No sólo porque las combis se ven exactamente igual, pero también el trato tan prontamente íntimo de la gente, la endémica desconfianza en la clase política y la esquiva igualdad de oportunidades, dónde la suerte de nacer en un barrio de clase media o la mala suerte de nacer en una zona rural en alguna región alejada, definen, la mayoría de las veces, nuestra oportunidad de no morir de una diarrea infantil, de graduarnos del colegio, de tener un trabajo digno y, finalmente, de alcanzar nuestros sueños.

Cuando analizo las razones por las cuales un país como Kenia, dónde la expectativa de vida es de tan solo 56 años, me recuerda tanto al Perú, vuelvo siempre a las mismas conclusiones: un Estado que no es capaz de proveer servicios básicos de calidad y accesibles a toda la población por igual es el primer impedimento al desarrollo.

Si bien el Estado peruano ha mejorado continuamente en los últimos años la provisión de servicios básicos, aún nos falta un largo camino por recorrer para tener un sistema educativo público que nos de a todos los peruanos las mismas bases para desarrollarnos, y servicios de salud dónde la calidad y el acceso no sean realidades únicas al sector privado.

Tanto en Kenia como en el Perú, y en la mayoría de países en desarrollo, la exclusión empieza justo ahí, cuando un niño de Puno o de Kisumu que va a una escuela pública no puede soñar con tener las mismas oportunidades de ir a la universidad que un niño que se gradúa de un buen colegio privado en Lima.

Muchas de las raíces del conflicto social que hoy en día vive el Perú, así como el continuo conflicto político que vive Kenia, yacen precisamente en esa endémica desigualdad a la que nos destina la suerte. Tras esta experiencia en un continente tan lejano y cercano a la vez, no puedo más que reafirmar mi creencia en que serán sólo los cambios estructurales que consoliden un Estado y una sociedad capaz de garantizar la igualdad de oportunidades, quienes nos salvarán del virus del conflicto social, para seguir abriendo paso al desarrollo.

Mariana Costa

Hasta hace poco más de un lustro, la impresión generalizada en América Latina era que las épocas de nacionalismo económico eran cosa del pasado. Veinte años de reformas de mercado, sumadas a un discurso mundial pro globalización, hacían pensar que el liberalismo económico ganaba la partida. Pero a mediados de la década pasada, la izquierda – en sus diferentes variantes – recuperó la iniciativa. Y en algunos países como Venezuela y Bolivia, la izquierda populista inició un camino de reivindicaciones más profundas. Las nacionalizaciones se volvieron a poner en la agenda. Hasta diciembre de 2010, Chávez había nacionalizado más de 400 empresas (Corrales 2011: 125), incluídos varios bancos. En Bolivia, el presidente Morales había retomado el control de los hidrocarburos.

En las últimas dos semanas, los arrebatos nacionalizadores han vuelto ha ocupar el centro del debate en dos países que poco se parecen entre sí: Bolivia y Argentina. El gobierno boliviano, sospechoso común desde la llegada de Morales al poder a comienzos de 2006, ordenó la estatización de la empresa de energía eléctrica Transportadora de Electricidad, de capitales españoles. En Buenos Aires, el gobierno de Cristina Fernández aprobó la estatización de la petrolera YPF, también de capitales españoles. La gigante Repsol fue despojada del 51 por ciento con el que controlaba las operaciones en Argentina. Hasta hace sólo cinco meses, una medida de este tipo era impensable en el Río de la Plata.

En el contexto iberoamericano, las reacciones a estas dos estatizaciones no han podido ser más distintas. El caso argentino ha generado una profunda decepción en los agentes económicos, en España en particular. La decisión tomada por el gobierno argentino ha sido interpretada como la medida que pone finalmente a Argentina en un camino de no retorno hacia el aislacionismo. Lo de Bolivia ha sido visto como una raya más al tigre. En resumen, preocupación por un lado, e indiferencia por el otro.

Las interrogantes

La decisión de estatizar – en Argentina en particular – y las reacciones posteriores, abren más de una interrogante. La pregunta que todos se hacen es dónde está la oposición en la Argentina. ¿Cómo puede ser que la medida haya sido aprobada por 63 de los 72 senadores y por 207 de 245 diputados? Más importante aún, ¿donde está la clase media que durante décadas limitó los exabruptos de la derecha (militar) y el populismo peronista? Esa misma clase media puso en jaque al kirchnerismo en 2009 cuando lo obligó a retractarse en su intento de elevar la carga impositiva a la exportación de granos. Sin embargo, dos años después apoyó claramente a Cristina Fernández en su reelección histórica, y hoy forma parte de esa inmensa mayoría que apoya la estatización de YPF en nombre de la “soberanía energética”. La respuesta que esgrimen la mayoría de analistas por estos días es que esa clase media se ha beneficiado de la política de subvención al consumo dictada desde la Casa Rosada. A eso se suma el sentimiento anti privatización de la gran mayoría del país, indignada con la corrupción que generó la ola privatizadora de la década de 1990. Entre las empresas privatizadas estuvo YPF.

En el Perú, la estatización de YPF ha sido recibida de manera crítica en la prensa. No pocos se han preguntado que pasaría si Humala se despertara una mañana con ánimos estatizadores. Por ahora, todo indica que el presidente no está dispuesto a seguir ese camino, y así lo ha dejado entrever el ministro Castilla, que calificó de “insanas” las políticas del kircnerismo. El Perú (PBI per cápita de $10062 en 2011) no es Argentina (PBI per cápita de $17516), pero tampoco es Bolivia (PBI per cápita de $4789) (fuente: IMF). El costo de una medida de ese tipo sería altísimo para un país que se ha integrado rápidamente al comercio mundial en la última década y que ha fijado en la inversión extranjera su norte político y económico. Revertir ese camino implicaría un cambio profundo en el modelo.

Las lecciones

Las leccions no son pocas, pero dos en particular no han recibido suficiente atención. La primera se puede resumir en una frase: la política es lo que importa. A mediados del siglo pasado, las condiciones estructurales indicaban que Argentina estaba bien encaminada para tener una política moderada. Aún así surgió el peronismo, cuyas políticas resultaron en altos niveles de polarización. Aún hoy, contar con una de las clases medias más fuertes de la región no le ha impedido al régimen de Cristina Fernández politizar el tema energético a su favor, enmarcándolo en un discurso soberanista. Para quienes defienden la economía de libre mercado en el Perú la agenda pendiente es clara: el modelo debe seguir ganando adeptos para que siga siendo viable. A los políticos les queda mucho trabajo por hacer.

