José Carlos Mariátegui y el “comunismo inkaico”

El octogésimo aniversario de la muerte de nuestro amauta José Carlos Mariátegui es una buena ocasión para revisar algunas de sus principales ideas. Mariátegui se definía a sí mismo como marxista y, como tal, fundó el Partido Socialista. Pero Mariátegui no era un socialista común y corriente. Su socialismo ofrecía, a su vez, una nueva y original interpretación de la historia peruana.

En sus Siete ensayos, Mariátegui buscó revalorar la identidad indígena colocándola en el centro de su análisis. Argumentaba que el imperio de los incas, con su énfasis en lo colectivo y solidario, había representado un socialismo sui generis.

Este socialismo de corte incaico -marcadamente diferente del socialismo europeo- no habría desaparecido con la conquista ni con la independencia. Según Mariátegui, seguía influenciando la vida indígena y campesina del Perú republicano.

A diferencia de pensadores contemporáneos como Víctor Andrés Belaunde, Mariátegui no creía en la asimilación del “indio” dentro de los valores cristiano-occidentales (Belaunde 1987, 153-160). Mariátegui propone un dualismo duro, irreconciliable:

El Perú tiene que optar por el gamonal o por el indio. Este es su dilema. No existe un tercer camino. Planteado este dilema, todas las cuestiones de arquitectura del régimen pasan a segundo término. Lo que les importa primordialmente a los hombres nuevos es que el Perú se pronuncie contra el gamonal, por el indio (Mariátegui 2005, 215).

“Feudalismo criollo”

El gamonal representa a la clase terrateniente – los propietarios de los grandes latifundios y las haciendas de la sierra. Desde la época de la colonia, sostiene Mariátegui, el modelo económico agrario ha sido “feudal” en vez de capitalista. La diferencia entre feudalismo y capitalismo es vista, sobre todo, como una cuestión de mentalidad (cf. 215-216). Mariátegui contrasta el espíritu emprendedor del colonizador anglosajón con la mentalidad explotadora del conquistador español y, posteriormente, del criollo. Para ello, cita extensamente al pensador mexicano José Vasconcelos:

En el Norte no hubo reyes que estuviesen disponiendo de la tierra ajena como de cosa propia. Sin mayor gracia de parte de sus monarcas […] los colonizadores del norte fueron desarrollando un sistema de propiedad privada en el cual cada quien pagaba el precio de su tierra y no ocupaba sino la extensión que podía cultivar. Así fue que en lugar de encomienda hubo cultivos. Y en vez de una aristocracia guerrera y agrícola, con timbres de turbio abolengo real, abolengo cortesano de abyección y homicidio, se desarrolló una aristocracia de la aptitud que es lo que se llama democracia […] (59-60).

Según Mariátegui, el conquistador español no estaba interesado en tomar riesgos, invertir capital y lograr crecimiento, sino en explotar la tierra y mano de obra a manera de un señor feudal.

El capitalista ve en la mano de obra un factor de producción imprescindible por el cual ha de competir, lo cual hace posible la figura del trabajador asalariado.

En el sistema feudal, en cambio, los campesinos dependen existencialmente de los terratenientes, convirtiéndose así en perpetua servidumbre. Mariátegui creía que el sistema feudal de la conquista seguía existiendo durante la república, especialmente en los grandes latifundios de la sierra:

Estos terratenientes, por completo extraños y ausentes de la agricultura y de sus problemas, viven de su renta territorial sin dar ningún aporte de trabajo ni de inteligencia a la actividad económica del país. Corresponden a la categoría del aristócrata o del rentista, consumidor improductivo. Por sus hereditarios derechos de propiedad perciben un arrendamiento que se puede considerar como un canon feudal (100).

Mariátegui admite la emergencia de una clase capitalista en los fundos exportadores de la costa y en la burguesía urbana, pero afirma que este capitalismo incipiente no estaba en capacidad de quebrantar el poder de los gamonales en la sierra (50-51).

Como socialista, Mariátegui creía que todo cambio se debía, en última instancia, a factores económicos y sociales que, en el caso del Perú, se resumían en “el problema del indio” y “la cuestión agraria”. Mariátegui no creía en el cambio a través de reformas morales o pedagógicas (40-44). También tomaba distancia de los debates de su época entre liberales y conservadores, entre centralistas y descentralistas (198). Así, por ejemplo, escribe que la descentralización no tendrá ningún efecto benéfico hasta que no se acabe con el sistema feudal, pues los gamonales coparían las autoridades regionales aumentando así su poder (201-203).

