A tres días de las elecciones municipales aún no hay ganador definitivo aunque las probabilidades favorecen claramente a Susana Villarán. Ha sido una campaña memorable pero no ejemplar. La última semana se caracterizó por una guerra sucia de alta intensidad y la deliberada parcialización por parte de la mayoría de los medios de comunicación. Esto último debe ser motivo para reflexionar sobre el papel de los medios de comunicación frente a una democracia joven y aún frágil como lo es la peruana.
El enemigo clásico de la democracia es la dictadura. Pero también existen formas, algunas más sutiles que otras, de entorpecer el desarrollo de la democracia. Una de estas formas consiste en no tomar en serio la opinión de los ciudadanos. El presidente Alan García es ejemplo de ello en tanto se niega a aceptar las opiniones que no concuerdan con su visión del Perú. Para él, las personas que se oponen a su gobierno son “perros del hortelano” que no quieren que el Perú salga adelante (fuente: presione aquí).
Durante esta campaña municipal, una proporción significativa de los medios de comunicación ha dedicado buena parte de sus espacios para expresar su rechazo frente a ciertas preferencias electorales. Algunos lo han hecho de forma abierta, otros con mayor precaución. Día tras día hemos sido testigo de portadas con informaciones negativas sobre la candidata no preferida. Incluso el mismo día de las elecciones, cuando las leyes prohibían cualquier forma de propaganda política, el director del diario Perú21 se refería al partido de Susana Villarán como una “trasnochada opción” y auguraba el retorno a un “oscuro pasado” de resultar ella elegida (fuente: Perú21).
En general, se puede decir que los diarios Correo, El Comercio, Perú21 y Expreso tomaron partido a favor de Lourdes (aunque El Comercio lo hizo de forma menos obvia que los demás), mientras que Villarán contó con el abierto respaldo de Jaime Bayly y del diario La Primera.
El problema no está en que un medio de comunicación tenga una opinión propia. El problema está, más bien, en la falta de una política de información independiente. Las opiniones vertidas en las páginas editoriales o en los comentarios que acompañan a las noticias no deben tener injerencia en los artículos informativos. Estos, incluyendo los artículos analíticos y de investigación, tienen que ser objetivos en la medida de lo humanamente posible.
Se debe evitar, sobre todo, la manipulación de la información con el fin de sustentar la opinión propia. Este tipo de manipulación no consiste en divulgar información falsa, sino en hacerlo de forma selectiva. Jaime Bayly no mintió, en el sentido estricto de la palabra, cuando presentó, noche tras noche, audios y argumentos en contra de Lourdes Flores. Perú21 tampoco mintió, en el sentido estricto de la palabra, al dedicar sus primeras planas a divulgar informaciones negativas sobre el entorno de Susana Villarán y sus declaraciones juradas. Pero ambos sí le faltaron a la verdad al presentar una versión parcializada de la realidad, es decir, una versión que no incluía todos los hechos y argumentos relevantes para que el lector se pueda formar una opinión propia.
En un sistema democrático, los medios de comunicación desempeñan un rol significativo en tanto contribuyen a la formación de una opinión pública que sirve, a su vez, de contrapeso frente al poder político. Los problemas empiezan a surgir cuando los medios creen que ellos son la opinión pública y que los ciudadanos no son más que consumidores pasivos. Esta creencia es profundamenta antidemocrática, pues se niega a aceptar la autonomía democrática de la ciudadanía.
En una democracia, lo que hace que una decisión sea legítima no es la calidad del voto sino el voto de una mayoría. Ese voto mayoritario, por más que nos parezca errado o superficial, merece ser reconocido. Lo que corresponde, entonces, a los medios de comunicación no es tratar de “enmendar” la opinión de la la mayoría para que marque la cruz sobre el símbolo supuestamente correcto. A los medios de comunicación les corresponde, más bien, respetar la opinión del elector.
Eso no significa que no se pueda estar en desacuerdo. Pero sí significa tomar en serio las preferencias de otros por más que nos parezcan equivocadas. En un diálogo serio y respetuoso cabe escuchar los argumentos de ambos lados, divulgar toda la información relevante, hacer todo el análisis relevante, y, por último, dejar la decisión final en manos del elector.
Enlace de interés: Día del Periodista. Por Martín Tanaka.
Imagen tomada de: http://luisalfonsomenas.blogspot.com/
Totalmente de acuerdo.
Sorprende el pánico de algunos sectores de la prensa ante el surgimiento de FS. Aún para quienes apoyamos en líneas generales el modelo económico, es aparente que éste ya muestra signos de agotamiento, como queda evidenciado en la alta conflictividad social y los índices de popularidad crónicamente bajos de los últimos presidentes. La alternancia con una opción de izquierda moderada es una opción para mantener la estabilidad social en el país y un crecimiento sostenible (como bien se señala en el artículo “Susana y la izquierda” en este blog), pero la demonización de cualquier tipo de opción que no sea de centro derecha emponzoña las posibilidades de llegar a consensos que cuenten con una amplia aceptación de la gente. Al final aumenta el riesgo de que vuelvan a surgir candidaturas demagógicas y de sesgo autoritario.
El problema que yo veo en los medios de comunicación en el Perú es que se ha perdido la perspectiva de qué es un artículo de información y qué un artículo de opinión. A raíz de eso es que acabamos viendo portadas supuestamente informativas pero que en el fondo buscan dirigir al público emitiendo una opinión que, por lo demas, es generalmente muy primitiva, sin base empírica. Al final, como dejas entrever Bernd, se acaba manipulando “la información con el fin de sustentar la opinión propia”.