La segunda lección tiene que ver con lo que se ha dado a llamar el modelo neoliberal. Las reformas liberalizadoras han generado ganadores y perdedores en las sociedades que las han implementado y en general, las desigualdades sociales se han incrementado. Pero también se ha abierto la brecha en las políticas económicas entre los países que han abrazado la globalización y los que han renegado de ella. No está del todo claro que esto último sea el resultado de las desigualdades sociales. Lo que si parece cada vez más claro es que, en los países disidentes, el conflicto ha llegado para quedarse.

Ignazio De Ferrari

Referencias:

Corrales, Javier (2011): “A Setback for Chávez”. En Journal of Democracy 22-1, pp.122-136.

Fuente de la imagen: The Christian Science Monitor

Si revisan la definición de Wikipedia encontrarán lo siguiente: Proletario: “Es el término utilizado para designar a los trabajadores o clase obrera que carece de propiedades y medios de producción por lo que, para subsistir, se ve obligada a vender su fuerza de trabajo a la burguesía, propietaria de los medios de producción.”

Esta definición nace de la era industrial donde si una persona, por ejemplo usted, no tenía dinero para montar una fábrica, la opción que le quedaba era vender su fuerza laboral al dueño de esta.

Por otro lado hace muchos años las nuevas plataformas de comunicación nos lanzaron a una nueva era, la era de la información.

Ahora bien, esta era se caracteriza por la facilidad que los individuos tienen para acceder a la información y generar nuevo conocimiento. Aquí podemos subrayar el proceso información -> hombre -> nuevo conocimiento. El nuevo conocimiento determina una acción de la cual se adquirirá información y nuevamente el hombre generará nuevo conocimiento. Por lo tanto podemos ver que entre la información y el nuevo conocimiento necesariamente esta el hombre. No existe una información que esté almacenada, o sistematizada que pueda por si misma llegar a ser un nuevo conocimiento sin la intervención del hombre. Por lo tanto el hombre que pertenece a la era de la información manipula datos, añade su conocimiento y luego los sistematiza o almacena.

Recalquemos que los hombres que sistematizan la información generan el nuevo conocimiento; ya sean abogados, enfermeras, profesores, médicos, etc. y la herramienta predilecta para almacenar los datos de estas sistematizaciones son las computadoras (u ordenadores) y es la red llamada Internet el medio que nos permite globalizar esta información.

Por lo tanto, las personas que por falta de capital para de instituir una empresa ofrecen su conocimiento para manipular cierto tipo de información al empresario; estos son los nuevos proletarios de nuestra época.

Yamir Ramírez Fernández

El mundo no es el mismo luego de los ataques a los Estados Unidos en aquel fatídico 11 de?setiembre del 2001. Sus efectos y consecuencias alteraron no sólo las relaciones internacionales, sino también la gestión del Estado y la forma en la que este se relaciona con los ciudadanos cambiando desde entonces las vidas de millones de personas en el globo.

Hasta antes de esta fecha la búsqueda de la eficiencia era el valor más apreciado en el Estado, y durante las décadas de los ochenta y noventa se implementaron iniciativas inspiradas en la gestión empresarial para hacer que las entidades públicas sean más ágiles?en la prestación de los servicios públicos usando de mejor forma los recursos públicos, pues como decía el ex vicepresidente de los Estados Unidos Al Gore era necesario “Crear un Estado que trabaje mejor y cueste menos”.

Sin embargo, luego de estos dramáticos sucesos, la búsqueda de seguridad se convirtió en el nuevo valor a perseguir, y a partir de ello se produjeron cambios en la administración pública orientados a sustentar la ofensiva contra el enemigo terrorista.

Dentro de la Administración de los Estados Unidos se produjo una importante reflexión contenida en el “Informe 11 de Setiembre”, elaborado por una comisión especial de congresistas de todos los partidos, que entre otras cosas aconsejó mejorar la coordinación entre las entidades vinculadas con la seguridad y defensa nacional a través de una coordinación central y la mejora de la cooperación entre entidades.

Para ello se creó el Departamento de Seguridad Interior entidad que actualmente lidera las acciones de seguridad interior del gobierno federal, estatal, local, sector privado y de los propios ciudadanos mejorando la coordinación de agencias como la CIA, el FBI y el propio Departamento de Defensa que hasta entonces tenían mayor autonomía en sus funciones.

Cálculos conservadores estiman que en estos diez años de guerra permanente se han gastado alrededor de cuatro trillones de dólares lo cual ha llevado a prestar menor atención a políticas de desarrollo social y cooperación internacional, generando un déficit presupuestal que está trayendo problemas económicos en todo el mundo. Es sintomático que en el actual plan de ajuste presupuestal, planteado por el gobierno de Obama, se haya considerado limitar los salarios de todos los empleados públicos a excepción de los que trabajan en agencias de seguridad o el Departamento de Defensa.

Estos cambios también afectan el estilo de vida de la población quienes han tenido que acostumbrarse a vivir en un permanente “estado de alerta” que se muestra, por ejemplo, en el uso de escáneres humanos en los viajes internacionales, el cierre de calles y espacios públicos ante amenazas de bombas, la revisión exhaustiva de cada caja y contenedor que entra a los puertos estadounidenses, entre otras medidas –hasta entonces inusuales- de seguridad.

Pero también hoy se aplican medidas muy discutibles que han relativizado los derechos humanos, como por ejemplo la llamada “Ley Patriota” que permite interceptar las comunicaciones de las personas con la finalidad de prevenir ataques terroristas, el uso de la tortura para obtener información utilizada en Guantánamo, o la reciente muerte de Osama Bin Laden – vista por las principales autoridades de Estados Unidos en tiempo real- a quien se le dió muerte sin mediar un juicio de por medio.

A nivel internacional los diferentes países del mundo han privilegiado la discusión de aspectos relacionados con la seguridad, el tráfico de armas, la corrupción generándose nuevos instrumentos internacionales para mejorar la cooperación entre los países como la Convención de Naciones contra la Delincuencia Organizada Transnacional, la Convención de Naciones Unidas contra la Corrupción, entre otros.