Mariátegui admite que tanto la “cuestión agraria” como el “problema del indio”, son, en el fondo, el mismo problema. Ambos aspectos confluyen en la emancipación del “indio” contra la clase terrateniente (los “gamonales”). Es aquí donde el socialismo de Mariátegui toma un giro original y heterodoxo, único en Latinoamérica.

Según el socialismo clásico, la transición de una sociedad al comunismo pasa, necesariamente, por la fase capitalista en la cual la clase obrera (el proletariado) desarrolla una conciencia de clase que le permite levantarse contra la burguesía (cf. 77). Mariátegui, en cambio, pensaba que la transición al capitalismo era prescindible en el caso del Perú puesto que la sociedad incaica ya había conocido el comunismo (“comunismo inkaico”, 54).

La reivindación indígena

La economía incaica, caracterizada como una “formidable máquina de producción” (13), es presentada no solamente como un modelo superior al sistema feudal (84-88), sino también como superior al sistema capitalista basado en la propiedad privada (50-52). Mariátegui postula al ayllu incaico como un sistema de propiedad colectiva cuya productividad habría sido mayor a la del capitalismo (54, 13). Según Mariátegui, el colectivismo incaico se expresó también en “hábitos de cooperación y solidaridad que son la expresión empírica de un espíritu comunista” (83).

Mariátegui cree, entonces, haber encontrado un comunismo basado en el trabajo de la tierra, por ello lo llama “comunismo agrario” (54). Al mismo tiempo, Mariátegui sabe que el imperio incaico fue un régimen “autocrático” (54), lo cual se contradice con el ideal comunista de la sociedad sin clases ni castas privilegiadas. Maríategui, sin embargo, sostiene que el comunismo incaico “no puede ser negado ni disminuído por haberse desenvuelto bajo el régimen autocrático de los Inkas” (ibid.).

La instauración de una “feudalidad criolla” (49) en el Perú ha roto el vínculo de la comunidad indígena con su tierra:

La República ha significado para los indios la ascensión de una nueva clase dominante que se ha apoderado sistemáticamente de sus tierras. En un raza de costumbre y de alma agrarias, como la raza indígena, este despojo ha constituído una causa de disolución material y moral (47).

¿Cuál es, entonces, la solución al “problema del indio” y a la “cuestión agraria”? Mariátegui sostiene que los indígenas peruanos “no son sino una masa inorgánica, una muchedumbre dispera, [incapaz] de decidir su rumbo histórico” (49). Según Mariátegui, la solución no puede venir desde fuera, a través de una “solución humanitaria” propalada por defensores de la causa indígena como lo fueron Pedro S. Zulen y Dora Mayer en la época de Mariátegui, o el padre dominicano Bartolomé de las Casas mucho antes (49).

Por el contrario, los propios “indios” deben formar una “nueva conciencia” vinculándose entre ellos, organizándose en congresos indígenas nacionales y presionando al gobierno para que dé solución al problema de la tierra rompiendo el poder de los gamonales (48-49).

No queda claro cómo es que Mariátegui se imagina la reivindicación indigenista. En una nota a pie de página afirma que, si bien el comunismo y la autocracia no fueron incompatibles en el pasado, sí lo son “en nuestra época” (79). De ello se desprende, tal como indica Alberto Flores Galindo, que para Mariátegui “no se trataba simplemente de prolongar una tradición andina -la del comunismo agrario- sino de uncirla a la construcción de una sociedad nueva” (Flores Galindo 2005, 296).

Más adelante, en las “Proposiciones Finales” en “El Problema de la Tierra”, Mariátegui aboga por una “política social de nacionalización de las grandes fuentes de riqueza” (Mariátegui 2005, 102), pero no llega a entrar en detalles.

Leer a Mariátegui hoy

Más de ochenta años han pasado desde la primera publicación de los Siete Ensayos, en 1928. El Perú de hoy es muy distinto al Perú de entonces. La Reforma Agraria de Juan Velasco Alvarado puede ser vista como un intento de aplicar las recomendaciones de Mariátegui. Si bien aquella reforma acabó con la tradicional clase terrateniente, no llevó a la formación de una clase indígena con aspiraciones socialistas. Mariátegui calculaba que, en el Perú de su época, el 80% de la población peruana era “indígena y campesina” (48).

