un presidente que “encarne a la nación” y vele por el cumplimiento de la Constitución, y un Primer Ministro que sea el jefe del ejecutivo. En resumidas cuentas, los apristas plantean la adopción de un régimen semipresidencial siguiendo el modelo de la V República Francesa. Una aproximación.

El semipresidencialismo francés

La V República Francesa comenzó en 1958 con la sanción de la Constitución diseñada por el general de Gaulle, luego de su retorno al poder. Los franceses venían de experimentar 12 años de gobiernos de corta duración. Por su inestabilidad, a la IV República Francesa se la ha comparado con la República de Weimar, cuyo triste final se produjo con la toma del poder de Hitler en 1933.

Según el modelo constitucional de la V República, el presidente es elegido en elecciones directas por un período de cinco años con reelección ilimitada (hasta 2002, el mandato presidencial duraba siete años). El presidente nombra al Primer Ministro, encarna a la nación, es “garante de la independencia nacional, de la integridad territorial y del respeto de los tratados” (artículo 5). Además es jefe de las Fuerzas Armadas (artículo 15) y preside el Consejo de Ministros (artículo 9). A su vez, la Constitución prevé un mecanismo que fortalece la institución presidencial: el poder de disolver la Asamblea Nacional (artículo 12).

A diferencia de la mayoría de sistemas presidencialistas, el presidente francés no es el Jefe del Gobierno. Esta función recae en el Primer Ministro, cuya elección está a cargo de la Asamblea Nacional. Puede suceder que el Presidente de la República no cuente con una mayoría en el Congreso y que sea un partido ajeno al suyo el que ponga al Primer Ministro.

En efecto, esto último se ha dado en más de una ocasión. Entre 1986 y 1988, el entonces presidente socialista Mitterrand tuvo como Primer Ministro al líder de la derecha, Jacques Chirac. A su vez, el propio Chirac tuvo que nombrar como Primer Ministro al socialista Lionel Jospin en 1997 luego de perder una elección parlamentaria anticipada. A esto se le ha dado el nombre de cohabitación.

Si constitucionalmente, el presidente francés tiene un poder limitado, en la práctica es quien conduce el gobierno en períodos en que no hay cohabitación. Eso se debe también al hecho de que el presidente haya sido también, en la mayoría de los casos, jefe de su partido. Por ese motivo, se ha dicho que el semipresidencialismo francés oscila entre un régimen parlamentario y uno presidencial dependiendo de si hay cohabitación o no.

Con excepción del poder de disolución del parlamento por parte del presidente, el plan de gobierno aprista adopta la mayoría de los preceptos constitucionales franceses en relación con el sistema de gobierno. Es decir, plantea la elección directa del presidente en doble vuelta electoral, y la elección por parte del Congreso de un Primer Ministro que se encargue del gobierno. De esa manera, argumentan, se logra una mayor estabilidad (artículo 11 del plan).

La viabilidad política del proyecto

Las repetidas crisis de gobernabilidad en las que han estado inmersos los países latinoamericanos a lo largo del siglo XX han llevado a la pregunta si el origen de la inestabilidad no es justamente el régimen presidencial mismo. Es así que, por ejemplo, a comienzos de la década del 90 se llevó a cabo un referéndum en Brasil en el que se consultó a la población sobre la posibilidad de pasar a un régimen parlamentario. El presidencialismo triunfó fácilmente.

Es precisamente por ese motivo que algunos analistas han favorecido el semipresidencialismo sobre el parlamentarismo como una opción más viable para los países que buscan reformar su sistema presidencial: permite seguir eligiendo a un presidente pero se mantienen los rasgos fundamentales del parlamentarismo.

Los que recomiendan el sistema semipresidencialista para Latinoamérica, lo hacen siguiendo la lógica equivocada, puesto que el hecho de que este régimen funcione en Francia se debe más a la cultura política y las prácticas no constitucionales francesas que a lo que dice su propia Carta Magna. El hecho de que en períodos de no cohabitación sea el presidente y no el Primer Ministro el que gobierne, es un fenómeno sui generis que está relacionado con los liderazgos que han ejercido los presidentes franceses (de Gaulle, d’Estaing, Mitterrand).

Un sistema de este tipo aplicado al Perú podría producir graves conflictos entre el presidente y el jefe del ejecutivo, incluso en períodos en que el presidente tuviese una mayoría en el parlamento. El primero buscaría ejercer el poder recurriendo a la legitimidad que le infiere su elección directa, mientras el segundo se basaría en la ley para conducir el gobierno.

Por otro lado, ¿qué nos dice que en el fragmentado sistema de partidos peruano, las organizaciones se van a poner de acuerdo para formar una mayoría congresal estable? Ante la imposibilidad de formar cualquier tipo de gobierno, no sería difícil imaginar que el presidente terminase gobernando por decreto, con lo que se caería en una situación parecida a la de la República de Weimar en la que a partir de 1928 el presidente, popularmente elegido, terminó gobernando con decretos de urgencia.

Tampoco hay que olvidar que la formación de mayorías en Francia está condicionada por el sistema electoral mayoritario. En la elección de la Asamblea Nacional, los franceses eligen un candidato por distrito electoral. Para ganar en la circunscripción, el candidato debe obtener la mitad más uno de los votos. De no alcanzar el 50%, pasa a una segunda vuelta en la que participan todos aquellos que han obtenido al menos 12,5% en la primera ronda. El sistema fomenta la formación de coaliciones antes de la segunda vuelta que, a su vez, luego se repiten en la legislatura. En la V República, el bloque de izquierdas y el de derechas se han alternado en el poder.

Ignazio De Ferrari

10 thoughts on “El APRA y el semipresidencialismo

  1. Muy ilustrativa la ponencia del periodista De Ferrari, no obstante la individualidad y soberbia del candidato Alan, ansioso por el poder ¿le vamos a creer? pobre de nuestra democracia, y pobre de un partido que se formó con ideales; El APRA necesita formar otros líderes para que vuelva a ser la esperanza del pueblo, de vivir con “pan y libertad”.

  2. Especialmente curioso por un cultor del Caballazo como el Ex presidente Alan Garcia. De hecho un congreso de otorongos aprobaria. Ahora creo que seria un error, puesto que el presidente buscaria eximirse de las responsabilidades achacando las medidas duras al primer ministro. El presidente populista y el primer ministro que impone restricciones, dificil de creer en un pais donde la democracia es solo ir a votar cada vez que nos convocan.

  3. todos los peruanos sabemos,que directivos y lideres politicos de todos los ayer y hasta hoy. No han sabido dirigir este hermoso y rico pais,no los juzguemos agarremos lo bueno que han podido aportar; y demos paso librea nuevos y jovenes directivos, que de seguro hay muchos y estan deseosos de dar su aporte al servicio de esta nacion tan dilapidada.

  4. LO PERMITIRA EL EGOLATRO Y PATADITA GARCIA?
    Es muy ingenuo creer que alan garcia una vez en el poder delegue poderes a su primer ministro. Gallia que come huevos aunque le corten el pico.

  5. PASCO
    En caso de la mineria, no solo es el sistema de 14 x 7 sino hasta 26 x 4 que es lo peror pero es necesario discutir y plantear sobre este teme del trabajador minero
    por otro lado que las comunidades campesinas deben ser parcializados porque no hay campesino que surge en sus ganados sino solo se mantienen
    por el bien de los comuneros

    Huayllay Pasco Peru
    Viva el Apra

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