Sin embargo, diez años después el mundo sigue siendo un lugar inseguro; y para muchos pueblos el origen de sus desgracias y pobreza tiene como única explicación las intervenciones militares de los Estados Unidos que se asumen como una imposición de los valores y estilos de vida norteamericanos sobre la realidad heterogénea y multicultural del mundo.

Quizás entonces cabe preguntarse si ha llegado la hora de enfrentar la amenaza terrorista desde una óptica mucho más amplia y menos confrontacional. En esa senda el papel de la administración pública debería cambiar en favor de un mayor reconocimiento de los múltiples intereses existentes en una sociedad, de un mayor respeto a los derechos de la ciudadanía y sobre todo de una profunda y sana convivencia democrática.

En el Perú, la política la hacen los individuos y no los partidos. Sin embargo, la política hecha por individuos tiene efectos súmamente nocivos. No es difícil imaginar por qué. En democracias sin partidos, los gobiernos carecen de bancadas legislativas experimentadas y disciplinadas que les permitan a los gobernantes dirigir el país con un mínimo de coherencia y de manera predecible. Cuando los partidos se forman en la víspera de las elecciones para acompañar las aspiraciones de un lider personalista, los cuadros son reclutados de manera improvisada sin tomar en cuenta las trayectorias de los postulantes ya que, a menudo, el que paga el cupo entra a la lista. En resumen, las democracias sin partidos tienen serios problemas de gobernabilidad y legitimidad.

El debate sobre cómo fortalecer a los partidos y mejorar el nivel de la clase dirigente se ha centrado, en los últimos años, en el sistema de elección del Congreso, ya que esta es la institución con los niveles más altos de desconfianza – 14% en 2010 según el Latinobarómetro – además de ser el centro de operaciones de la política partidista. La idea de quienes ponen la mira en el Congreso es que un mejor diseño de las instituciones que gobiernan la democracia, puede tener un impacto positivo sobre el comportamiento de los actores políticos.

En este debate hay dos grandes corrientes. Por un lado están los que defienden la idea de empoderar a las dirigencias partidarias y, por el otro, los que creemos que el poder debe ser compartido entre las dirigencias y los votantes. Los primeros piden eliminar el voto preferencial, los segundos lo defendemos.

Los detractores del voto preferencial argumentan que este sistema es responsable de que sean elegidos individuos poco preparados, aventureros de la política que acceden a un escaño gracias al voto de los ciudadanos. A su vez, alegan, el voto preferencial alienta la indisciplina de los legisladores ya que como éstos le deben su escaño no solamente al partido que los nominó, sino también a los ciudadanos que le dieron su voto preferencial, no tienen un incentivo tan claro para someterse a la linea partidaria.

En mi opinión, quienes defienden las listas cerradas – en las que los votantes no pueden marcar preferencias y solamente los candidatos que están en los primeros lugares de cada lista son elegidos – cometen dos errores: por un lado sobredimensionan los efectos del voto preferencial y, más grave aún, asumen que darle más poder a las cúpulas partidarias conlleva a una mejora de la calidad de los partidos. Esto último es particularmente problemático.

Vayamos por partes. El voto preferencial no es el principal responsable de que ciudadanos poco preparados y con serios cuestionamientos éticos – por decirlo de manera elegante – sean elegidos. La responsabilidad recae fundamentalmente en las organizaciones que los postulan. Con respecto al comportamiento de los legisladores, la ciencia política sí encuentra que los legisladores en sistemas de listas cerradas como España, Argentina o Costa Rica son más disciplinados. Sin embargo no está del todo claro que una reforma en esa dirección vaya a tener el mismo efecto en el Perú. La razón es que en nuestro país, las aspiraciones de los legisladores depende del caudillo presidencial que jale los votos para el Congreso. En ese sentido, aunque el congresista le deba su elección al partido que lo puso en los primeros lugares de la lista, no está claro que quiera seguir con ese partido, si su caudillo no puede postular a la reelección.

Vayamos ahora a la parte más importante. Los que defienden las listas cerradas, defienden la idea de darle a esas élites partidarias, que no se destacan por un comportamiento ejemplar, el control sobre qué legisladores resultan elegidos. La pregunta es obvia. ¿Por qué van a estar esas cúpulas mejor preparadas que los ciudadanos? ¿Qué impide que los que quieran estar en los primeros lugares de la lista no paguen por uno de esos puestos? Y más aún, ¿qué impide que personajes acusados de corrupción no se aseguren un buen lugar en la lista y, en el camino, la inmunidad parlamentaria? Si esas élites son parte del problema, ¿es la solución darles más poder?

Tanto hoy como en el pasado, la crisis de legitimidad de la política latinoamericana está anclada en los extremos: en sistemas sin partidos, con liderazgos personalistas como el Perú, y en sistemas en los que los partidos son percibidos como “todopoderosos”. Ejemplos de lo último son el Chile actual que vió el ascenso de Marco Enríquez-Ominami en la elección presidencial de 2009, y la Venezuela pre Chávez con el duopolio de Acción Democrática y el COPEI. El riesgo es entonces que al empoderar a élites de escasas credenciales, el péndulo se mueva de un extremo al otro.

La solución, en resumen, no pasa por eliminar el voto preferencial. No existe una solución única a la “falta de partido” en el Perú. Sin embargo, existen algunas medidas de corte institucional que pueden ayudar. Termino el artículo haciendo un recuento de las que considero las más importantes y viables:

Fiscalizar la selección de candidatos: Si los partidos no son capaces de autorregularse, es necesario fortalecer una agencia externa que genere una estructura de incentivos adecuada. En ese sentido, las autoridades electorales – el JNE y la ONPE – deberían tener más recursos y competencias para sancionar malas prácticas, sobre todo en el reclutamiento de candidatos. En el último ciclo electoral fueron elegidos a distintos cargos postulantes que mintieron sobre su trayectoria penal. En la mayoría de los casos, la elecciones internas de los partidos siguen siendo un saludo a la bandera, sin embargo estas malas prácticas no son sancionadas.