Quizá el mayor error de Mariátegui fue pensar en los indígenas como una masa relativamente homogénea, unida por un colectivismo histórico que marcaba, según Mariátegui, el único camino de la reivindación. Hacerlo presupone encasillar a la gran mayoría en un molde teórico que probablemente no se adecuaba a la realidad de los años 20, y mucho menos a la de hoy. La heterogeneidad de la sociedad peruana actual, caracterizada por el fenómeno de las migraciones masivas y la creciente urbanización, hace necesario pensar en categorías distintas a la de “indios” y “criollos”.

Leer a Mariátegui hoy es, también, una fuente de admiración por el enorme ímpetu, creatividad y avidez intelectual de alguien que se animó a pensar contracorriente. Un pensador auténticamente preocupado por entender al Perú en su dimensión histórica.

Mariátegui reconoció al sistema social y político de su época como profundamente excluyente. La persistencia de grandes desigualdades ochenta años después de su temprana muerte debe servir como advertencia para todos aquellos que creen que las señales de progreso económico acabarán con los problemas sociales. Allá en los año 20, según relata Mariátegui, imperaba un optimismo parecido al de hoy: “El espectáculo del desarrollo de Lima en los últimos años, mueve a nuestra impresionista gente limeña a previsiones de delirante optimismo sobre el futuro cercano de la capital (217).”

Por Bernd Krehoff

Mariátegui, José Carlos (2005): Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. 39a edición popular. Lima: Biblioteca Amauta.

Belaunde, Víctor Andrés (1987): Peruanidad. Tomo V de Obras Completas. Primera serie: El Proyecto Nacional. Lima: Edición de la Comisión Nacional del Centenario de Víctor Andrés Belaunde.

Flores Galindo, Alberto (2005): Buscando un inca: Identidad y utopía en los andes. Obras Completas III (I). Lima: SUR. Casa de Estudios del Socialismo.

También en Perú Político: Breve Homenaje a José Carlos Mariátegui, por Gian Carlo Orbezo Salas

Imagen tomada de: http://encontrarte.aporrea.org/

13 thoughts on “José Carlos Mariátegui y el “comunismo inkaico”

  1. Estoy plenamente de acuerdo con Mariategui cuando dice, que los conquistadores no vinieron a invertir sino a explotar, no solamente los recursos naturales sino tambien a nuestros hermanos indios considerandoles serviles y a dejarnos como herencia sus pesimas costumbres y saquear nuestras riquezas sobre todo el oro, cosa que no sucede actualmente, los que vienen a invertir traen enormes capitales y dan trabajo, pero tienen que actuar dentro del marco de nuestras leyes, son otros tiempos y en hora buena.

