Así llamaría a esa fuerte corriente de opinión en el Perú que desde 2008 desea que el alcalde de Lima, Luis Castañeda, gane las elecciones presidenciales el próximo año.
Varios políticos de diferentes tendencias han caído rendidos al “castañedismo”. Ni siquiera el Presidente de la República ha sido inmune, porque sigue haciendo “ojitos” a Castañeda y coquetea con la probabilidad que él sea su sucesor. Los últimos seducidos son el regidor metropolitano Diego Uceda y el congresista Isaac Meckler, disidentes del fujimorismo y el Partido Nacionalista, respectivamente, y el ex senador Enrique Bernales.
“Castañedismo” no equivale a “solidarismo”, el neologismo para referirse a Solidaridad Nacional, el partido del Alcalde de Lima, porque hasta el envejecido Acción Popular (donde se formó Castañeda en la década de 1980) le supera en vida orgánica y participación militante. Tampoco es un viraje sólido y definido de gran parte del electorado hacia la derecha moderada, porque la ahora candidata municipal Lourdes Flores Nano y el Partido Popular Cristiano, sus naturales representantes, en poco se benefician.
Ni hablar de esos ciudadanos que valoran las obras de Castañeda y que el Alcalde de Lima huya de los micrófonos de la prensa, sin importarles una gestión pública poco transparente y un gobierno metropolitano salpicado por corrupción. La cultura política peruana aún deja mucho que desear.
Ante el indefinido panorama de opciones electorales, quisiera ser “castañedista”, pero no puedo, porque soy liberal y creo en instituciones antes que en políticos, en un sistema de partidos políticos antes que en caudillos y en ideas o programas antes que en candidatos con lemas pegajosos o sonrisas forzadas.
De verdad, quisiera ser “castañedista” como muchos peruanos, pero recuerdo que obras públicas son algo más que escaleras en los cerros, remodelación de parques zonales, ampliación de avenidas, traslado de la estatua ecuestre del conquistador Francisco Pizarro en 2003 o creación del Circuito Mágico del Agua dentro del Parque de la Reserva.
Tampoco puedo serlo con ese costoso e improvisado sistema de transporte masivo El Metropolitano (que ya huele a futuras reformas), esa turbia licitación pública de semáforos en 2004 que nunca fue esclarecida, ese Serenazgo dedicado a perseguir y maltratar prostitutas, esos Hospitales de la Solidaridad que pocos saben cómo se financian, esas concesiones de servicios o infraestructura plagadas de mercantilismo, esa voraz burocracia municipal o ese entorno edil que tenía numerosos expedientes abiertos en el Ministerio Público y el Poder Judicial.
Ahora digo que no votaría por el “castañedismo”, pero el día de la elección, con la cédula de sufragio en la mano…, quién sabe.
Noticia aparte: si no han leído las recientes ediciones de la revista Caretas, deberían hacerlo, porque el semanario desenreda el caso de los “petro-audios” y revela los intereses oscuros de ciertos políticos, periodistas y empresarios tras ese enredo y las sucesivas denuncias mediáticas contra el congresista del APRA Jorge del Castillo.
Imagen tomada de Caretas