Castigar el transfuguismo: En este punto se han discutido dos opciones. La primera es que el legislador que abandona el partido por el que fue elegido, pierda el escaño y lo tome su accesitario. Esta opción es un poco extrema, ya que se puede dar el caso de un partido que cambie radicalmente su programa tras las elecciones. De ser así, los legisladores deberían tener el derecho de abandonar su bancada original. La segunda opción es que el legislador tránsfuga pierda el derecho a adherirse a otra bancada o a formar una nueva con otros tránsfugas. Esta opción es más realistas y tiene consecuencias importantes. El que abandona su bancada pierde recursos claves: personal, participación en los debates del pleno, presidencia de comisiones.

Prohibir las alianzas legislativas: Una de las formas que tienen los partidos pequeños de saltar la valla electoral es aliándose con partidos más grandes. El resultado es que las bancadas acaban estando compuestas por congresistas de diferentes partidos. Las dos bancadas oficialistas, Gana Perú y Perú Posible, son un ejemplo de ello. A menudo, estos congresistas aseguran que su lealtad está con su partido y no con la bancada para diferir del voto de sus compañeros. Al final, en la mayoría de los casos las bancadas se acaban rompiendo y los partidos terminan operando por su cuenta. En cambio, si se prohibe la formación de alianzas para el Congreso, solamente los partidos que sí superan la valla entrarían al Congreso y las bancadas serían más homogéneas. Esto no tendría por qué impedir que los partidos se alíen para la elección presidencial, a la que sí podrían presentar un candidato unitario.

Ignazio De Ferrari

Fuente de la imagen: Blog Voto Electrónico en el Perú

Steven Levitsky comenta sobre las derechas en América Latina. Con respecto al Perú, su tesis es que el fujimorismo puede ser ese partido de derechas fuerte que el país necesita. Para eso, necesita desmarcarse más de Fujimori y hacer una autocrítica.

En su columna del diario El País de España, Moises Naím dice que el populismo está de moda en todo el mundo. En República Dominicana ese populista es el ex presidente Hipólito Mejía. Llegó papá.

El blog del periodista de El País, Antonio Caño, es un buen lugar para seguir la campaña electoral americana.

En estos días en nuestro país se cuestiona la educación que los padres dan a sus hijos porque muchos jóvenes entrevistados en la televisión no pueden identificar a los principales responsables del terrorismo ni pueden reconocer símbolos o fechas históricas sobre esos momentos penosos del Perú.

No quiero ser un padre irresponsable y por eso me animo a escribirte estas breves líneas en la esperanza que lo que te cuente despierte tu curiosidad y amor por nuestra patria, y que luego puedas buscar otras fuentes y versiones que animen e incrementen tu espíritu crítico.

Probablemente cuando puedas leer esto serás un inquieto niño que me hará muchas preguntas e interrogantes sobre lo que verás a tu alrededor. Así pues  cuando yo también era un niño me tocó vivir los años más sangrientos del Perú y, felizmente tuve la suerte de tener unos padres que siempre me dieron la mayor información posible convirtiendo a nuestra casa en un verdadero espacio de discusión y conversación sobre lo que pasaba en el país. Espero poder repetir contigo esa experiencia.

Mi primer recuerdo sobre el terrorismo fue cuando una vez tu abuelo, en aquel entonces profesor universitario, llegó a casa cariacontecido y nos comentó en la cena que un grupo de personas armadas habían entrado a su salón para arengar e invitar a los alumnos a sumarse a lo que ellos llamaban la ¨guerra popular¨.  Cuando le preguntamos su reacción nos contó que tuvo que dejar que interrumpieran sus clases pues de lo contrario podían agredirlo e incluso matarlo. Su única justificación fue simplemente el miedo.

Y es precisamente el miedo lo que sentimos todos los peruanos, durante las décadas de los ochenta y noventa, al haber sido testigos de cientos de atentados terroristas que estaban matando, desapareciendo y destruyendo las vidas de miles de personas.

Cada noche, minutos antes de dar inicio a los noticieros, era imposible no ver y escuchar -con un nudo en la garganta y sudor en la frente- escabrosas y terribles noticias sobre coches bomba, policías y autoridades asesinados, fosos clandestinos de cuerpos sin reconocer, madres buscando a sus hijos desparecidos y demás atrocidades que nos mostraban un país ruinoso y maldecido.

Hasta hoy me pregunto la gravedad del daño irreparable que mi generación lleva tras haber crecido en un ambiente enrarecido y traumatizado por la intolerancia, la tensión, la desconfianza, la violencia y el miedo. Quizá eso explique en mucho la falta de confianza y el comportamiento errático que tenemos los peruanos respecto a nuestro propio porvenir.

Es bueno que sepas que este dolor fue iniciado en un momento especial de nuestra patria en el que salíamos de un largo período de doce años de dictadura militar que había culminado con la promulgación de la Constitución de 1979 trabajo conducido por uno de los peruanos más extraordinarios del Siglo XX: Víctor Raúl Haya de la Torre.

Estos grupos terroristas se hicieron llamar Sendero Luminoso y Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, ambas agrupaciones terroristas que en nombre de la pobreza y atraso del Perú, de aquel entonces, emprendieron actos violentos con el objetivo de llegar al poder y desde ahí instaurar lo que llamaron la dictadura del proletariado ¨ la cual, según ellos, traería al país igualdad y prosperidad para todos.

En verdad a estas personas nunca les interesaron los pobres, y aunque siempre  hablaban por ellos, fueron precisamente los peruanos más pobres los que en mayor medida sufrieron sus consecuencias. Simplemente los pobres eran usados, utilizados en nombre de una revolución que estaba destruyendo a todo el país.

Tú tienes la suerte de nacer en un período de libertad y democracia, y por eso debes de ser responsable en su uso y ejercicio. Digo esto porque durante esos años muchos grupos políticos usaron esa libertad para pregonar abiertamente la toma del poder por la fuerza a través de lo que llamaban ¨lucha armada¨ y muchos de ellos mantuvieron un lenguaje ambiguo respecto al terrorismo a quienes consideraban ¨hermanos equivocados¨. Algunos, posteriormente, se reciclaron y sin ningún arrepentimiento hoy pontifican por la paz y la justicia social.

También existieron muchos crímenes y violaciones a los derechos humanos provocados por nuestras fuerzas armadas quienes, en un primer momento, enfrentaron al terrorismo sin comprender su naturaleza ni entender su forma de actuar. Ello generó muchos abusos que en muchos casos aún faltan esclarecer.