  2. Primero, agradecer tu invitación para discutir de estas cuestiones. Segundo, algunas cosas antes de comentar tu artículo. Difícil de discutir sobre las tesis del Amauta sin pensar en lo escrito hasta hoy por sus adeptos, de un lado, e impugnadores y críticos, del otro. Así que lo que se pueda decir quizás no sea nuevo, pero en todo caso que sirva para comprender mejor a este autor y a la sociedad peruana. Luego me parece que hay dos formas de discutir las tesis de JCM: O hacemos un examen de las tesis de JCM con las ideas de hoy o nos atenemos a lo que se dijo en ese momento y con lo que se contaba como conocimiento social, político y teórico. Digo esto por que me parece que esto tiene mucho que ver con lo que se pueda denominar “errores” en sus tesis. La tendencia sería lo primero; lo segundo pues necesitaría de una investigación historiográfica sólida. Al mismo tiempo, es casi imposible leer los Siete…sin pensar en el presente.
    Una cosa es cierta: erradas eran las tesis del Amauta para quienes no compartían estas por que contenían implicaciones políticas capitales, es decir que se debatía sobre el devenir de una sociedad, que no es poca cosa. En este último punto, pues creo que se tendría que revisar el debate sistemático que sostuvo con Haya de la Torre; pero también con los indigenistas cuzqueños. El historiador José Luis Renique se ha interesado de muy cerca a estas discusiones. De hecho, hay un libro que se publicará muy pronto, La Nación Radical. Pero ya existen en la actualidad artículos del mismo autor que permiten rastrear esos tiempos. También esta Flores Galindo con su La Agonía de Mariátegui publicado en 1981 cuando Sendero Luminoso iniciaba su “guerra popular” reivindicando también la herencia de Mariátegui. En alguna parte del libro se cuenta que la idea del libro tiene su origen en una conferencia en la Universidad San Cristóbal de Huamanga en 1979. ¿Acaso Flores Galindo habría percibido “algo” en la conferencia y cree necesario contestarles con un libro? Entre otras cosas, la Agonía… trata de responder a la pregunta: Mariátegui: ¿Intelectual o político? Para Haya, según el historiador, era lo primero, lo que le impedía de “pasar a la acción”; Flores Galindo argumenta que era ambos y no ve ningún problema. Dicho sea de paso, JCM no se reivindicaba como intelectual: “Estoy lo más lejos posible de la técnica profesoral y del espíritu universitario.” (Advertencia, Siete…). Y si lo era, pues pertenece a otra estirpe, la de los autodidactas como lo recuerda él mismo alguna vez. En todo caso, JCM entiende la política de otro modo: estudiar la realidad nacional (que en su momento corresponde a ensanchar la paleta de actores de dicha realidad) para dar cuenta de los problemas y las posibilidades reales de las sociedades. Es decir conocer para transformar. Creo que son pocos los políticos que entienden esto, y no sólo en el Perú: hoy la política es un mundo donde las encuestas y la imagen tienen prioridad. Ahora, el artículo.

  3. Pues muchas cosas. Primero, me parece que hay tres elementos que están completamente ligados: nacionalismo, socialismo e indigenismo. Para formularlo de manera muy simple podríamos decir que el Perú tiene un problema, el problema del indio y esté a su vez, tiene que resolver el problema de la tierra o de su no-acceso a ella. Hay que decir previamente que él habla como “indigenista” aunque en reiteradas ocasiones, particularmente en su intercambio con Luís Alberto Sánchez, él se reivindica como “socialista” a secas, esta formula engloba a todas las demás, dice. En ese sentido, JCM no pretende solucionarle el problema a los indios: “La solución del problema del indio tiene que ser una solución social. Sus realizadores deben ser los propios indios. Este concepto conduce a ver en la reunión de los congresos indígenas un hecho histórico. Los congresos indígenas, desvirtuados en los últimos años por el burocratismo, no representaban todavía un programa; pero sus primeras reuniones señalaron una ruta comunicando a los indios en las diversas regiones. A los indios les falta vinculación nacional. Sus protestas han sido siempre regionales. Esto ha contribuido, en gran parte, a su abatimiento. Un pueblo de cuatro millones de hombres, consciente de su número, no desespera nunca de su porvenir. Los mismos cuatro millones de hombres, mientras no sean sino una masa inorgánica, una muchedumbre dispersa, son incapaces de decidir su rumbo histórico.” (p. 38)

    Creo que se aboca a pensar desde estos actores y a partir de ahí pues la realidad de una “revolución socialista” se ve transformada, sobre todo, para los seguidores de la Internacional Comunista que acataban a raja tabla sus mandatos. Numerosos son los adjetivos con los que se le “acusaba”: “populista”, “nacionalista romántico”… Como bien señalas, era impensable una revolución socialista con indios o campesinos indígenas, lo que se buscaba eran proletarios, trabajadores. Y creo que ahí surge una tensión a lo largo de los tres primeros ensayos: entre “raza/cultura” y “clase”. ¿Qué es lo que predominaba en el indio? ¿La raza? O ¿La clase? Pues por momentos es lo primero y en otros lo segundo, como trabajador de la tierra, como campesino. Creo que en esos ensayos, la discusión no se logra zanjar. Y de veras me pregunto si hay una salida a ese cuestionamiento.

