“La fuji-boda”

Recientemente, la hija menor de Alberto Fujimori, Sachi, se casó ante Dios en la capillita del recinto de la Dirección de Operaciones Especiales (DIROES) de la Policía Nacional, lugar de reclusión del ex dictador desde que fue extraditado de Chile y donde cumple su condena.

La novia se veía bella, el novio lucía impecable y los invitados, deslumbrantes y felices. Una boda que se pareció a cualquier otra boda.

Casarse dentro de un cuartel policial es una payasada, pero una que Sachi quiso realizar para que su progenitor la llevara hasta el altar en la ceremonia religiosa. La Policía Nacional y el Instituto Nacional Penitenciario (INPE) hicieron posible el deseo de la novia y la satisfacción de su padre, sin contrariar el Código de Ejecución Penal de 1984.

Permitir la presencia de Fujimori en la boda fue una decisión humanitaria y pragmática. Humanitaria, porque al ex dictador le quedan pocos años de vida y no alcanzaría a cumplir dieciocho años preso para recién pedir la excarcelación. Además, pese a lo que insinúen algunos periodistas boca flojas que nada saben de Derecho, el indulto (potestad presidencial) para un condenado por crímenes de lesa humanidad como Fujimori es jurídicamente imposible gracias a la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Pragmática, porque nada convendría más –políticamente- a Fujimori que “victimizarse” alegando que el Poder Ejecutivo no le dejó asistir a la boda de su hija. Conociendo la tendencia patológica de muchos peruanos a solidarizarse con las supuestas víctimas del poder político, ya habría muestras públicas de apoyo al ex dictador, que la prensa se encargaría de amplificar.

Queda fuera de lugar la torpe actitud de dureza, insensibilidad y dogmatismo del ex comandante Ollanta Humala y su nueva adquisición política, el ex procurador ad hoc Omar Chehade, contra la asistencia de Fujimori a la boda, suceso que pronto será sólo anécdota.

Humala y Chehade deberían saber que en 1972 y 1974 la dictadura del general Juan Velasco Alvarado (la referencia política de Humala y el Partido Nacionalista) permitió al ex presidente Fernando Belaunde, quien vivía exiliado en los Estados Unidos desde el golpe de estado que lo sacó del poder en 1968, regresar al Perú sólo para los funerales de su padre, Rafael Belaunde (Presidente del Consejo de Ministros en 1945), y su madre, respectivamente. Velasco odiaba a Belaunde, pero fue humanitario y pragmático con un opositor político.

Nota aparte: bravo por el politólogo Martín Tanaka, quien desnudó la bajeza moral de intelectuales como los sociólogos Nicolás Lynch y Silesio López. Aunque todo empieza cuando el historiador Antonio Zapata critica en la prensa el último libro de su colega Nelson Manrique por “ideologizado”, Tanaka ha cuestionado que Lynch y López ataquen ferozmente al ex presidente Alejandro Toledo en manifiesto público por no haber desmantelado la (entorpecida) economía de mercado en el Perú, cuando ambos le sirvieron gustosos durante su gobierno como Ministro de Educación y Director de la Biblioteca Nacional, respectivamente.

Por Gian Carlo Orbezo Salas

Imagen tomada de: http://www.diariopregon.blogspot.com

2 thoughts on ““La fuji-boda”

  1. SI , EN PARTE TOY DE ACUERDO CONTIGO LA BODA FUE UNA PAYASADA QUE NO DEBIO PERMITIRSE AL ACTOR PRINCIPAL DE LAS MATANZAS QUE SUPUESTAMENTE ELLOS (FUJIMORISTAS) LUCHANDO CONTRA EL TERRORISMO , UNA COSA ES APASIGUAR LA REVUELTA CONVERSANDO , ETC PERO OTRA MUY DIFERENTE ES IR CONTRA TODOS SIN CENSURA MATANDO VARIAS PERSONAS Y POR ELLO CONDENADO , ACASO ESA CLASE DE PERSONAS SE MERECE ACTO HUMANITARIO SI YA SE LE HA CONDENADO PUES QUE SE CUMPLA DE ACUERDO A LEY PORQUE ESTO NO SE LE PUEDE PERMITIR A CUALQUIER HIJO DE VECINO DICHOS PRIVILEGIOS.
    GRACIAS

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