Todos esos crímenes deben ser juzgados y sus responsables deben de cumplir sus penas. Sin embargo, no debes caer en el facilismo de los que pretenden descalificar a nuestros soldados, o a nuestro Estado, como asesinos o violadores de derechos humanos. Los excesos, de no más de 700 hombres de aproximadamente 200000 soldados, no pueden empañar la legitimidad de nuestras fuerzas armadas que dieron su vida por defendernos y preservar la vida de todos los peruanos.  Por eso siempre debes de ver a nuestros soldados y policías con respeto y gratitud porque gracias a ellos hoy podemos tener un país libre del terror.

También debes tener en cuenta que muchos, algunos por confusión y otros por conveniencia, dicen que lo que ocurrió en nuestro país fue una ¨guerra interna¨ como si hubiesen existido dos fuerzas regulares enfrentadas. En verdad lo que existió fueron grupos demenciales y fanatizados que agredieron a todos los peruanos y a eso hay que llamarlo ¨terrorismo¨ a secas y sin medias tintas. Hablar de conflicto o guerra interna solamente hace el juego a los terroristas que buscan equiparase con nuestro Estado como una forma de justificar su agresión.

Un capítulo importante de este relato es el comportamiento de nuestros gobiernos, resalto la palabra nuestros porque a pesar de las diferencias políticas que podamos tener, todos ellos actuaron en representación y por el bien de todos los peruanos haciendo denodados esfuerzos por detener el derramamiento de sangre en nuestro país y acabar con la subversión.

Así por ejemplo, Fernando Belaúnde por primera vez creó el delito de terrorismo e involucró a las fuerzas armadas en su combate; Alan García cambió la estrategia antisubversiva e involucró a la población en el combate al terror proveyéndoles armas y entrenamiento militar dando origen a las heróicas ¨rondas campesinas¨ , asimismo conformó grupos especiales de inteligencia como el que hizo posible, durante el gobierno de Alberto Fujimori, la captura de los principales mandos senderistas iniciándose una desarticulación operativa de los grupos terroristas. También fue durante este gobierno que nuestros heróicos soldados, los Comandos Chavín de Huántar, liberaron a decenas de rehenes que habían sido secuestrados por el MRTA tras largos meses de cautiverio.

Ya en la década del 2000 se creó una Comisión de la Verdad y Reconciliación Nacional con el propósito de documentar todo lo vivido en los años de violencia terrorista. Se trata de un trabajo de dimensiones ciclópeas, por su complejidad y la cantidad de hechos que podían ser recogidos que, lamentablemente, no ha podido lograr un consenso general que nos acerque a la verdad y que además, en sentido contrario a sus propósitos, no ha podido lograr la reconciliación entre peruanos.

Falta de pluralidad de todos los partidos en su composición, enfoques discutibles, métodos estadísticos objetables, entre otras observaciones, no permiten que se dé el valor requerido a este documento, el cual te pido conocer y estudiar con profundidad, sin olvidar que se trata solamente de un acercamiento -quizá el más completo- para poder comprender lo que realmente pasó en el Perú en esos trágicos 20 años.

Para finalizar, te recuerdo que estos son sólo algunos hitos importantes en la lucha contra la subversión que no debes de olvidar y que tienes la obligación de conocer, ampliar y estudiar porque se trata de la historia de tu país.

En este propósito esta historia no debes entenderla sólo como un relato de hechos de tristeza y pesadumbre, sino como una historia de heroísmo y valor de miles de peruanos anónimos que supimos enfrentar y levantarnos contra el terror, y así poder entregarte el maravilloso país en el que ahora tú ves el mundo.

Con el mayor de los afectos.

Tu papá,

Franz Chevarría

Lima, 31 de Enero de 2012

]]> http://www.perupolitico.com/?feed=rss2&p=2770 9 http://www.perupolitico.com/?p=2744 http://www.perupolitico.com/?p=2744#comments Tue, 24 Jan 2012 20:16:21 +0000 Mariana Costa http://www.perupolitico.com/?p=2744 En la última década, la tecnología nos ha permitido crear comunidades que trascienden las fronteras geográficas y políticas de manera sin precedentes. Esta realidad ha facilitado la unión de millones de personas para apoyar diversas causas, desde la protección de los derechos humanos hasta campañas políticas. A su vez, la tecnología ha permitido al Estado acercarse más a sus ciudadanos para servirlos mejor, abriendo nuevos canales de comunicación que fortalecen la democracia. El sector privado también ha liderado la forma de innovar para proveer productos de mejor calidad a mercados cada vez más grandes.

Si la tecnología se aplica a proyectos de innovación social, las posibilidades de traer cambios estructurales en nuestras sociedades son infinitas. En un país como el Perú, dónde el acceso a la tecnología es cada vez mayor y hay gran capital para invertir en diversos sectores, esta combinación podría ser el remedio para muchos de nuestros problemas.

La Innovación Social

La innovación social se refiere a estrategias, conceptos e ideas que enfrentan problemas sociales de diversos tipos – pobreza, educación, salud, derechos humanos – de manera creativa y sostenible. Es traer diferentes modelos y experiencias a la misma mesa para proponer soluciones distintas a nuestros problemas de siempre. Los emprendedores sociales lideran iniciativas creativas para enfrentar todo tipo de problemas, tanto desde el sector privado como desde la sociedad civil y el Estado. Contar con un capital humano motivado y capacitado para innovar en los distintos ámbitos laborales es esencial para promover el desarrollo y progreso en el Perú.

Sociedad Innovadora

La sociedad civil es uno de los motores más poderosos para alcanzar cambios sociales positivos. En los últimos años la tecnología nos ha permitido tener herramientas para movilizar a millones de personas alrededor del mundo por una causa social. Facebook y Twitter ya son piezas fundamentales en la lucha por la democracia, los derechos humanos y la reducción de la pobreza.

Si bien las campañas sociales cada vez cobran más fuerza en el mundo en desarrollo, países industrializados como Estados Unidos llevan el liderazgo en este campo. Según un estudio de la consultora Convio, en el 2010 los Americanos dieron más 1.3 billones de dólares en donaciones online. Este dinero va a causas desde apoyar a un candidato político hasta donaciones para organizaciones que luchan para la reducción de la deuda externa en África o contra el tráfico de personas.