    Pero bueno, me parece que como ya lo he señalado, esa es una cuestión política que debe ser asumida por los propios indios. Hasta 1968, pues era lo campesino lo que primaba desde otras latitudes políticas. Nótese que Velasco Alvarado instaura el día del campesino y no del indio, es entonces una política pensada “desde arriba”. Por eso la tarea de indagar sobre lo indio, es decir organizaciones indígenas en el Perú es aún una tarea pendiente. Y claramente creo que esto no queda en lo conceptual sino en la práctica que estas despliegan. Me parece que CONACAMI (giro reciente) y AIDESEP son prueba de ello. En fin, esta tensión también apunta a lo que hoy se denomina eurocentrismo. ¿Cómo pensar los cambios sociales y políticos en América Latina por ejemplo, sin contar que esta etiqueta “geográfica” ya era además materia de debate? De ahí parte ese socialismo sui generis. Pensarlo a partir de nuestra propia realidad, esa era la consigna.

  4. Antes de continuar, hay algo que quiero dejar en claro: más allá de las citaciones que pueda aportar para apoyar mi posición y más allá de decir que se trata de una percepción o de una interpretación más, creo que con JCM, se incorporan otros actores a la historia nacional, actores que estaban fuera del circuito intelectual y político. Desde luego no es sólo JCM, es también el momento histórico que permite esas indagaciones: Es la derrota en la guerra del Pacífico que plantea ¿Por qué no somos una nación?, pregunta que será retomada por las ciencias sociales peruanas a lo largo del siglo XX. Retomando entonces, JCM asume un compromiso con los oprimidos, con los “subalternos” diríamos hoy, es decir desde su realidad social, su cultura, su forma de ver el mundo, etc. Cosa que era novedoso para la época y sigue siendo interesante para pensar las comunidades políticas como la nación por ejemplo. Ese es mi parecer un legado indiscutible.

    Desde esta perspectiva, se puede, y de hecho JCM lo hace, discutir el proceso republicano en el país. ¿Qué es lo que sucedió en dicho proceso, el proceso de la independencia? Si nos detenemos en el análisis que se planteaba en esa época, la República no era una república. En un momento hablas de los indígenas como ciudadanos, creo que ahí hay un problema. Problema que discute desde luego la ciudadanía, pero también la democracia y el Estado-nación que las engloba.

    En fin, el “error” que señalas (“Quizá el mayor error de Mariátegui fue pensar en los indígenas como una masa cuyo único anhelo habría sido el regreso al pasado a través del colectivismo incaico. Hacerlo presupone encasillar a la gran mayoría de nuestros ciudadanos en un molde teórico que probablemente no se adecuaba a la realidad de los años 20, y mucho menos a la de hoy.”) es cuestionable por lo señalado anteriormente, pero al mismo tiempo no veo en JCM dicho “anhelo”. Me parece que eso remite a una de las corrientes al interior del indigenismo, el “retorno” al Tahuantisuyo, corriente que con ciertos matices prevalece hasta el día de hoy en los movimientos indígenas. Posición que tiene algo de “anti-occidental”.
    La de JCM es, a mi parecer, distinta. Lo que propone es la participación de esos sectores campesinos indígenas, pero no para hacerlos retornar a una época dorada y/o idílica, el ayllu prevalece en esos momentos y es esa la base de su “comunismo incaico”, pero eso no implica que Mariátegui no vea o no pueda ver las transformaciones del país y pensar a partir de ellas. Al respecto, el tramo final del primer ensayo me parece elocuente: “Apuntaré una constatación final: la de que en el Perú actual coexisten elementos de tres economías diferentes. Bajo el régimen de economía feudal nacido de la Conquista subsisten en la sierra algunos residuos vivos todavía de la economía comunista indígena. En la costa, sobre un suelo feudal, crece una economía burguesa que, por lo menos en su desarrollo mental, da la impresión de una economía retardada.” (p. 20) Al interior de una realidad tan heterogénea, ¿Cuál hubiera sido el proyecto político que se hubiera armado? Que JCM se haya reivindicado socialista no crea que sea suficiente para decir que era el socialismo, pero tampoco para decir que era el retorno al incanato. Toda la historia del siglo XX está ahí para dar fe que los desenlaces no se pueden prever. Ciertamente hay más. Pero comienzo con esto. Saludos. Eduardo Malpica R. p.s. todas las citas provienen de http://www.bibliotecayacucho.gob.ve/fba/index.php?id=97&backPID=96&begin_at=216&swords=mariategui&tt_products=69

  5. Eduardo, muchas gracias por tu comentario, el cual me parece inmensamente iluminador para entender los términos del debate. Concuerdo con mucho de lo que dices, por lo que me limitaré a señalar sólo tres puntos:

    1) Efectivamente, se puede interpretar a Mariátegui desde una perspectiva puramente histórica, buscando situar sus ideas en el contexto de su época. La otra opción consiste en sacar a Mariátegui de las contingencias de su época y examinar su relevancia hoy. En el artículo he optado por lo segundo, pues simplemente no dispongo de suficientes conocimientos históricos. Además, creo que los 7 ensayos son un texto clásico cuyas ideas merecen ser tomadas en serio hasta el día de hoy.

