En el aún partido de gobierno nadie quiso cargar con el muerto. Ser candidato a la Presidencia de la República significaba hacer el ridículo en las elecciones y, peor aún, quedarse sin escaño en el Congreso. Cuando más se necesitaba que los principales dirigentes partidarios se presentaran unidos ante la opinión pública para hacer una campaña en la que se destacara los logros del régimen, los referentes más populares de la chakana se corrieron al reto.

¿Quién iba a ser el mártir que se sacrificara por el partido? Toledo intentó primero con Waisman, quien con su apodo de “payasito” y su discurso explosivo había alcanzado cierto reconocimiento en las calles. El presidente le pidió que asumiera el reto, pero éste se negó acusando problemas de salud. El siguiente en la lista era Carlos Bruce, el popular “Techito”. Su negativa le resultó entendible al presidente, su experiencia en el sector Vivienda le permitiría aportar mucho en el Congreso. Eso sí, que contaran con él para la Primera Vicepresidencia.

A continuación Toledo decidió ofrecerle la candidatura a un diplomático, Manuel Rodríguez Cuadros. El embajador, a quien su experiencia como canciller y sus numerosos encontrones con Gustavo Pacheco había enseñado a ser más diplomático aún, viajó desde Suiza a pedido expreso de Toledo. En la reunión, Rodríguez Cuadros le aseguró al presidente que consultaría con su familia la posibilidad de ser el candidato de Perú Posible (PP). 24 horas después rechazaba la invitación aduciendo que su trabajo en Suiza era más importante.

Para entonces, Toledo estaba dispuesto a concederle todo lo que pidiese a quien aceptara jalar el carro de la chakana para superar la barrera del 4% en el Congreso. Toledo, a quien no se lo veía tan inmiscuido en los quehaceres partidarios desde el 2001, hizo una aparición en la Teletón y luego de hacer unas donaciones, dicen que le ofreció la candidatura a Ricardo Belmont. Al “hermanón” la salud tampoco le permitiría soportar la intensidad de una campaña electoral así que Toledo se tuvo que retirar una vez más con las manos vacías.

Ante la negativa de sus correligionarios, de los ex políticos y de los diplomáticos, la desesperación de Toledo era tal que le pidió el favor a una verdadera independiente. Tan independiente que carecía de experiencia política. Y tan inexperimentada que su precandidatura no duró ni una semana. Jeannette Enmanuel tuvo que renunciar víctima del canibalismo de los que hubiesen sido sus posibles ministros en un hipotético gobierno.

Mientras tanto, como para no perder la costumbre, en las huestes partidarias las acusaciones de infraternidad entre los dirigentes chakanos empezaban a retumbar en el ambiente. Sheput era un infraterno por oponerse a la candidatura de Enmanuel, a quien el ex ministro de Trabajo acusaba de improvisada en la política. “David [Waisman] de pronto se acuerda que tiene dos by-pass”, decía una importante dirigente.

A Waisman no le gustaron las críticas de sus colegas. “Ante el pedido de las bases”, anunció que inscribiría su candidatura a las elecciones internas. Sin embargo, Toledo ya le había bajado el pulgar y tenía un nuevo nombre en carpeta. Rafael Belaúnde, hijo del ex presidente y líder absoluto de Acción Popular.

El Comité Ejecutivo Nacional (CEN) no pareció en un principio muy convencido. Toledo tuvo que hacer gala de su poder de convencimiento y luego de una reunión de cinco horas en la casa del Secretario General del partido, Javier Reátegui, logró que sus compañeros aceptaran a Belaúnde. Incluso Waisman aceptó sin mayores reparos.

¿Por qué Belaúnde?

¿Es que acaso la figura de Belaúnde genera consensos en PP? Difícilmente. El partido de gobierno carece de una estructura interna sólida y de una ideología que le permitan tener una línea de conducta medianamente estable. Por otro lado, Belaúnde era hasta hace poco uno de los principales críticos del régimen y del partido que ahora pretende representar. Sin embargo, a su favor juega el cronograma electoral y el hecho de que con la campaña ya iniciada, los chakanos necesiten urgentemente una cabeza visible.

La elección final de Toledo por Belaúnde representa fielmente las contradicciones en las que ha caído este gobierno desde que inició su mandato. Toledo ha estado interesado en impulsar ciertas políticas, en especial en el plano económico en el que se han tratado de políticas de corte liberal. En ese sentido el apoyo de Belaúnde al TLC fue determinante. La contradicción radica en que el régimen no se presenta a las elecciones con un referente importante que exponga los logros económicos y va en vez, con quien fuera uno de sus principales críticos.

Ignazio De Ferrari