Otro componente interesante es el de Advocacy Online. Esta dinámica consiste en organizaciones que movilizan a la ciudadanía para presionar a sus representantes políticos para que apoyen o rechacen ciertas causas. En los Estados Unidos, es una industria que mueve millones de dólares y que conecta al ciudadano con su representante, fortaleciendo el proceso democrático. Por ejemplo, la organización The Human Rights Campaign – que aboga por los derechos de la comunidad LGTB – ha construido una comunidad online de más de 1 millón de miembros que ha contribuido a presionar a las Cámaras de Representantes para aprobar el matrimonio gay en diversos Estados y revocar leyes discriminatorias.

Emprendedores Sociales

Social Enterpreneurship es hoy uno de los términos más usados en el mundo profesional y académico en los Estados Unidos. ¿Qué significa? La aplicación de modelos de negocios para enfrentar problemas sociales de todo tipo. La idea es aplicar estrategias de negocio – beneficiándose de su eficiencia y metodologías – para problemas que tradicionalmente ni el Estado ni el sector privado ha podido enfrentar con éxito. Uno de los casos más conocidos es el del fundador de las Microfinanzas, Mohammed Yunus. Con el surge el boom de los microcréditos, que permiten a personas de pocos recursos y sin historia crediticia acceder a créditos que no podrían conseguir en una institución financiera tradicional. Esta práctica, si bien ha recibido muchas críticas legítimas, ha contribuido también a sacar a millones de personas de la pobreza.

Compañías más recientes que han alcanzado la fama a nivel mundial son, por ejemplo, Toms shoes. Una tienda que vende zapatos bajo el slogan de Uno-por-Uno: por cada par de zapatos adquirido en la tienda, esta dona un par de zapaos a un niño que vive en condición de pobreza. Como esta, miles de iniciativas de innovadores sociales empiezan a cambiar el mundo en que vivimos para mejor. Desde nuevos sistemas educativos hasta calentadores de bajo presupuesto que salvan bebes prematuros. En todos los campos se puede innovar para servir mejor a los que menos tienen.

En el Perú, el potencial para complementar las oportunidades de negocios con causas sociales es enorme. No sólo a través de la responsabilidad social, pero a través de empresas cuyo objetivo principal sea contribuir al bienestar social de manera sostenible.

Gobierno Innovador

El Estado también tiene un rol fundamental que jugar si quiere que el Perú sea un país innovador. Está claro que la manera tradicional de proveer servicios básicos como la salud y la educación a la población es todavía muy deficiente. A través de diversas estrategias de innovación social el Estado puede mejorar drásticamente la calidad y el acceso a sus servicios así como sus mecanismos de comunicación con la población. El uso de tecnología móvil para reducir la mortalidad materna e infantil, por ejemplo, ha tenido resultados muy positivos en los Millenium Villages – pueblos piloto en África dónde se espera alcanzar los objetivos de desarrollo del milenio. Asimismo, estrategias de gobierno electrónico y plataformas que permiten la comunicación de dos vías están revolucionando sectores públicos alrededor del mundo.

Oportunidad para el Perú

El Perú debe invertir en capacitar a su juventud para contar con el capital humano que requerimos para liderar los cambios que tan urgentemente necesitamos. Campañas para crear mayor conciencia ciudadana, para evitar la inminente destrucción de nuestra amazonía o fiscalizar de cerca a nuestros represntates políticos son algunas de iniciativas que como ciudadanía nos corresponde iniciar. Si a esto le sumamos un sector privado responsale y comprometido con nuestro país y un sector público que por primera vez desee estar a la vanguardia, podríamos empezar a ver cambios holísticos que nos encaminen hacia el desarrollo sostenible.

Mariana Costa Checa

]]> http://www.perupolitico.com/?feed=rss2&p=2744 2 http://www.perupolitico.com/?p=2741 http://www.perupolitico.com/?p=2741#comments Wed, 28 Sep 2011 01:14:12 +0000 Gian Carlo Orbezo Salas http://www.perupolitico.com/?p=2741 “Karina” en el Centro de Lima, “Keyli” en Lince y “Araceli” en Miraflores. La primera tiene 24 años y dos niños que mantener. La segunda, 23 y vino de Loreto a estudiar y trabajar. La última tiene 22 y dejó sus estudios universitarios por falta de dinero.

Son físicamente atractivas y ejercen la prostitución, porque -según testimonio personal- no hallaron empleo, necesitaban urgentemente dinero y perdieron las esperanzas: igual que muchas mujeres como ellas en el Perú. Sólo en Lima el Ministerio de Salud y el Movimiento El Pozo calcularon más de 100,000 prostitutas regulares y esporádicas, la gran mayoría entre 18 y 30 años de edad.

El elevado crecimiento económico del país desde 2005 ha “democratizado” la oferta de los servicios sexuales para una demanda permanente que abarca casi todos los niveles socioeconómicos, quedando incluso para el turismo sexual. Si lo vemos como drama social, la oferta es excesivamente alta para un país que ha bajado la pobreza a 31%, pero que no ha disminuido significativamente el desempleo.

Del otro lado, el Ministro de Trabajo dijo que el nuevo Gobierno nacional es partidario de la “flexiseguridad” laboral y ha reunido un grupo de asesores técnicos conformado por sus antecesores Alfonso de los Heros, Javier Neves, Mario Pasco Cosmopolis y Fernando Zavala para aplicarla. Los dirige Carlos Blancas, quien, sin embargo, no cree en ésta, quiere revertir los poco avances de la reforma laboral de 1991 y aboga por volver a la fracasada política laboral que “implantó” el Partido Comunista en 1970, rigidizando más las normas de trabajo y subiendo más los costos de contratar y despedir.

La “flexiseguridad” fue inventada exitosamente por los daneses y la Unión Europea la ha convertido en política laboral comunitaria con el Tratado de Lisboa de 2007. Consiste en tres pilares: facilidad de contratar y despedir, políticas activas de capacitación y reinserción laboral y seguro de desempleo. El esquema se construye sobre contratos flexibles y fiables, estrategias integradas de aprendizaje durante la vida laboral, políticas eficaces de empleo y un moderno sistema de Seguridad Social.