    2) De acuerdo con tu crítica sobre el supuesto anhelo indígena de volver al incanato. Esa lectura mía de Mariátegui fue simplista. A los pocos días de publicado el artículo (antes de que apareciera tu comentario), decidí eliminar esa afirmación y reemplazarla por una cita de Flores Galindo según la cual para Mariátegui “no se trataba simplemente de prolongar una tradición andina -la del comunismo agrario- sino de uncirla a la construcción de una sociedad nueva” (op. cit.).

    3) ¿Qué queda pendiente? Casi todo. Este artículo me ha servido, personalmente, para una primera aproximación hacia Mariátegui. Pienso que la lectura de los autores que citas (especialmente Flores Galindo, pero también la literatura indigenista que él cita [p.ej. Castro Pozo]) es imprescindible, así como una lectura más amplia de Mariátegui mismo.

    Muchos saludos,
    Bernd Krehoff

  6. Hola los saludo coordialmente
    Quisiera saber si el contexto de los 7 ensayos concuerda con lo escrito por Mariategui.

    Espero que me puedan responder esa pregunta
    Muy agradecida
    Luna

  7. El problema del Perú, es muy grande para aquellos que siguen pensando en el mundo anterior, los “pobres” de hoy son la causa social que la produce el mismo. Pero sin tener muy en cuenta la poca participacion y dedicacion politica del ciudadano conciente del problema que carcome al Perú.
    Mariategui es una imagen de caracter nacional y es venerado por cualquier pensador e ideologo peruano-“marxista”, pero lo que debemos no perder el mismo sentido de la cual, le echamos la culpa a los politicos por su actuar inmoral, pero el mismo ciudadano tiene que tomar conciencia de que el futuro de sus hijos sera peor, porque al socialismo se le critica por tener como order el “retraso de un pais tercermundista”, sin tener en cuenta que el verdadero “retraso tercermundista” es por la causa-efecto por el consumismo de ellos por nosotros, por que el che Guevara no lo quieren los yanquis en los años 90, en cambio si queremos ver a las señoritas que se desnudan por dinero.

    QUE VIVA LA REVOLUCION GUEVARISTA.QUE VIVA EL EJERCITO DE LIBERACION NACIONAL.QUE VIVA LA IMAGEN ETERNA DE DOS GRANDES: JOSE DEL CARMEN ELISEO MARIATEGUI LA CHIRA – ERNESTO GUEVARA LYNCH DE LA SERNA

  8. Colocar el sistema incaico en parámetros occidentales (comunismo, capitalismo, feudalismo, etc.) es ya un error, debido a que estas culturas no occidentales tenían sistemas particulares. No creo que JCM haya pretendido cambiar el eurocentrismo por un indiocentrismo, y si es así estaría traicionando sus principios socialistas. Es cierto que JCM cometió muchos errores como despreciar a los negros y a los asiáticos y verlos como enemigos de los indios y de la revolución socialista; también se equivocó al creer que las sociedades son estáticas y que los indios no han cambiado interior ni exteriormente, viendo en ellas el clásico dualismo social (útil para la acción política, pero alejado de la realidad), cuando en realidad ya se estaba en pleno proceso de mestizaje cultural, proceso que aún dura hasta nuestros días. Por último, se equivocó en creer que la solución al problema del indio y de la tierra es algo lineal, es decir que la solucion es sólo política o económica o psicológica. Popper, Lakatos, E. Wilson, Morin, etc. han demostrado que los problemas humanos son complejos y de origen multidiverso. A pesar de todas estas observaciones, la lectura de JCM es una de las más aproximadas de nuestra realidad y debe servir como punto de partida para futuras investigaciones.

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