¿Quién se sube a esta combi?

El martes pasado el diario La República publicó una columna de Mirko Lauer titulada “Carritos de juguete”, donde Lauer imagina qué tipo de vehículo sería cada partido tomando como punto de partida que el partido de José Barba, Cambio Radical, sería la combi del grupo. Una combi de la que no dudó en bajarse el controversial supuesto candidato a la presidencia Jaime Bayly cuando se supo que Álex Kouri tentaría la Alcaldía de Lima en el mismo partido.¿Qué esperamos de la campaña electoral en el 2011 –y también en este año- si un partido político es comparado acertadamente con el máximo representante de la informalidad peruana? Lo que es aún peor: ¿Los partidos políticos en el Perú se han convertido en el nuevo representante de la improvisación?

Retomando el concepto de la democracia de lo público de Bernard Manin, descrito en el artículo “La evolución de los partidos políticos”, tenemos la siguiente explicación: “…El votante elige a su representante a través de la confianza que se determina por las diferentes escisiones sociales. Éstas se diferencian de las escisiones en el período anterior en el hecho de dejar de ser irreconciliables, y más bien variar con cada proceso electoral. Son múltiples, y los candidatos buscan acentuar la que creen atraerá a la mayor cantidad de electores.” Es necesario comprender que la mediatización de la política es un fenómeno que no afecta sólo a países que pueden tener una democracia joven y que no será un fenómeno pasajero. Esta última característica se basa en que los partidos políticos no pueden desligarse de la realidad de sus sociedades, por lo que finalmente –aunque a muchos les suene a insulto solapado- son hijos de su tiempo y de sus propios ciudadanos. Es decir, antes de entrar a la discusión sobre las campañas electorales en el 2010 y el 2011, veamos quiénes son los ciudadanos en cuestión en el Perú actual.

Para hacer este breve análisis tomaremos la última encuesta del Latinobarómetro, correspondiente al año 2009 (publicada en diciembre del año pasado). Los resultados de la encuesta muestran a una sociedad peruana que no está convencida sobre su democracia y que más bien se acerca a una perspectiva “churchiliana” (de acuerdo con la frase de Winston Churchill, “La democracia es el peor sistema de gobierno, excepto por todos los otros”). Entre 1995 y 2009 un promedio de 53% de los peruanos prefieren la democracia sobre cualquier otra forma de gobierno (52% específicamente en el año 2009), mientras que el 67% (año 2009) de los encuestados apoyan la idea churchiliana de la democracia. Asimismo, en un espectro del 1 al 10 (donde 1 es “El país no es democrático” y el 10 es “El país es democrático”), los peruanos nos ubicamos en 5,7 superando sólo a Paraguay entre 18 países encuestados (la tendencia latinoamericana se ubica en 6,7).

La misma indecisión puede ser vista respecto a las instituciones propias de una democracia: el 50% de los peruanos encuestados considera que no puede haber democracia sin partidos políticos (en el 2006 era 52%) y el 48% considera que no puede haber democracia sin Congreso (en el 2006 era de 54%). Una última pero muy importante: Sólo el 22% de los encuestados se encuentra “muy satisfecho” o “más bien satisfecho” con la democracia (el promedio latinoamericano es de 44%).

Los peruanos nos insertamos en una tendencia latinoamericana, aunque no dentro de los países más positivos respecto a la democracia y sus instituciones. Entonces, volviendo a nuestros partidos políticos, ¿podemos quejarnos si como sociedad estamos dispuestos a negociar la solidez de la democracia dependiendo del rumbo que tome la coyuntura política y económica? ¿Nosotros nos meremos nuestra democracia? Puede parecer desalentador, pero la vida política de un país depende de la sociedad que la protagoniza. Tal vez si escogemos dejar de ignorar este hecho nos encontraremos frente a nuevos caminos para fortalecer la democracia y sus instituciones, sobre todo a partir de las nuevas herramientas tecnológicas y de comunicación. Finalmente, todos estamos conscientes que sin pasajeros que se suban, las combis no existirían.

Mariana Olcese

Ver Latinobarómetro 2009