Para implementar la “flexiseguridad” trabajadores y trabajadoras deben modificar sus formas de adecuarse a las condiciones del mercado. Para eso el Estado articula medidas de formación continua tanto para conseguir empleo como para conservarlo. El esquema es costoso para el presupuesto público, pero mantener el status quo es injusto.

Eso no convence a Blancas, un abogado laboralista que mira la realidad con dos lentes: en 1985 cuando era ministro fue implacable contra los dueños de las lavanderías-tintorerías American Dry Clean y la fábrica de cristalería Ferrand por violar derechos laborales, pero nada hizo por los obreros estatales de CENTROMIN, MORAVECO y la Empresa Nacional de Ferrocarriles (ENAFER) que le pedían su ayuda.

Al presente, ¿quién hace justicia a muchas mujeres como “Karina”, “Keyli” y “Araceli” que no hallan otra salida que la prostitución por culpa del dogmatismo y la desidia?.

Gian Carlo Orbezo Salas

]]> http://www.perupolitico.com/?feed=rss2&p=2741 7 http://www.perupolitico.com/?p=2733 http://www.perupolitico.com/?p=2733#comments Mon, 26 Sep 2011 18:47:42 +0000 Terra L. Stanley http://www.perupolitico.com/?p=2733

En la primera parte, vimos que existe un extendido desinterés por la política entre los estudiantes. Pero, ¿a qué se debe esta apatía generalizada? Una mirada a las condiciones políticas y sociales de las décadas de 1980 y 1990 explican parte de la historia.

Carlos Contreras, profesor de historia de la PUCP, destaca la unidad de la juventud de izquierda en la década de 1970. Esta unidad se perdió, según Contreras, con la aparición de SL y el MRTA. “Hubo una gran división en la juventud peruana,” afirma.

Las clases medias y altas abandonaron la universidad como centro de activismo político porque “pensaban que estaban jugando con fuego,” añade. Con los recintos universitarios politizados, la actividad política era percibida como sumamente peligrosa. Por esa razón, la gran mayoría que no quería ser asociada con SL, abandonó casi en su totalidad la política universitaria.

Un ensayo de Sandro Venturo Schultz señala que SL usaba estrategias de amedrentamiento y “la misma practica sectaria y dogmática que aplicaba contra las organizaciones populares del campo y la ciudad”. La reacción del estudiantado fue el repliegue, señala Venturo. Los otros grupos estudiantiles de izquierda que no participaban en la lucha armada “se enfrascaron en una lucha sin cuartel por el control de la Federación de Estudiantes y lo único que lograron fue alejar aún más al gremio de sus potenciales representados,” continúa.

Contreras enseñó en San Marcos en la década de 1980, de la que recuerda los grafitis de Sendero en las paredes de las aulas y la tensión política que se respiraba. La policía y los militares entraron en las universidades en los 90, dice Contreras, y ya nadie se pudo librar de las sospechas. “Todo el mundo pensaba que un activista era un Sendero,” recuerda. Refiriéndose al entorno actual, asegura que los estudiantes ya no son tan activos. Y tiene razón, la sociedad se mantiene escéptica frenta a la figura del activista universitario.

La ocupación militar de San Marcos terminó en el 2000. En el campus de esa universidad, el recuerdo de los violentos enfrentamientos entre los jóvenes y las fuerzas del orden llevó a muchos a abandonar la actividad política. Con cientos de estudiantes sanmarquinos detenidos por supuesta subversión, los estudiantes que hoy reclaman sus derechos son llamados terroristas, observa Talaverano Sánchez.

En su quinto año en San Marcos, Talaverano cree que las autoridades universitarias, así como la sociedad en general, desalientan la participación política y ven con malos ojos a quienes la apoyan. Los agujeros de bala en el techo de la Facultad de Letras son sólo un ejemplo del poder sutil aunque profundo de la memoria para desanimar a los estudiantes.

Casi veinte años después de los dolorosos acontecimientos de La Cantuta y Barrios Altos, y tan sólo once años después de que terminara la ocupación militar de San Marcos, los activistas estudiantiles todavía “son mal vistos,” dice Sánchez. Ella se refiere a una ‘corrección política’ que se encuentra presente en los campus universitarios de todo el país.

En junio de este año, un motín estudiantil en el centro del país dejó tres muertos y 32 heridos. Los manifestantes protestaban en contra de una nueva universidad en el departamento de Huancavelica, la que complicaría el presupuesto de su propia universidad. En su mayoría, la cobertura periodística calificó las manifestaciones como peligrosas, ruidosas e injustificadas. Según Talaverano, esta visión se deriva de la estigmatización de que la participación política “sólo es para los corruptos.” Hay un “desprecio por el activista,” explica.

En San Marcos, es sabido que algunos miembros de SL intentan camuflarse en grupos estudiantiles como organizaciones de música y de danza para captar nuevos miembros. Según las versiones recogidas, ya no tienen las mismas motivaciones violentas de los 80 y 90.

El desprecio peruano por la política

Si bien la acción de Sendero tuvo repercusiones negativas sobre la actividad estudiantil, no es difícil advertir que el desencanto con la política ha alcanzado a todos los sectores de la sociedad. Ese desencanto generalizado se ha trasladado, en buena medida, a los campus universitarios.

Según la encuesta que realiza anualmente la Corporación Latinobarómetro, los peruanos son los ciudadanos más insatisfechos con la democracia en la región. “La evolución del apoyo a la democracia en el Perú ha sido más volátil que en la región”, señala un informe reciente. El apoyo a la democracia alcanza niveles de 40% en 2005, 55% en 2006 – año en que es elegido Alan García – pero disminuye nuevamente entre 2006 y 2008 hasta alcanzar el 45%. En los dos años siguientes vuelve a subir hasta alcanzar el 61%.

Según el reporte, el “crecimiento económico no es la causa del apoyo a la democracia en el Perú, sino más bien cómo se distribuye el fruto de ese crecimiento […]. Los países necesitan desarrollo y crecimiento económico para consolidar su democracia pero ésta no depende solo de ello, sino más bien de los bienes políticos que permiten una percepción de justicia.” En otras palabras, el apoyo y la satisfacción con la democracia no están del todo correlacionadas. En 2010 sólo el 28% de los peruanos estaba satisfecho con su democracia.

Además, con respecto al tema de la confianza, el Perú figura como el país de América Latina con menos confianza en las instituciones democráticas, y como unos de los países de América Latina con menos confianza interpersonal, alcanzando el 14% en el 2010. Este porcentaje no es tan diferente al de 1996, año en que el 13% de los encuestados respaldaba la afirmación de que se puede confiar en la mayoría de las personas.

Las encuestas que muestran información de todo la región de América Latina señalan que las tasas de crecimiento económico presentan una correlación proporcional con la satisfacción de democracia. Sin embargo, lo contrario sucede en el Perú, lo cual “indica que el crecimiento económico por sí sólo no es capaz de consolidar la democracia,” según el reporte.

Llanos alude a tres factores que han contribuido a esta dilema. Con respecto al crecimiento económico, el estudiante cree que los cambios rápidos en la economía produjeron un cambio mental para gran parte de la sociedad que ha recurrido al autoempleo o al trabajo informal. Estas personas no tienen ninguna certeza sobre el futuro, opina Llanos, y prefieren las políticas que les traen “soluciones individuales a los problemas de la sociedad antes de buscar una solución en la esfera pública.”

Segundo, las políticas reprimidas del gobierno de Fujimori en los 90s generaban un desprestigio general en la sociedad. Y finalmente, dice que muchos jóvenes que intervenían en política encontraban la frustración y “no veían los cambios que tanto anhelaban ni por la vía armada ni por la vía electoral.”

Los jóvenes son especialmente vulnerables a ponerse desencantados por las metas políticas fracasados . Algunas pequeñas organizaciones estudiantiles de la izquierda han ganado fuerza en los últimos años, y buscan comprometer en la lucha por la transformación social a un amplio sector de jóvenes indiferentes o apáticos. Si Humala no cumple sus promesas, es probable que esta divisiónse profundice. “Fujimori y García no cumplieron democratizar al país…quiza pueda hacerlo Humala,” considera el Dr. Germaná, “pues los estudiantes son muy sensibles al cumplimiento de las promesas electorales.”

Rojas cree que la desconfianza ha denominado “la clase política.” Él dice, “Esto propició el alejamiento de todo lo que pudiera significar política y ese desinterés conllevó a que muchas generaciones no tengan la formación conceptual e ideológica necesario para involucrarse en política.”

El simbolismo de la elección de Humala para jóvenes activistas

Muchas activistas estudiantiles dudan en dar su total confianza al Presidente Humala, pero por lo general reconocen que su elección representa un momento especial que podría dar lugar a un cambio genuino en Perú. “Ahora es el momento de exigir,” implora Talaverano, “unas grandes oportunidades para el cambio están aquí.”

Vivanco de la PUCP pasea por el monumento del campus que recuerda los estudiantes como Ernesto Castillo, quien fuera asesinado en los años 90. Ella expresa el temor que hubiera sentido si otro Fujimori hubiera llegado a la presidencia, “Keiko habría tenido casi el mismo equipo de trabajo…ahora [con Gana Perú] hay un poco más posibilidades de tener injerencia en el gobierno.” Vivanco espera un gobierno que escuche las demandas de los jóvenes, y “a una policía que no nos va a sacar de los espacios públicos cuando protestamos,” dice riendo.

Sólo el tiempo dirá si las expectativas de Vivanco se cumplirán. Rojas se ha referido específicamente a la página 57 del Plan de Gobierno de Gana Perú, el partido de Humala, señalando su ambigüedad respecto a la libertad de expresión. Por ello, Humala ha tenido que prometer públicamente que respetará la libertad de expresión. Pero él indica que Keiko definitivamente hubiera limitado la libertad de expresión en los campus universitarias.

Así, mientras muchos activistas estudiantiles se sienten animados por las promesas de Humala, están más entusiasmados con su victoria sobre el fujimorismo. Las marchas contra el indulto de Alberto Fujimori indican el intento final de los estudiantes a “poner fin a la dinastía,” como dirían algunos.

Un partido nacionalista que ejerce la presidencia reviste cierto simbolismo para estos estudiantes que han anhelado para resucitar a una cultura política en las universidades peruanas.

¿La reaparición de la izquierda?

Hace tres meses en la fiesta de la victoria de Humala en la Plaza 2 de Mayo, un estudiante de postgrado en San Marcos gritó eufórico, “No solíamos poder reunirnos así.” Se refería a la actividad política izquierdista en las calles. En la inauguración de Humala, grupos de izquierda, muchos de ellos incluyendo a los jóvenes—se regocijaron de nuevo en su oportunidad de salir a las calles y expresaron su apoyo a Humala.

Ocupaciones militares y el terrorismo en las universidades fueron la causa del abandono de la actividad política en las universidades, y hoy en día ese estereotipo persistente, junto con promesas rotas de los políticos, son las barreras altas para los jóvenes activistas.

Recuerdos parecidos por toda América Latina han callado la juventud activista—por el momento. Pero las movilizaciones recientes y grandes en Chile en contra de las reformas educativas de Pinochet, junto con los movimientos de solidaridad de apoyo en el Perú y Argentina, en efecto demuestran que “los estudiantes unidos jamás serán vencidos,” un canto aumentando en volumen y popularidad en estos días.

Tal vez la presidencia de Humala señale el regreso de la izquierda en el Perú, y muchos estudiantes esperan que deje intacta la libertad de expresión para que las organizaciones estudiantiles de todo el espectro polítco puedan y quieran participar activamente en su democracia.

El pasado fresco y el presente de transición pintan un futuro incierto. “Los estudiantes no ven con claridad hacia dónde van,” concluye el Dr. Germaná: “Ellos tienen la esperanza en Humala…no en un cierto sentido. No saben cómo.” No obstante, la capacidad nueva para organizar y protestar es prometedora en sí mismo para estos estudiantes, quienes han superado la barrera más difícil de expresarse ellos mismos tanto dentro como fuera del campus.

Estos grupos han regresado al entorno muy tenso del activismo político en Perú, y sólo el tiempo dirá si sus acciones les darán una mayor presencia en la escena política.

Por Terra L. Stanley
http://peruintransition.wordpress.com/

Primera parte: presione aquí

Imagen tomada de: http://caminosocialista.wordpress.com/

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